Volver a casa en Malasaña, deporte de riesgo
El pasado jueves 22 de octubre regresaba de Lavapiés con mi madre en un taxi. Al bajar de él, que paró un poco más arriba de mi portal, y mientras buscaba en mi bolso las llaves de mi casa, metí el pie izquierdo en el agujero de la calzada que hay frente a mi portal, en la calle San Dimas.
No fui consciente de ello y continué mi camino, con tan mala suerte que mi pie quedó encajado en el agujero creado por falta de adoquines y yo continué andando, con todo mi cuerpo que seguía hacia delante y ese pie atrás. Caí al suelo, con la rodilla y mano derecha parando el golpe (en la rodilla tengo una gran herida y la muñeca derecha sigue con molestias por haber cargado mi peso en ella). Mientras caía por el gran golpe mi pie seguía encajado en el agujero, doblándose todo el tobillo contranatura. Imaginad la escena y, sobre todo, el fortísimo dolor. Incluso se me cayeron las gafas mientras caía (por suerte no se han roto).
En el momento quedé tendida en el suelo, y tras arrastrarme para protegerme entre dos coches aparcados, con un grandísimo dolor, un dolor tan punzante y fuerte en el tobillo que me provocó nauseas. Mi madre, mayor, estaba muy nerviosa y asustada. Aún así buscó el teléfono de teletaxi para llevarme al hospital, mientras yo lloraba y estaba a punto de vomitar por el fortísimo dolor.
Por fortuna, un vecino del barrio que pasaba por allí corrió amablemente a San Bernardo para parar un taxi y que viniera a recogerme. Quiero agradecerle a a este chico su amabilidad y su predisposición para ayudar, y ojalá pudiera localizarlo para darle las gracias personalmente. En aquel momento no fui capaz ni de hablar para hacerlo.
El taxista, me ha tuvo que ayudar a levantarme del suelo y me trasladó al Hospital Madrid, donde me atendieron de urgencias, me hizo radiografías del tobillo y de la rodilla para descartar rotura y confirmar mi diagnóstico: esguince de grado 1.
Debido a este accidente tendré que estar al menos una semana en reposo, lo que significa que me veré obligada coger baja laboral por no poder acudir a mi puesto de trabajo y la imposibilidad incluso de trabajar frente a un ordenador durante mucho tiempo seguido, ya que mi pie debe estar en alto, como además vivo en un segundo sin ascensor, esto me obliga a pasar una semana en mi casa. Además, debido a la infraestructura del barrio, caminar con muletas sería otro deporte de riesgo.
Tras la semana -mínimo- que estaré en mi casa, tendré que hacer rehabilitación, acudir al fisioterapeuta, etc... lo que condicionara mi vida, mi trabajo y mi ocio durante bastante mas tiempo, que son cosas que no pueden cuantificarse y que por desgracia nadie me va a reponer.
Este accidente podría haberse evitado si las calles estuvieran en condiciones, si hubiera mantenimiento adecuado, si Malasaña no estuviera llena de agujeros por falta de adoquines, aceras irregulares, socavones, etc. Hay muchas calles en el barrio con un mantenimiento nulo y con muchas irregularidades que provocan más de una caída y más de un accidente. Me gustaría saber si alguien va a responder por esto, si alguien se va a poner manos a la obra para que yo sea la última vecina del barrio que se deja un tobillo en la calzada frente a su portal.
Yo soy una personas más o menos joven, pero esta misma caída en una persona mayor puede llevar consigo una ruptura de cadera. Además, tengo que estar casi sintiéndome afortunada que el tobillo no se me ha roto,(tal vez porque iba con calzado deportivo y no con tacones, que hubiera sido tal vez peor), que no había coches en ese hueco (pues mi caída la hubiera parado con la cara en un coche), que no haya tenido lesión en la rodilla ni en la muñeca derecha...
Mi madre ha tenido que regresar a Salamanca, donde vive y de donde yo soy, y actualmente vivo sola, lo que hace que esté dependiendo de mis amigas para muchas cosas. Quiero agradecer la red de cuidados y de solidaridad que existe en este barrio gracias a la Asamblea 15-M de Malasaña, que hacen posible que una persona que vive sola, que tiene a toda su familia en otra ciudad, pueda al menos tener la suerte de que haya personas dispuestas a hacerle compañía, a ayudarle en las tareas básicas, comprarle alimentos y estar pendientes de que todo marcha bien.
Mónica Hidalgo
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