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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Mártires del tiempo y del compás

El portavoz de Drago Verdes Canarias, Alberto Rodríguez.

Domingo Centenero

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A veces para entender las arenas en las que nos movemos tenemos que mirar otras situaciones. Este es el caso de hoy me centraré en Canarias porque, explicando su situación, quizás comprendamos mejor la nuestra. Albert Rodríguez, quien había sido secretario de organización de Podemos, comprendió rápido, a su regreso a las islas tras ser inhabilitado, que la única fórmula de que su territorio estuviera presente en el marco nacional era crear un partido: Proyecto Drago. Una realidad para que le tenía un potente discurso que todos recordamos sobre los orígenes de su familia: costureras para una de las grandes familias de la isla, los Oramas. Apellido que todos reconocemos en la combativa diputada de Coalición Canaria.

Durante su constitución, no sé qué pasara con él cuando lleguen las elecciones autonómicas, se negó sistemáticamente a la alianza de izquierdas, mientras el resto de las formaciones acudían, incluido Más, porque su objetivo era crear un espacio de coalición que sumase desde el origen. La instrucción no sabemos si venía desde arriba. Entre tanto, al igual que Proyecto Drago, Podemos negó la mayor, la idea era que la suma solo se podía producir con los resultados de las autonómicas y nacionales donde las encuestas le daban buenos resultados. Un poder territorial para atar los pactos nacionales futuros. Eso significaba una orden para preparar las elecciones con candidatos mientras los demás esperaban y desesperaban y aplazaban la presentación de candidaturas para cuando tuviéramos los pactos que se cerraban, pero no se firmaban a lo largo del territorio nacional.

Esto explica lo sucedido en algunos territorios, donde la llegada de Sumar se aplazó y se aplazó, hasta que cuando llegó Yolanda, el único que había presentado sus candidatos, tenía una inversión hecha en publicidad y un programa preparado era Podemos e iban lanzados hasta que, en alguno sitios, en vez de agradecer los servicios prestados lo que hubiera obligado a un fin de legislatura de los estantes sin posibilidad de salir, decidieron atacarlos abriendo la puerta su dimisión en el momento que algunos estaban haciendo sus candidaturas electorales mientras otros andaban esperando a ver como terminaban los pactos que nunca llegaron. El resultado lo podemos ver en Canarias, pasando por Molina de Segura a Murcia. El flamenco y la política coinciden en que ambas son mártires del tiempo y el compás.

La resistencia del Proyecto Drago a los acuerdos lo hizo ascender y sin resultados electorales ninguno apareció en el acuerdo del Turia, en el que las fuerzas regionalistas: desde Mas Madrid a Compromís pasando por el ya citado Proyecto Drago, ni sombra del acuerdo canario. El triunfo de Alberto Rodríguez obliga a ahondar en una cuestión sobre la que llevo años dando la tabarra a quien me escucha: la organización provincial del voto tiene de una atomización y fragmentación de la representación que ha ido aumentado a lo largo de los años, lo que no favorece siempre a los mismos. Máxime cuando la atomización no es autonómica, sino provincial, veremos qué pasa con Soria ahora que se retira su diputado regional.  El origen de estos partidos descansa en el poco caso que los partidos nacionales han hecho a estos territorios. Aquí hemos de incluir a Podemos cuya bicefalia, autonomía local y listas planchas desde Madrid, abocó a un constante conflicto entre aparatos que acabaron, entre otras cosas, por dinamitar el partido. Este se ha convertirlo en una trituradora de carne en la que no existen espacios para la disidencia constructiva. Excepto si eras uno de los regionalismos asimétricos resultados de una confederación, lo que abre la puerta a múltiples acuerdos que ahora andan explorando. Atentos a esa jugada que se barrunta.

Sumar tendrá que lidiar con esto, aunque todavía no es un partido ¿acabará siendo? Sólo Madrid, una vez más el centro, sabe con cuantos simpatizantes cuentan en los territorios y solo ellos son conscientes de la dificultad en la que se encuentran en cada territorio. Sumar una estructura nacional, donde algunos en los territorios, como sucedió en otro partido durante la época de las primarias de Pedro Sánchez, han palmado préstamos personales y tiempo en la firme creencia de que el proyecto llegará lejos. Ellos son la baza del éxito de Yolanda, figura atractiva para el votante medio que parece seducido por una excelente ministra de Trabajo. El problema como siempre será, instituciones o personas. Qué será Sumar después de las elecciones, cómo se organizará y que papel jugaran las zonas sin peso regional: confederación o plancha. La cuestión es importante. En Valencia, Compromís no da suficientes votos para mantener un gobierno del PSOE si Podemos no revalida las posiciones y se estrella. Una cosa son las autonómica y otra son las nacionales, acentos distintos para unos mismos tiempos, así que cuidado con el compás muchachos que esto es flamenco o política.

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