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Sobre este blog

Aprovechando la celebración del Mundial de Rusia lanzamos este blog para contar las historias más curiosas o desconocidas de los mundiales: política, literatura, algún test de conocimientos, economía y algo de fútbol.

El padre del Brasil del 70 también fue destituido antes del Mundial

Gerson, Pelé y João Saldanha, en un entrenamiento en 1969

Óscar Abou-Kassem / Paco López

En 1970 ya hubo una destitución que conmocionó al planeta fútbol. Joao Saldanha, el rutilante seleccionador de Brasil era despedido a 10 semanas de empezar el Mundial de México. Lo cierto es que tenía bastantes papeletas para no durar mucho en el cargo. Saldanha no era un entrenador al uso. Su profesión era la de periodista y en los tiempos más duros de la dictadura brasileña era además miembro del Partido Comunista.

El Golpe de Estado de 1964 con el general Artur Da Costa marcó el inicio de la dictadura que más tarde daría el poder al general Emilio Médici en 1969. En este periodo, los problemas se agolpaban para un país cerca del colapso interno y con la necesidad imperiosa de dar una imagen grandilocuente y alegre. El fútbol era la mejor vía de legitimación de cara al exterior. Todos los recursos estaban a disposición de la Federación Brasileña y el presidente de la organización escogió a Joao Saldanha. El flamante nuevo técnico era un periodista, corresponsal en la Segunda Guerra Mundial, y que como técnico llevaba más de 12 años sin entrenar, por no hablar de su filiación política. El entonces presidente de la Federación Brasileña, un ya experto Joao Havelange, logró convencer a los militares de que Saldanha. Cómo lo logró es uno de los grandes misterios del fútbol.

Porque Saldanha no ocultaba su militancia. Y no escondía ante la prensa internacional lo que ocurría en Brasil. A fines de 1969, en plena gira europea como seleccionador, le preguntaron por la situación política en su país. No se cortó: denunció torturas, 300 muertos o desaparecidos. Dijo que había presos políticos y que muchos estaban siendo ejecutados. Siguió en el cargo.

Curiosamente, los problemas vinieron más por los caprichos deportivos de los dictadores que por sus convicciones políticas. Brasil se había clasificado para el Mundial de México con seis victorias en seis partidos, con 23 goles a favor y 2 en contra jugando un fútbol celestial.

El problema era que el técnico se negaba a ser un títere: no dudaba en denunciar al régimen y hacía caso omiso a las peticiones del general Médici, que quiso imponer la convocatoria de su futbolista favorito: Dario, también conocido como 'Dadá Maravilha'. Saldanha se mantuvo firme: “Yo no le digo a usted a quién tiene que nombrar en sus ministerios, y usted no tiene que decirme a quién debo nombrar en mi equipo”, contestó al emisario del Gobierno que le dijo que el dictador esperaba ver a Dario.

Según Saldanha, el mismísimo Havelange, que acabaría como presidente de la FIFA, se arrodilló ante él para suplicarle que convocara al delantero favorito por el presidente. Pero el seleccionador se mantuvo inamovible.

“El jefe soy yo. Que se vaya”, proclamó el dictador/presidente. Y así comenzó una campaña de desprestigio mediático a la que Pelé se sumó ya que no aceptaba ser suplente, de hecho, Saldanha amenazó con no llevar al Mundial a la cara más reconocible para la sociedad brasileña. El delantero quería jugar todos los partidos para compensar su mala racha económica pero el entrenador quería que descansara en los amistosos previos al torneo ya que había jugado 78 partidos en 1969 entre el Santos y la selección. La presión aumentó sin freno y el 17 de marzo llegó el despido.

Su sustituto fue Mario Zagallo, un entrenador que rehuía la crítica política y aceptaba la imposición de convocar a Dario –aunque tampoco le dio un protagonismo relevante–. El nuevo técnico apenas tocó el equipo aunque sí que aseguró la titularidad de Pelé. El resultado fue una exhibición constante de Brasil que ganó todos los partidos y mostró al mundo la esencia del estilo de Saldanha aunque sin acordarse de él. Esa vitalidad en su juego ayudó a exportar al resto del mundo la idea de Brasil como un país alegre.

Saldanha es el autor de algunas frases famosas en el fútbol brasileño, como la de que “el penalti es tan importante que lo debía ejecutar el propio presidente del club” o “más de 30 líneas para una crónica es un atentado contra el lector”. A los 72 años, en 1989, Saldanha mantenía firmes sus convicciones. Entonces lideró una asamblea en contra de los recortes salariales que quería imponer el Jornal do Brasil, el medio para el que seguía trabajando. Falleció un año después en Roma tras ver la final del Mundial entre Alemania y Argentina.

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