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“Hay mucha hipocresía, incluso dentro de la familia y los amigos de toda la vida”

El reparto de la obra de teatro 'El nombre', con Molero a la izquierda / Foto: Sergio Parra.

Garikoitz Montañés

Una cena familiar o entre amigos, un comentario más o menos inocente y un cruce de reproches sin fin. La obra de teatro El nombre llega este fin de semana (sábado y domingo) a Baluarte con el objetivo de divertir pero, también, de provocar cierta reflexión. La función, una adaptación de una obra francesa que ha triunfado durante seis meses en Madrid, pretende dar una vuelta de tuerca a las relaciones personales, a los secretos y a la hipocresía que se encarga de preservarlos. El actor Antonio Molero (Toledo, 1968), conocido por sus papeles televisivos como Poli en Médico de familia o Fiti en Los Serrano, repasa las claves de la representación, los reproches de familia y, de paso, la situación del teatro y el impacto de la televisión en su carrera. Asegura que, pese a que le encasillen en papeles de comedia, puede que en el futuro le acaben descubriendo como un actor dramático solvente. “Aunque eso llegará cuando sea mayor”, augura.

El nombre llega a Pamplona, una adaptación de una obra francesa. ¿La comedia francesa ha asentado un tipo de humor diferente?El nombre

Lo que pasa es que últimamente lo están haciendo muy bien. Hubo un tiempo en que se adaptaba todo lo procedente de América, y, ahora, si hay calidad, ¿por qué no adaptar esta obra francesa? Además, con la adaptación que ha hecho Jordi Galcerán [autor del éxito de El método Grönholm], no huele nada a francés. Se trata de una historia muy común de un grupo de amigos tirando a burgueses que se reúnen para celebrar el embarazado de una amiga y, por una tontería, salen a la luz cosas que han guardado durante muchos años.

A muchos espectadores eso les parecerá cercano.

Sí, hay mucha hipocresía, incluso dentro de la familia y de los amigos de toda la vida, donde se tapa lo que pensamos realmente.

A veces parece que eso se reserva para poder utilizarlo cuando más nos conviene…

Sí, luego se usa como arma arrojadiza. Y por eso hay bromas, conversaciones que empiezan con pequeños piques, que acaban mal y se llega a los insultos.

¿Usted es partidario de ser 100% sincero?

Bueno… (se ríe) tampoco hay que pasarse con la verdad. A veces está sobrevalorada.

¿Se puede vivir feliz en la ignorancia?

Totalmente. Hay normas de convivencia que exigen maquillar la verdad. Omitir es un ejercicio que hacemos continuamente. ¿Para qué vamos a decir algo que puede hacer daño a una persona?

¿Nota que el público del teatro tiene ganas de comedia?

Hablamos de una obra que tiene varias capas. La más superficial, de la que pueden disfrutar los más jóvenes que simplemente quieran divertirse, es que te ríes mucho con ella. Pero, si rascas un poquito, te das cuenta de que hay temas que invitan a la reflexión. Sobre la comedia, yo creo que es bueno disfrutar de ese punto de evasión, y ahora más que nunca, que la tropa está muy baja de moral. Es una gozada subir al escenario y ver que la gente disfruta de ese momento sin plantearse problemas más gordos.

Usted, al hablar de la piratería, aseguró que está afectando al cine pero no al teatro. Sin embargo, ¿el teatro no va a ser siempre minoritario?

Los espectadores de cine están optando al final por ver películas en casa, ya sea por el precio, por la comodidad, por los equipos disponibles… pero con el teatro eso no ocurre. Sería muy caro llevarte una compañía de teatro a casa. Además, acudir al teatro tiene algo de ancestral. Y, ahora, el público ante todo busca experiencias, y el teatro tiene ese factor irrepetible, la sensación de que es algo exclusivo. Llevamos casi 200 funciones con esta obra y cada día ocurre algo distinto. Sé que es un topicazo, pero el teatro es un acto de generosidad, del público y de los actores.

Lleva varios años apostando por el teatro. ¿Quería dejar atrás la televisión?

Es que mis orígenes, mi formación, están en el teatro. Y me permite probar diferentes registros y mantenerme en forma, porque en el cine y la televisión al final te piden siempre lo mismo.

¿Se siente encasillado?

Es una batalla que hace tiempo que di por perdida. Siempre me van a ofrecer papeles como Fiti o de un personaje con algún diminutivo. Es así. Yo no puedo luchar con eso, con la potencia de la televisión. ¿Qué voy a hacer si la gente me llama Fiti por la calle?

¿Le molesta no tener la oportunidad, que a menudo persiguen los actores, de interpretar papeles muy diferentes?

Igual en el teatro tengo más posibilidades de hacerlo. Porque tampoco está la industria como para ir eligiendo papeles, pero siempre es un gustazo que venga un director y te proponga algo diferente. Además, estoy convencido de que se darán cuenta de que están perdiendo a un actor de drama. A gente como Alfredo Landa o a otros les pasó, que de repente alguien tenga un ataque de lucidez y vea que los actores de comedia tenemos un punto dramático interesantísimo. Pero sé que eso ocurrirá cuando sea mayor.

¿Es bueno tomarse un descanso de la televisión?

De la tele hay que descansar porque agota mucho. Es un medio muy duro; al final, trabajas de lunes a viernes y sales de noche de casa y vuelves de noche. Afortunadamente, de vez en cuando paras durante unos meses para que los guionistas tengan nuevas ideas, pero sí es verdad que también es importante saber quitarse un poco de en medio. Aunque, luego, sigues viéndote en las reposiciones…

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