Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.
Sobre este blog

Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

Aquella tarde de 1998

Antonio Chumillas González

16 de septiembre de 1998.

Como yo, millones de españoles vivimos ajenos al momento histórico que se avecina. Mis padres, de forma casi ritual, se sientan a ver el telediario y se produce el golpe de efecto: José María Aznar aparece en la pantalla. A estas alturas del cuento, ya identifico a ese señor: es el que hace que mi padre frunza el ceño, que mi madre resople por lo bajo y es de quien se ríen en ‘El Informal’. Porque, recuerda: es 1998 y ‘El Informal’ está en el aire. Aznar está sentado en una mesa dirigiéndose a los periodistas y dice unas palabras que, a día de hoy, me resuenan absurdas y peligrosas: “ He autorizado contactos con el entorno del Movimiento Vasco de Liberación”. Sin entender nada, veo como mi padre frunce el ceño con más fuerza que nunca y como mi madre resopla hasta quedarse sin aire. Como sucede con los momentos históricos, solo el tiempo nos ayuda a comprenderlos en toda su complejidad.

Aquel año, ETA declaró una tregua indefinida. Euskadi Ta Askatasuna (“País Vasco y Libertad”) era el nombre completo de aquello que nosotros conocíamos como ETA, un grupo terrorista que defendía el nacionalismo vasco y su independencia de España y Francia.

Buscar el origen del nacionalismo vasco es ahondar en una de las incisiones más profundas de nuestra historia. Como cualquier nacionalismo (español incluido), se nutre más de un fuerte sentimiento de discordia y rencor que del amor por uno mismo y su entorno histórico y geográfico. Igual que las Guerras Carlistas y la politización de la revolución industrial catalana sirvieron para alimentar el independentismo catalán, la Guerra Civil Española y su consecuente dictadura fascista empujaron la idea de un País Vasco libre e independiente.

En ese contexto de represión y exaltamiento militar surgió lo que, en aquella tarde de 1998, nosotros llamábamos ETA. Y ETA, como cualquier defensor de una idea, tiene divisiones dentro de la propia organización. La ETA política y la ETA militar convivían simultáneamente persiguiendo un objetivo común: libertad. Pero la palabra pronto les queda grande. La lucha (como todas las luchas) se volvió vengativa, irracional y mortal. Para ellos, la libertad del pueblo vasco pasaba por encima de la libertad del resto de los españoles. Incluso por encima de las libertades de sus propios vecinos.

En aquellos tumultuosos años que fueron la década de los 80, la lucha armada cobró más fuerza que nunca y las extorsiones eran el pan de cada día. Si eras empresario en el País Vasco, era probable que recibieras una carta pidiéndote dinero a cambio de que no os pasase nada ni a ti ni a los tuyos. Para el gobierno de Felipe González, aquella etapa de miedo culminaría con los GAL, un cuerpo financiado por el estado que actuaba saltándose la ley y con métodos nada democráticos. Al final, la delgada línea entre unos y otros era una cuestión meramente ideológica y política.

Llegaron los 90 y la caída del sueño socialista en España. El PSOE no era el partido revolucionario que se presuponía y las esperanzas fueron a parar a las manos de ese señor bajito y bigotudo que tantas arrugas provocó en mi padre. La lucha contra ETA se convirtió en una prioridad política y el PP hizo todo lo que estuvo en sus manos para ser recordados como aquellos que pusieron fin al terrorismo en España.

Era 1998 y faltan tres años para que el mundo se estremeciera con la caída de las Torres Gemelas. Aún éramos inocentes. Es entonces cuando ocurre: ETA pacta una tregua indefinida y Aznar deja de hablar de `terroristas´ para hacer alusión a un `Movimiento Vasco de Liberación´, entrando en su juego y creando una visión cuasiromántica del terrorismo. El mismo año, el Gobierno del PP indulta a 210 presos de ETA y acerca a 125 presos etarras a las cárceles del País Vasco.

El propio Mariano Rajoy (años antes de ser presidente), ensalzaría esos gestos y esa “voluntad de que llegue la paz” frente a las cámaras. En 1998 nadie hablaba de terroristas. Y no sirvió: en 1999 ETA anunció el final de la tregua. Años después y en la oposición, ese mismo Gobierno que se había reunido a escondidas con ETA y Batasuna, criticó al ejecutivo de Zapatero por iniciar el proceso de paz con ETA a través del diálogo. Algo parecido ha ocurrido con el gobierno de Pedro Sánchez: la prensa y el propio PP lo han bautizado como un Gobierno de Frankenstein por pactar con nacionalistas y `terroristas´ (a pesar de que ETA finaliza su trayectoria en 2018). Oportunamente, olvidan que en 1996 Aznar se convirtió en presidente gracias al pacto con CiU, liderado entonces por Jordi Pujol.

Olvidan también que aquella tarde de 1998 en España no había terroristas. Había una `Movimiento Vasco de Liberación´.

Olvidan que ese año se indultó a 210 personas con delitos vinculados a ETA.

La política es un yoyó donde siempre se acaba volviendo al mismo punto por muchas vueltas que demos. Y los únicos que nos mareamos somos nosotros. Los errores de ahora, los errores de entonces. Pero en 1998 eso no importa. Lo único que importa es que el señor del bigote deje de hablar para que mi padre relaje el entrecejo y mi madre vuelva a tomar aire. Y para que empiece ‘El Informal’ de una maldita vez.

Sobre este blog

Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

Etiquetas
stats