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Prueba del Kia Rio microhíbrido: lo pequeño también funciona

Kia Rio

Pedro Urteaga

Sin hacer mucho ruido, como esas películas que se estrenan casi de tapadillo y acaban triunfando gracias al boca a boca, el Kia Rio se ha hecho un hueco en el segmento B del mercado, en el que lleva desde 1997 pero tiene especial presencia desde el lanzamiento de su cuarta generación, en 2017. La puesta al día de esta última trae como gran novedad la incorporación de motores de hibridación ligera, el más potente de los cuales, de 120 CV, hemos podido probar en días pasados.

Con este bagaje, que lleva consigo el distintivo Eco de la DGT, el Rio redobla sus argumentos para afianzar la posición aventajada de que disfruta, aunque solo sea porque, a pesar de la generalizada subida de precios de los coches, sigue siendo uno de los más asequibles entre los que cuentan con esta tecnología mild hybrid. El coche está a la venta desde 14.200 euros en su variante microhíbrida de 100 CV, y desde 12.200 con motor de gasolina 1.2 de 84 CV, de acuerdo con las promociones actualmente en vigor.

La unidad de pruebas, en acabado deportivo GT Line, sale por 19.125 euros según el configurador de Kia, a lo que en este caso había que sumar los 800 euros extra del Pack Premium, integrado por el detector de vehículos en el ángulo muerto, los faros de led y el sistema de reconocimiento de señales de tráfico.

Esta versión está disponible con cambio automático de doble embrague de siete velocidades, pero nosotros hemos conducido la equipada con la iMT de seis marchas, una transmisión manual muy particular. Su peculiaridad reside en que el embrague está controlado electrónicamente de modo que el coche puede avanzar por inercia, como si estuviera en punto muerto, en determinadas circunstancias. Se trata de una función común en las cajas de cambio automáticas modernas, pero muy rara de ver en las manuales.

Para que se active, debe seleccionarse el modo de conducción Eco (hay otros dos más, Normal y Sport), no pisar ningún pedal y que la carretera sea llana o tenga una muy ligera pendiente descendente. Si se dan todas estas circunstancias, observaremos como la aguja del cuentarrevoluciones cae ligeramente por debajo de 1.000 rpm y el vehículo avanza sin la resistencia del freno motor.

Cuando pisamos el pedal del acelerador, se aprecia una pequeña demora hasta que comenzamos a ganar velocidad; es el tiempo que el sistema tarda en engranar de nuevo la marcha seleccionada con la palanca, un retraso que también se observa en mayor o menor medida en las cajas automáticas dotadas de esta función.

En cuanto a la tecnología de hibridación suave empleada en el Rio, consiste en una máquina eléctrica que, unida por una correa al cigüeñal del motor de gasolina 1.0 T-GDi, aprovecha la deceleración del coche para transformar parte de la energía cinética en energía eléctrica y acumularla en una pequeña batería de iones de litio. En las fases de aceleración, esa energía la utiliza para asistir al motor de combustión. Al levantar el pie del acelerador con una marcha engranada, veremos que la deceleración se incrementa ligeramente y que, en el cuadro de instrumentos, el diagrama de flujo de energía muestra cómo esta retorna hacia la batería.

Aparte de traducirse en la etiqueta Eco, todo este sistema permite recortar de aquí y de allá en consumo de combustible -qué decir hoy de la conveniencia de semejante iniciativa-, y en parte gracias a ello el Rio es un modelo realmente parco en gasto de gasolina. En el curso de nuestra prueba se ha situado por debajo de los 6 litros/100 km en un uso mixto de ciudad y carretera.

Una respuesta muy satisfactoria

Por potencia, el microhíbrido de 120 CV resulta ideal tanto para el tráfico urbano y de alrededores como para realizar desplazamientos más largos, aunque en este caso tendremos el ligero inconveniente de un nivel de ruido algo molesto, proveniente del motor, y el de las limitaciones de espacio obvias en un coche de solo cuatro metros de largo, cuyo habitáculo es correcto para cuatro adultos (mucho mejor que para cinco). El maletero, de 325 litros, tampoco da para demasiados lujos, pero no se puede pedir mucho más a un vehículo de este tamaño.

En el habitáculo del Rio disponemos, según versiones, de pantalla central de 8 pulgadas, de serie en todos los acabados salvo el básico (el Pack Style concebido especialmente para él la incluye junto con el climatizador y la sincronización Android Auto/Apple CarPlay), conexión Bluetooth para dos móviles, función de pantalla dividida, reconocimiento por voz y equipo de sonido con tomas USB, también en las plazas traseras.

El modelo puede incorporar además los servicios conectados de Kia, entre ellos la información del tráfico en tiempo real, así como de estaciones de servicio y aparcamientos, la alerta de controles de velocidad y la previsión meteorológica. A las funciones del sistema telemático UVO Connect se agregan ahora la navegación -a pie- de última milla, información y transferencia del perfil de usuario y la alerta de vehículo arrancado, que envía una notificación al conductor cuando deja el vehículo arrancado y la puerta abierta.

En lo relativo a seguridad, el nuevo Rio puede disponer, como dispositivos más sofisticados, de asistente de frenada de emergencia con detección de peatones, ciclistas y otros vehículos, asistente de ángulo muerto, sistema de reconocimiento de límites de velocidad, control de crucero adaptativo, asistente de seguimiento de carril y alerta de tráfico cruzado posterior.

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