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Toyota y la Universidad de Stanford quieren ‘trasplantar’ a los coches los reflejos de los pilotos de carreras

Los investigadores del Toyota Research Institute (TRI).

Paula Ulloa

¿Qué pasaría si todos los conductores que se encontraran con una situación inesperada en la carretera tuvieran los reflejos profundamente interiorizados de un piloto de carreras profesional y la previsión calculada por un superordenador para evitar un accidente? Los investigadores del Toyota Research Institute (TRI) están trabajando conjuntamente con el Laboratorio de Diseño Dinámico de la prestigiosa Universidad de Stanford con el loable objetivo de contribuir a la seguridad vial.

Los ingenieros están llevando a cabo investigaciones para lograr aunar los instintos de los pilotos profesionales junto con la tecnología de conducción autónoma. Su propósito es desarrollar un nuevo nivel de tecnología de seguridad activa y compartirla de manera global para que Toyota y otros fabricantes de automóviles puedan hacerla efectiva en la carretera.

“Cada día, hay accidentes mortales de vehículos que resultan de situaciones extremas donde la mayoría de los conductores necesitarían habilidades sobrehumanas para evitar una colisión”, afirma Gill Pratt, CEO de TRI y científico jefe de Toyota Motor Corporation. “La realidad es que cada conductor tiene sus debilidades y limitaciones, y en ocasiones, para evitar un accidente, los usuarios necesitan hacer maniobras que están más allá de sus habilidades y capacidad de control del vehículo”.

A través de este proyecto, el TRI pretende aprender de algunos de los conductores más cualificados del mundo con vistas a “desarrollar sofisticados algoritmos de control que amplifiquen las habilidades de conducción humana y mantengan a las personas seguras. Esta es la esencia del enfoque que ofrece el sistema Toyota Guardian”, añade Pratt.

Creado en 2015, el Toyota Research Institute tiene como misión desarrollar la seguridad activa de los vehículos y tecnologías de conducción automatizada, robótica y otras tecnologías de aplicación a las necesidades humanas. Los investigadores de la entidad “utilizan la inteligencia artificial para beneficiar a la sociedad y mejorar la vida humana creando un futuro donde todos tengan la libertad de moverse, involucrarse y explorar”, según los objetivos oficiales declarados.

La pandemia de las víctimas de tráfico

Cada año, los accidentes automovilísticos causan alrededor de 1,25 millones de víctimas mortales en todo el mundo. El objetivo de Toyota, como el de otros fabricantes, es reducir ese número hasta cero, de acuerdo con su programa Beyond Zero. Mientras que la mayoría de los accidentes ocurren en situaciones que podemos considerar mundanas, en otros casos los conductores pueden necesitar hacer maniobras que lleven su vehículo al límite y, a veces, excedan estos límites normales de conducción.

Cuando se enfrentan a carreteras mojadas o resbaladizas, por ejemplo, los pilotos profesionales pueden optar por hacer deslizar (driftear) el coche por medio de un giro provocado a conciencia, aumentando así la seguridad y controlando la situación, pero estos recursos no están al alcance de los conductores normales, que además suelen verse desbordados por estas situaciones imprevistas y, en general, agravan las consecuencias actuando con nerviosismo.

“Desde 2008, nuestro laboratorio se ha inspirado en los pilotos reales de coches de carreras para el diseño de algoritmos que permiten a los vehículos con un grado de conducción autónoma gestionar las emergencias más complejas”, afirma el profesor Chris Gerdes, del Laboratorio de Diseño Dinámico de la Universidad de Stanford, quien añade: “A través de esta investigación, tenemos la oportunidad de aplicar estas ideas acercándolas al objetivo de salvar vidas en las carreteras”.

El TRI ha apoyado la investigación del Laboratorio de Diseño Dinámico de Stanford durante muchos años. El proyecto actual se basa en el artículo publicado de Stanford Opening New Dimensions: Vehicle Motion Planning and Control using Brakes while Drifting, en el que los investigadores de aquella universidad pusieron en práctica derrapes controlados muy complejos a bordo del Marty, un DeLorean -el mítico vehículo de Regreso al futuro- electrificado y automatizado.

Los resultados experimentales permitieron crear un sistema de gestión electrónica de pruebas capaz de controlar un coche de propulsión trasera en pleno derrapaje, utilizando para ello los frenos, la dirección y la propia propulsión. El TRI ahora está aplicando esta gestión a las plataformas de los nuevos vehículos Toyota, incluido el deportivo GR Supra (en las imágenes).

El instituto también está utilizando la experiencia de la ingeniería de Toyota en los deportes de motor. Toyota Racing Development en EEUU está proporcionando valiosos conocimientos técnicos y de experiencia en estas disciplinas, entre ellas la del derrapaje controlado. Además, el TRI también está trabajando con el Equipo de Control de Dinámica de Vehículos de Toyota Motor Corporation, con sede en Japón, para aplicar la gestión de la deriva y el derrapaje en futuros vehículos de la marca.

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