La emergencia climática está aquí y la necesidad de medidas urgentes para minimizar su impacto también, especialmente en el transporte y el consumo energético. El gobierno francés ha eliminado rutas aéreas cuando hay una alternativa ferroviaria de dos horas y media. La medida, incluida en su Ley de Clima y Resiliencia de agosto de 2021 supone, en la práctica, la eliminación de las conexiones entre los aeropuertos de París-Orly y Burdeos, Nantes y Lyon. Es una medida importante en la lucha contra la crisis climática y el ahorro energético. La medida tiene un carácter pionero en el contexto de la UE y el hecho de que es un cambio de orientación en el camino de reducción de las emisiones globales así como un apoyo a la puesta en marcha de regulaciones encaminadas a limitar la oferta de modos de transporte muy contaminantes mientras existan alternativas sostenibles.
La medida francesa, que tiene el aval de la Comisión Europea, muestra la dirección para otros países de la UE: el cambio de vuelos cortos por trayectos en tren. Representa un avance en cuanto a medidas de limitación de la oferta, aunque el umbral de 2,5 horas para la alternativa ferroviaria o la exclusión de todos los vuelos de conexión son importantes limitaciones a la eficacia de ésta. Caminar con una mayor ambición en este tipo de medidas es la fuente para maximizar su impacto ambiental positivo. La sustitución de vuelos cortos por trayectos en tren resulta una medida eficaz en nuestro país, que tienen la red ferroviaria de alta velocidad muy extensa, con corredores aéreos de impacto ambiental como el Madrid-Barcelona, que en 2019 generó casi 35.000 operaciones de vuelo y es una de las rutas aéreas con mayores emisiones en la UE.
En la Región de Murcia vivimos todavía del espejismo de las infraestructuras de transporte, incluido el aéreo; a pesar de un aeropuerto de Corvera deficitario y con escasos trayectos o una autovía Cartagena-Vera, rescatada con el dinero de toda la ciudadanía. En nuestra tierra, los proyectos de autovías pendientes de construcción tienen presupuestados más de 420 millones de euros, lo que representa el 35% de todo el estado español. Como contraste, la mejora significativa del ferrocarril convencional es una tarea pendiente y las líneas de tren de cercanías son manifiestamente mejorables.
El transporte es, según los datos de la Unión Europea, el mayor contaminante de todos y la aviación es la que mayor impacto tiene en el medio ambiente y en el calentamiento acelerado del mundo. Entre 2013 y 2019, las operaciones domésticas de pasajeros crecieron un 27%, con un incremento de las emisiones asociadas a estos vuelos de un 30%. Todo esto a pesar de las mejoras tecnológicas y de eficiencia de los aviones en el mismo periodo. Según el Ministerio de Transición Ecológica, los vuelos domésticos generaron en España 3,15 millones de toneladas de CO2 en 2019. El Plan Nacional Integrado de Energía y Clima establece un objetivo de reducción de las emisiones de dicho sector de un 33% para 2030. Resulta urgente y eficaz la puesta en marcha de medidas coordinadas para la reducción significativa las emisiones del transporte aéreo.
Trece organizaciones sociales, sindicales, ecologistas y juveniles han hecho una propuesta a los diferentes grupos políticos para la inclusión en la Ley de Movilidad Sostenible, de un artículo que regule la eliminación de vuelos cortos con alternativa ferroviaria de hasta cuatro horas. La supresión de los vuelos cortos permitiría rebajar la huella de carbono del sector y ayudaría a combatir la crisis climática. Hay que destacar que el ferrocarril es seis veces más eficiente que el avión desde el punto de vista energético y ambiental.
Sin embargo, el lobby de las aerolíneas y el cargo aéreo no quiere asumir la necesidad de reducir de manera planificada el volumen del transporte aéreo global, la industria (aerolíneas, constructores, gestores aeroportuarios, etc.) siguen apostando por más infraestructuras, más aeropuertos, más aviones y en el espejismo de un combustible sostenible para las flotas aéreas, junto a una decidida política de greenwhashing (lavado verde).
El transporte aéreo ha disfrutado de una situación de enormes privilegios económicos y sociales que ha tenido como consecuencia el crecimiento exponencial del sector y de sus impactos ambientales, Hoy, en plena crisis climática y energética, cada vez es mayor la presión social y política para que la aviación reduzca sus impactos y deje de aumentar los graves problemas a los que nos enfrentamos como sociedad.
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