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La ¿última? reforma de la Puerta del Sol

Vista cenital de la actual Puerta del Sol, vacía durante la pandemia

Diego Casado

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El Ayuntamiento definió hace poco la Puerta del Sol como “el lugar donde Madrid muestra la variedad de actores y actividades que la caracterizan y, sin duda, uno de los mejores sitios para contemplar el espectáculo que es esta ciudad”. Lo hizo en 2017, en un informe de su área de Paisaje Urbano que analizaba el estado de la Puerta del Sol, sus problemas y posibles soluciones.

No hay duda de que Sol es uno de los iconos de Madrid. Tampoco hay alcalde que no haya pensado en reformar la Puerta del Sol durante su mandato. Aunque la última actuación de calado data de los tiempos de Gallardón en 2009, Ana Botella intentó hacerlo con un concurso de ideas en 2014 (que ahora se acaba de recuperar) y Manuela Carmena peatonalizó uno de sus accesos, la calle Carretas, aunque su equipo no llegó a plantear una reforma global. Antes que ellas, habían hecho obras en torno al Kilómetro Cero Álvarez del Manzano (movió la estatua de Carlos III) y Tierno Galván, que peatonalizó parte de su entorno aprovechando la reforma de la estación de Metro, en 1986.

Ahora, José Luis Martínez Almeida quiere también dejar su impronta en la plaza, volviendo a meter en obras uno de los espacios de Madrid que más se ha transformado en el último siglo. Lo hará consolidando la peatonalización total que apuntó el año pasado, con un proyecto del que han trascendido pocos detalles: este lunes se supo que la marquesina de entrada al Cercanías -la ballena- será sustituida por un prisma de vidrio transparente. La concejala de obras añadió que no se concederán permisos para terrazas ni se eliminará el actual carril bici. Parece que no habrá vegetación: “Plantar árboles en piedra, complicado...”, dijo. Y queda la duda de si contará con algún elemento de sombra para los tórridos veranos madrileños.

El proyecto definitivo se aprobará este mes de febrero y las obras comenzarán en marzo, confirman fuentes del área de Obras a Somos Madrid. Buscará convertir la Puerta del Sol en un “amplio foro urbano” en el que, además de desarrollar actividades multitudinarias puntuales, pueda tener uso diario “de tipo comercial y estancial”. Será “una intervención discreta pero sutil, con unos pocos gestos bien medidos y de muy delicada factura” que reordenarán el espacio de la plaza , actualmente “dislocado y desordenado”, apuntan las mismas fuentes.

¿Hacía falta esta nueva reforma, solo 13 años después de la última? Parece que entre los arquitectos hay bastante unanimidad sobre su necesidad. Así lo consideró el COAM cuando convocó el concurso de ideas en 2014 y también se aseguraba lo mismo en el citado estudio encargado en 2017 por el consistorio, un extenso documento de 274 páginas que enumeraba los numerosos obstáculos en forma de kioscos, cabinas telefónicas, buzones, y otros elementos que actualmente dificultan el tránsito peatonal.

“Ha habido muchas reformas en Sol, pero nunca una amplia y global. Lo que se ha hecho en las últimas décadas son reformas parciales y se han quedado un montón de elementos que no tienen ningún sentido entre ellos”, confirma Antonio Giraldo, geógrafo y urbanista, al recordar las progresivas peatonalizaciones que fueron ampliando las aceras de la plaza desde 1978, con alcaldes de diferentes signos políticos.

“Los alcaldes quieren tener una obra que les dé visibilidad, un escaparate de cara a las siguientes elecciones”, apunta Giraldo sobre una de las razones para estas actuaciones. Hacerlo en la Puerta del Sol es probablemente la mejor puesta en escena antes de ir a las urnas: es el lugar de la ciudad por donde más madrileños pasan: hasta 200.000 personas a diario, cifra que sube a más de 300.000 durante los fines de semana, según un estudio municipal hecho en noviembre de 2016, que contó el número de transeúntes que accedían a la plaza andando o bajándose de Metro y Cercanías.

La reforma actual ha debido tener en cuenta a muchos actores, entre ellos cuatro áreas del Ayuntamiento (Obras, Movilidad, Seguridad, Junta de distrito Centro), Metro de Madrid, Adif (que permitirá el desmontaje de la marquesina) y la Dirección General de Patrimonio de la Comunidad de Madrid, que ha tenido la última palabra en todos los cambios porque el lugar está catalogado como Bien de Interés Cultural. No ha habido, sin embargo ningún tipo de participación ciudadana. Y apenas información previa a la redacción del proyecto.

La ballena, elemento de la polémica

Uno de los hitos que más está dando de qué hablar es la marquesina de entrada al Cercanías de Sol, la ballena que se inauguró en 2009 y que ahora será retirada para poner en su lugar un pabellón de vidrio, de forma oval, con cuatro puertas dobles y solo una viga central de acero como único elemento opaco. “No era necesario cambiarla solo 13 años después de haberla inaugurado, salvo que fuera para sustituirla por algo muy innovador, lo que no va a suceder”, opina Antonio Giraldo. “Era mejor quedarnos con ella y amortizar el precio que se pagó por ella”, sigue.

Pese a ello, recuerda que el tragabolas de Sol generó bastante discusión porque su diseño futurista -al estilo de las entradas del Metro que Norman Foster creó para Bilbao- no gustó a mucha gente por hallarse en un entorno histórico. Incluso provocó problemas en los que vivían o trabajaban cerca: algunos de sus triángulos fueron tapados con pegatinas para evitar los intensos reflejos del sol en balcones y ventanas.

¿Había alternativas? Una era, evidentemente, dejarla como está ahora. Otra, convertirla en un acceso normal de Metro sin soporte por encima. Aunque para esta segunda opción habría que resolver el cierre bajo tierra cuando el servicio de transportes se clausura de noche, reformando el vestíbulo. La solución acristalada no convence a Giraldo: “El cubo de cristal puede parecer muy moderno pero creo que no va a quedar igual que en las recreaciones y climáticamente no va a ser muy agradable en verano”.

Hay quien apuesta ahora por una cuarta solución, a imitación de la recientemente reformada estación de Gran Vía: reconstruir el templete original que diseñó Antonio Palacios para la primera línea del Metro en Madrid, en 1920. El arquitecto Álvaro Bonet lanzó la idea este lunes en change.org, donde recibió cientos de apoyos en menos de un día.

La iniciativa recuerda el “gran éxito” de la réplica (no exacta) del levantado en la Red de San Luis para proponer un templete en Sol a imagen del original que fue desmantelado en los años 30 por el incremento del tráfico de coches. Contaba con dos ascensores y unas amplias escaleras de acceso de doble tiro. “Si se recupera y se hace bien serviría para recuperar un elemento que podría ser muy querido y solventaría el problema de la dispersión de ascensores en la plaza”, apunta Bonet en conversación con este medio, quien se declara contento por la acogida inicial que ha tenido su idea.

El arquitecto cree que con este templete se corregiría sin temor al rechazo el error del tragabolas: “Era un elemento que no se construyó con su diseño original, sin ninguna gracia. Se ha convertido en una cosa burlesca y nada icónica”, considera. Bonet cree que hay posibilidades de que la caja de vidrio planteada ahora por Almeida tampoco guste. “Los elementos acristalados del mobiliario suelen ser disfuncionales y su mantenimiento dificultoso, no creo que vaya a quedar como en los rénder que se han publicado”, apunta antes de vaticinar que puede parecerse más al acristalamiento del Viaducto, con menor transparencia de la inicialmente pensada. Tal vez que haya más reformas en la Puerta del Sol dependa de su fracaso o de su éxito.

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