He conectado el celular al despertarme y han empezado a brotar videos, audios, noticias que me mandan mis amigos desde Colombia.
“¡Andan de civil, andan dando plomo a la gente, sí señores, hay dos camiones, son de civil, están de civil, están armados, jueves 6 de mayo a las 2.45, están armados y están de civil, le están dando duro a la gente, hostigando a la gente que estaba tranquila, este es el gobierno!” Se escuchan disparos de fondo, se ve gente huyendo de las balas. Ocurrió en Cali. El autor del video, nervioso, agitado, jadeante, pide auxilio.
En otro video, en el sector de Terrón Colorado, una persona muestra un chaleco policial amarillo en el que se lee en la espalda 'policía' y bajo esa palabra se ve el número identificativo del agente. Esa ropa fue encontrada en una camioneta desde la que disparaban a la población: “¡Asesinos, nos están asesinando!”, dice un hombre mientras sostiene la prenda del policía.
Me llegan fotos de hombres y mujeres desaparecidas en Colombia desde que comenzó el paro nacional, muy jóvenes, que inmediatamente comparto en mis redes sociales.
“Desenmascarados, no buscamos venganza contra los policías, solo queremos que el mundo conozca la verdad. Mientras protestamos pacíficamente, el gobierno nos manda a aniquilar”, escribía este jueves por la noche una asociación vecinal de Cali en Facebook.
Podría estar todo el día traduciendo a palabras las crudas imágenes que recibo de las calles de varias ciudades colombianas. Pero me voy a quedar con una de Medellín, en la que se ve a cientos de jóvenes cortando una avenida al ritmo de la música, saltando y bailando sin parar. “Estas imágenes no las enseñan aquí, hoy ha habido quince manifestaciones en la ciudad, y solo una violenta”, se queja el autor de la grabación.
El gobierno colombiano justifica el uso de la fuerza y la muerte de decenas de personas por el vandalismo de los manifestantes, cuando a la luz de los acontecimientos resulta del todo injustificable la represión que ha causado ya decenas de muertos y desaparecidos, y cientos de heridos.
La comunidad internacional, con la Unión Europea a la cabeza, demuestra que no se entera, o no se quiere enterar de lo que está pasando en Colombia. La respuesta de Josep Borrell pidiendo que se rebaje la tensión y saludando el llamamiento al diálogo del presidente Duque, causa vergüenza como español y europeo ¿Con quién está dialogando Duque? Con los empresarios. Los convocantes del paro nacional que comenzó el 28 de abril siguen esperando la llamada, mientras esquivan las balas.
Colombia es un país atravesado por conflictos de todo tipo desde hace décadas, con una democracia secuestrada por las élites políticas y empresariales, con la mafia campando a sus anchas, con militares y paramilitares, con guerrillas interminables. En Colombia mueren cada día activistas de los derechos humanos, sindicalistas, campesinos, universitarios, periodistas, por denunciar a los criminales.
Me lo dijo Hollman Morris ahora hace diez años en Siloé, Cali, donde acudí a la presentación de su documental 'Impunity', cuando le pregunté qué podemos hacer desde fuera de Colombia para ayudar a su país: “Consumir muy bien lo que informativamente les brinden. A la comunidad internacional se le ha vendido que en Colombia solamente existe una barbarie, la barbarie guerrillera”.
Les advierto que si investigan un poco en internet, pueden terminar sintiendo asco al saber que Zapatero era amigo del presidente colombiano Álvaro Uribe Vélez (conocido por muchos en su país como Uribe 'Balas'), o al ver como el propio Uribe apoyó recientemente la campaña de la presidenta madrileña Isabel Díaz Ayuso. 'El narcotraficante número 82', es el libro de Sergio Camargo, dedicado al que fuera presidente de Colombia, que antes de serlo, en 1991, Estados Unidos tenía ubicado en ese lugar de su lista de narcotraficantes más buscados. Como narcoparamilitar lo define Camargo. Uribe, incapaz de condenar los abusos a los derechos humanos que hoy se están cometiendo en su país. Uribe y Duque, señalados como 'asesinos' por el pueblo colombiano en las concentraciones que se están celebrando en Murcia.
Colombia es el país más bello del planeta, con las mejores personas que he conocido, luchadoras, trabajadoras y alegres como pocas. He podido comprobar, que el lema de Avianca es cierto: si vas a Colombia, el mayor riesgo es que te quieras quedar.
El mundo será cómplice de la masacre si no actúa rápida y eficazmente para detener la represión en Colombia, uno de los países más afectados por la covid-19, donde la pandemia ha empobrecido aún más a la población ya desfavorecida, y la reforma fiscal de Duque vino a dar un golpe de gracia a quienes luchan por sobrevivir cada día.
Colombia necesita dejar de sufrir, todos debemos ayudar a que Colombia tenga la paz que merece, por los 8.000 colombianos y colombianas que hay en Murcia, y por los más de 50 millones de todo el mundo.
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