Políticas de igualdad para una vida libre de violencia contra las mujeres

Los avances normativos y los distintos recursos de atención a la violencia contra las mujeres, el Pacto de Estado, las manifestaciones, no hacen sino reafirmar que pese a los mensajes negacionistas sobre este tipo de violencia, que afecta de manera estructural a la mayoría de la población, sólo por el hecho de ser mujeres, en los últimos años hemos avanzado en este ámbito. Y es necesario recalcarlo porque, ante los asesinatos y las duras realidades de las supervivientes de la violencia, resulta en ocasiones desalentador ver cómo no avanzamos más rápido. 

Los problemas más graves de nuestra sociedad, entre los que se encuentra la violencia contra las mujeres, son complejos, requieren intervenciones y soluciones difíciles, llevan tiempo. Construir igualdad cuesta, destruir es mucho más sencillo. 

Dice Marcela Lagarde que “si el estado tuviera perspectiva de género, si fuera entonces más democrático, no habría tolerancia social a la violencia hacia las mujeres y por lo tanto al feminicidio”. Cuando hablamos de aplicar la perspectiva de género feminista a las políticas públicas lo que queremos decir es que tenemos que analizar las desigualdades contra las mujeres que permiten la violencia y diseñar herramientas de transformación política, social y económica, es acabar con un sistema patriarcal, androcéntrico y capitalista que sigue colocando a las mujeres en las situaciones de vulnerabilidad y discriminación. 

Debido a la dimensión del problema, focalizar todos nuestros esfuerzos en la atención de la violencia contra las mujeres, por muy necesario que sea, nos hace perder de vista en muchas ocasiones el objetivo fundamental, que este tipo de violencia no se produzca. Es lo que llamamos prevención.

No hay mayor innovación social que la consecución de la igualdad entre mujeres y hombres, ya que de una manera u otra afecta a toda la población

Tanto en la atención como en la prevención de la violencia resultan imprescindibles políticas públicas de igualdad con personal especializado, es el perfil profesional de las agentes de igualdad, que ayudan, acompañan y enseñan a otras y otros profesionales precisamente a introducir esa perspectiva de género tan necesaria. Para que nuestras políticas públicas de igualdad sean eficientes y tengan calidad, para materializar este compromiso político emanado de nuestro ordenamiento jurídico, se requiere de este personal especializado con un enfoque feminista en todas las administraciones. 

En estos momentos no hay mayor innovación social que la consecución de la igualdad entre mujeres y hombres, ya que de una manera u otra afecta a toda la población. Tenerla en cuenta en las estrategias contra el cambio climático, contra la despoblación, contra la crisis de cuidados, la crisis económica, es fundamental a la hora de lograr la transformación necesaria para alcanzar un nuevo pacto político, social y económico que favorezca la vida de todas las personas y de nuestro planeta.

Sin embargo, seguimos teniendo una mirada sectorial de la igualdad a la hora de diseñar las políticas públicas, y no transversal. Y esto es así por la complejidad de aplicar esa transversalidad en ámbitos como la economía, el urbanismo, la salud, la vivienda, el desarrollo territorial, etc. Es por ello que los organismos necesitan de ese personal especializado en políticas de igualdad que permita construir autoridad y generar condiciones para su sostenibilidad, mientras establecen alianzas con el movimiento feminista. 

Y todo ello es importante porque si no lo hacemos seguiremos siendo tolerables socialmente a la violencia contra las mujeres, nos bastará con medidas paliativas que atiendan el problema pero que no lo solucionen, solamente lo harán más soportable, más llevadero, con un sistema que seguirá siendo desigual y discriminatorio hacia las mujeres, que seguirá utilizando la violencia para mantenerse.  

Hoy más que nunca necesitamos reflexionar y definir un modelo social y económico que permita a la mayoría de la población, a las mujeres, vivir unas vidas dignas de ser vividas. Es una tarea complicada, que da resultados a medio y largo plazo, pero que a su vez nos da muchas satisfacciones como seres humanos, ya que con ella ganamos toda la ciudadanía en igualdad, justicia y libertad.