Del Audi Avus al Audi V8 fabricado en aluminio que nunca existió
A nadie le dirá nada probablemente el nombre de Heinrich Timm. Aún hoy es un hombre al que le gusta pasar inadvertido y sentarse a tomar notas de lo que dicen los ingenieros que le han sucedido en sus responsabilidades en la fábrica de Neckarsulm, donde Audi produce sus modelos más lujosos, por ejemplo el A8 y el R8.
La cabellera de Timm lucía con toda seguridad más frondosa cuando en 1982 Ferdinand Piëch, por entonces delegado de I+D de Audi, le encargó que sondeara por toda Europa la posibilidad de fabricar una carrocería, siquiera parcialmente, en aluminio. Herr Piëch buscaba aligerar peso manteniendo la rigidez estructural de conjunto con vistas a las crecientes demandas de equipamiento que se atisbaban en el horizonte.
Como todos los comienzos, los de Timm fueron complicados porque la mayoría de los fabricantes apenas le garantizaba un 3% de ductilidad en los aluminios extruidos (aquellos que deben poder plegarse en caso de colisión del vehículo) cuando él aspiraba a cifras entre un 15% y un 18%.
Para 1988 había sido posible desarrollar el primer space frame de la firma y montarlo en un Audi V8 que nuestro hombre utilizó como coche particular durante cinco años. Seguramente si se le ocurría contar a alguien que conducía un automóvil hecho de aluminio, le tomaban por un vacilón. Hasta Piëch se dio cuenta de que el mercado no estaba maduro para semejante lanzamiento, por lo que el coche se comercializó en acero.
Hasta septiembre de 1993, en el Salón de Fráncfort, no se dio a conocer la primera carrocería ASF (Audi Space Frame), montada en el primer A8. Pesaba menos de 250 kilos y, pese a todo lo que ha evolucionado desde entonces la construcción ligera, el nuevo A8, que saldrá a la calle después del verano, tendrá una carrocería que pasa de los 280 kilos debido, sobre todo, a los requerimientos de las nuevas tecnologías de propulsión.
Audi había presumido previamente de su competencia en la materia con un prototipo de superdeportivo que bautizó como Avus, en honor al mítico autódromo berlinés conocido por sus dos rectas interminables. Gracias a un motor W12 de 6 litros de cilindrada y 509 caballos, el Avus quattro aceleraba de 0 a 100 km/h en menos de tres segundos y superaba los 340 km/h de velocidad punta.
La posición central del motor, tras los dos únicos asientos, recuerda sin duda a la del R8, el modelo que tomaría gran parte de su herencia tecnológica y su filosofía, así como a la del Bugatti Veyron, el deportivo de los 1.001 caballos, que fue su claro sucesor una vez que la marca alemana se hizo con el control de la ítalo-francesa.
En estos días en que se celebran 23 años de construcción ligera, el Audi Forum de Neckarsulm ha hecho hueco en sus instalaciones para acoger a los ilustres pioneros de la tecnología ASF. Allí hemos podido fotografiar tanto el entonces brutal Avus quattro, que hoy nos arranca casi una sonrisa candorosa, como el Audi V8 que conducía el doktor Timm y atestiguar así que ambos existieron de verdad alguna vez.