Empezamos un nuevo año. Muchos de nosotros en los primeros días de enero hacemos balance del tiempo pasado y nos ponemos a pensar en todo aquello que nos gustaría hacer o cambiar en nuestras vidas. Surgen así nuevas metas, nuevos planes como ir al gimnasio, dejar de fumar, cuidar más la alimentación, aprender un nuevo idioma, gastar menos o de forma más responsable, dedicar más tiempo a cierta persona, emprender aquel proyecto que siempre has tenido en mente...
No está mal la idea de comenzar el año con buenos propósitos, de mejorar y tener claro aquello que nos gustaría hacer o conseguir. Lamentablemente, en la mayoría de las ocasiones estos “nuestros nuevos y buenos propósitos para el año que comienza” se olvidan con el paso de los días, se abandonan y se quedan ahí, en el tintero muertos de risa.
¿Qué nos falla? ¿Dejadez, pereza, falta de voluntad, despiste?, ¿Realmente quieres lo que te has propuesto o es simplemente un deseo o sueño? ¿Por qué no pasas a la acción? ¿Qué te lo impide? Tú mismo y las “barreras” o “dificultades” que uno se quiera poner o “inventar”. Hay que dar el primer paso, tener confianza en uno mismo y decirse “Vamos a intentarlo, si me lo propongo lo consigo”. No hay nada más satisfactorio que después de intentar ese cambio, de reunir voluntad, esfuerzo, ilusión, al final logremos nuestro objetivo. No hay nada más poco gratificante que no hacer nada y encima pensar “lo tenía que haber intentado”.
A continuación os dejo algunos pasos que podemos seguir para ayudarnos a conseguir aquello que nos propongamos:
Escribe una lista
Es tan fácil como empezar a escribir una lista de tus diez propósitos con sus beneficios, con lo positivo que te aportaría lograr cada uno de ellos. Ponla en un lugar visible para tenerla siempre presente. Está comprobado científicamente que el escribir tus objetivos incrementa la probabilidad de lograrlos en un 42% -según un estudio de la profesora Gail Matthews, Dominican University of California-.
Objetivos alcanzables, que puedas cumplir y te motiven
Persigue aquello que sabes conseguirás si pones de tu parte, no te andes por las ramas. Aquello que te propongas debe ser alcanzable, medible, concreto, realista, con fecha límite, y mucho mejor si es emocionante. Porque si a aquello que realizas le pones entusiasmo y pasión, entonces sientes lo que haces, lo disfrutas, te motiva seguir adelante, por lo que la probabilidad de abandonar tu propósito es mínima, y de lograr éxito máxima.
Plan de acción y tiempo
Concreta aproximadamente cuándo vas a empezar tu plan de acción, los días y el tiempo que le vas a dedicar, marca una fecha tope o plazo aproximadamente para lograr tu objetivo. Si planificas y organizas tu tiempo todo es más sencillo, pues en todo momento sabes a lo que te atienes.
Busca compañeros de camino
Los propósitos en compañía son más fáciles de alcanzar. En aquellos momentos que entre la “pereza” de seguir, la otra persona puede servir de apoyo para no abandonar y seguir adelante.
Un premio, una sonrisa
De vez en cuando, y conforme avances próximo a lograr tu meta, date una recompensa, el esfuerzo lo ha merecido.
Como decía Alan Cohen, “No esperes a que las condiciones sean perfectas para empezar; el empezar hace las condiciones perfectas”, así que manos a la obra y feliz comienzo de año.
