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La herencia multicultural de la Huerta de Murcia

Pedro Luis López Sánchez

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No puedo dejar de sorprenderme al leer en prensa que Huermur, organización sin ánimo de lucro dedicada a la defensa del patrimonio de la Huerta de Murcia, ha organizado junto a la Real y Antigua Hermandad de Devotos de Santa María de la Arrixaca un acto conmemorativo del 750 aniversario de la 'reconquista' de la ciudad de Murcia por parte de Jaime I, acto que incluye, dicho sea de paso, ¡¿la exhibición de una imagen de la Virgen María?!.

El término 'reconquista' ya es de por sí problemático para denominar al extenso proceso histórico por el cuál los reinos cristianos consiguen el total control de la península ibérica –José Ortega y Gasset decía al respecto que “una reconquista de ocho siglos no es una reconquista”–; pero resulta del todo asombroso que dicho término se use para la toma de la ciudad de Murcia, ya que ésta fue fundada por Abderramán II en el año 825, es decir, es una ciudad de origen musulmán.

Resulta también paradójico que una organización dedicada a la puesta en valor de la Huerta de Murcia celebre la pérdida del territorio huertano por aquellos que la crearon y diseñaron, aquellos que construyeron el sistema de regadío que conservamos en la actualidad; aquellos que nos han dejado una herencia cultural y filosófica importantísima, vocabulario incluido. Además, porque el paso de la ciudad de Murcia a manos cristianas supuso el declive de la actividad hortofrutícola, el deterioro del paisaje tradicional y la pérdida de beneficios y valores ecológicos debido a que no supieron aprovechar la cultura hidráulica musulmana, como afirma el estudio de la Universidad de Murcia 'Evaluación de los servicios ecosistémicos de un socio-sistema singular a través de la Historia: la huerta de Murcia'. Peor aún, con la posterior toma de Granada, se inauguró una de las páginas más oscuras de nuestra historia: la creación de la Inquisición en 1478, la expulsión de los judíos en 1492 y la de los musulmanes en 1502 –con el posterior sometimiento de los conversos a la 'limpieza de sangre'–.

Este tipo de actos conmemorativos pueden cumplir básicamente dos funciones socio-políticas que se interrelacionan entre sí. Por un lado pueden usarse como mito nacionalizador, es decir, de hecho histórico al que se apela para la unificación y la centralización de la nación y el Estado –por ejemplo, en el caso de Francia la que cumple esta función es la revolución francesa–. Por otro lado sirven para poner en valor la herencia cultural de una cierta zona o región, que en parte puede resaltar una herencia cultural hegemónica (la cristiana en este caso) y contribuir a esa función nacionalizadora, pero no tiene por qué.

Estoy convencido de que no es la intención de Huermur apelar a la toma de la ciudad por Jaime I para inaugurar una especie de nacionalismo autóctono, pero tanto el término 'reconquista' como el acto en sí no dejan de tener cierta carga ideológica. Nos recuerda a este nacionalismo español rescatado por la dictadura franquista que apela al mito de la reconquista, a la unificación de los reinos de Castilla y Aragón encarnados en las figuras de los Reyes Católicos, a la toma de Granada y al imperio español donde nunca se ponía el sol (lo recordáis de la escuela, ¿verdad?). Un nacional-catolicismo que afortunadamente vamos superando, que apela a los periodos más conservadores de nuestra historia y es excluyente con rojos, masones, ateos, judíos, “separatistas” (sobre todo catalanes), gays y mujeres, que las querían sumisas y en casa. Es decir, para ser español de pura cepa se tenía que ser hombre heterosexual de copa y puro, de sábados al fútbol y domingos en misa y luego a los toros.

Alguno podría pensar que el autor de este artículo está exagerando, pero no nos debe sorprender si todos los años la celebración de la toma de Granada se acompaña de excrecencias de aquel periodo franquista, marchas de dudoso carácter democrático de organizaciones de extrema derecha que vienen a reclamar ese legado histórico como la constatación de la unión de la patria y este tipo de cosas que nunca han dado de comer a nadie.

Por otro lado si se trata de poner en valor la herencia cultural de la zona, como creo que es el caso, pienso sinceramente que apelar a la toma de la ciudad, al enfrentamiento, y al hecho que inauguró uno de los periodos más violentos, de retroceso cultural, represivos, excluyentes y oscuros de nuestra historia en común no es lo más adecuado. Más aún cuando la tradición hortofrutícola de nuestra región es milenaria, se remonta incluso a la época íbera y romana.

A este respecto me gusta especialmente la oferta cultural cartagenera de Cartagena Puerto de Culturas. Como propuesta, se podría poner en valor la herencia multicultural de la Huerta de Murcia haciendo algo parecido: yacimiento de San Esteban, la muralla árabe, baños árabes (ah no, perdón, que ya se encargaron de cementarlos), la Contraparada (que se piensa que data de la época romana), el Museo Arqueológico, el yacimiento romano de Joven Futura, la Catedral y un largo etcétera.

Además, esta oferta cultural podría ir acompañada de iniciativas como la del Ayuntamiento de Valencia, titulada 'De la huerta a la plaza', donde los últimos domingos de cada mes recuperan la plaza del Ayuntamiento para hacer un mercado con productos de la huerta y ecológicos, un evento cultural-gastronómico. Y por supuesto, seguir con la lucha por la conservación del patrimonio y el entorno huertano, impidiendo el entubado sistemático de acequias y el urbanismo depredador.

En definitiva, si de algo podemos presumir los pueblos que habitamos en el litoral mediterráneo es precisamente de diversidad, de mestizaje, de herencia multicultural; y en la Huerta de Murcia tenemos un claro ejemplo de multidiversidad. Trabajemos para ponerlo, esto sí, en su justo valor.

Pedro Luis López es miembro de Anticapitalistas

del Consejo Ciudadano Autonómico de Podemos Región de Murcia

y de la Coordinadora de Cambiemos Murcia

Sobre este blog

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