Tapas teatrales en una antigua carnicería
Del éxito de una propuesta concebida como algo puntual, como fue el proyecto de micro-teatro 'Por Dinero', llevado a cabo en 13 habitaciones del antiguo prostíbulo de la calle Ballesta 4, ha surgido -casi un año después- un nuevo espacio permanente para la cultura en el barrio, que toma el nombre de aquella primera experiencia: Microteatro Por Dinero.
En la calle Loreto y ChicoteLoreto y Chicote, en el número 9, en lo que fue una carnicería, se acaba de estrenar un lugar que, si bien en la planta que da a la calle tiene todo el aspecto de un bar normal, en la de abajo esconde una grata sorpresa: seis pequeñas salas concebidas para acoger a entre 8 y 15 espectadores por sesión y en las que se representan cada 20 minutos microobras teatrales de entre diez y quince minutos de duración.
Cada una se interpreta seis veces al día y es el espectador quien casi elige a la carta tanto las obras y el número de ellas que desea ver como el momento de hacerlo o el dinero final que se quiere gastar en el teatro, puesto que las entradas (3 euros por pase) para cada una de las salas se paga de forma individual.
La programación
del espacio se renueva cada mes y todas las microobras representadas tienen una temática común. De jueves a domingo, a partir de las 19 horas, echan a andar; mientras que los lunes, a las 20:30 horas, hay una función especial en la sala más grande del espacio. Para los más pequeños de la casa, ofrecen la misma fórmula que para los mayores, aunque puesta en práctica los sábados y los domingos entre las 11:30 horas y las 18 horas.
Detrás de este proyecto hay un grupo de directores, autores y actores y, aunque el teatro sea el pilar de la iniciativa, otras tienen también cabida: conciertos, proyección de películas inéditas, arte, experimentación, bar...
En primera persona
En primera persona
Sorprende comprobar que Microteatro Por Dinero tiene su taquillera y hasta su acomodadora y que la bebida que uno se está tomando arriba, en el bar, mientras aguarda a que comience el pase de la obra que ha elegido ver, se la puede llevar luego a las salas: íntimas, casi desnudas, de unos 7 metros cuadrados de tamaño y en las que, lógicamente, el público está prácticamente encima de los actores, quienes defienden los textos cuerpo a cuerpo sabedores de que si les sonaran las tripas el público lo iba a escuchar.
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