Una chica que aspiraba este martes a superar la prueba de acceso a la Universidad en Murcia dijo ante las cámaras de televisión que la palabra desfachatez, que le pidieron definir en su examen, le sonaba a chino. Reconoció, sin embargo, que hablar sobre La casa de Bernarda Alba, de Federico García Lorca, otro apartado en la prueba, le resultó sencillo porque era un tema que sí llevaba preparado.
La denominada generación Z se mueve en unos códigos lingüísticos que se escapan a los que nos llaman boomers. Existe una jerga propia que ha desplazado a palabras como la que nos ocupa, dando entrada a otros términos sui generis. Hay en su argot un palabro, que se asemeja al que la chica de la PAU desconocía, y que es fachero. Se trata de algo chulo o bonito. O que denota gran admiración. En los ochenta del siglo pasado se solía decir, para estos casos, que era algo que te molaba. Y quedabas como un moderno.
El desembarco de la generación Z en las redes sociales ha sido fundamental a la hora de configurar esos códigos. Sitios como Instagram, y especialmente TikTok, son sus escenarios habituales, donde se mueven como pez en el agua. Hablamos de nativos digitales capaces de difundir su vocabulario en la Red a la velocidad con la que se propaga la luz.
La Real Academia Española (RAE), que no destaca por su modernidad, precisamente, sigue de cerca algunos de estos vocablos. Aunque siempre marcando las distancias. Valgan como ejemplo algunas de las palabras que admitió en su Diccionario en 2024, como groupie, indie, espóiler o rapear, junto a otras como barista, tabulé, dana, frapé, micelar, teletrabajar, desarrollador o sérum. Quizá las primeras sean las que, de alguna manera, más se aproximen a la jerga de los Z.
Un informe elaborado a finales de 2023 por la propia RAE, en el que colaboraron profesores de la ESO y el Bachillerato de diferentes comunidades autónomas, alertaba sobre “la baja fluidez expresiva referida a un pobre vocabulario” de nuestros jóvenes, así como de su escaso interés por la literatura. Parafraseando a Unamuno frente a este triste bagaje, el lenguaje es lo que impulsa el pensamiento y los argumentos de las personas. Lo grave no es que haya jóvenes que desconozcan el significado de la palabra desfachatez. Lo peor es que esto les importe un bledo. Si llegan a saber qué es esto último, claro, y que de lo que se trata es de una planta que se considera maleza.
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