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entrevista Presidenta de la Red Navarra de la Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social

Edurne Redín: “En Navarra partimos de una posición mejor en cuanto a pobreza, pero la evolución está estancada”

Edurne Redín, presidenta de la Red Navarra de Lucha contra la Pobreza y Exclusión Social

Sol Gragera

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La crisis económica derivada de la sanitaria ha vuelto a impactar en la población más vulnerable y cercana a los umbrales de pobreza. También en Navarra, aunque sea la comunidad que presenta la tasa más baja del país con un 12%, según el indicador AROPE. Está situada, además, como el décimo territorio en mejor situación dentro de Europa. No obstante, desde la Red Navarra de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social llaman este 17 de octubre a no caer en la autocomplacencia. Su presidenta, Edurne Redín (Pamplona, 1983), advierte de cómo la pandemia ha provocado un aumento en tres puntos porcentuales de las personas que viven con una privación material severa. Además, hace una lectura en profundidad del último informe del Observatorio de la Realidad Social y señala el incremento de quienes no han podido permitirse una comida de carne o pescado cada dos días o hacer frente a los gastos de una vivienda en lo peor de la pandemia. Este dato casi se ve duplicado en medio de la crisis. De hecho, lo que más preocupa a la Red son las 73.926 personas que en 2019 vivieron en escasez severa con menos de 640 euros al mes. Este es el núcleo de la exclusión social y Redín advierte de su cronificación en la comunidad foral.

¿Cuál es el rostro de la pobreza en Navarra?

Cuando hablamos de pobreza, nos parece importante también hablar de exclusión social. La pobreza hace solo referencia a la parte económica. Es decir, a no tener unos ingresos suficientes para hacer frente a las necesidades básicas de la población. Pero nosotros lo que incorporamos es el concepto de la exclusión social, más amplio y que nos indica cuál es ese rostro. Lo que nos damos cuenta es que no hay una única causa que favorezca el ser una persona pobre, sino que hay múltiples causas y que además se pueden dar a lo largo de toda la vida. Por lo tanto, no hay un único rostro. Son afectadas muchas dimensiones de las personas. En el caso de los menores hablamos de la educación. Pero también de la falta o inadecuación de una vivienda y de la salud. Sí tenemos recogidos determinados colectivos que son más tendentes a un mayor porcentaje de vulnerabilidad, como por ejemplo la población gitana o personas migrantes. Sobre todo aquellos en una situación jurídico administrativa irregular. Personas solicitantes de asilo, sin hogar, con problemas de adicciones, personas presas y expresas, mujeres en situación de prostitución o trata, mujeres víctimas de violencia machista e incluso estructuras familiares, como son los hogares monoparentales. No hay un único rostro. Son múltiples las facetas y las personas que se engloban dentro de estos conceptos de pobreza y exclusión social, que tienen una incapacidad real y estructural para poder disfrutar de una vida digna.

Según el último informe del Observatorio de la Realidad Social de Navarra, el 73% de los menores y más de un 60% de las mujeres de origen extranjero se encuentran en situación de pobreza. ¿El hecho de tener la nacionalidad española es un factor determinante?

Hemos leído y analizado el informe y hay un punto en la redacción que asegura que la obtención de la nacionalidad española es una estrategia para la amortiguación, sobre todo en casos de pobreza severa, ya que tienen un mayor nivel de bienestar aquellos que materializan esa nacionalidad. Y hasta ahí como Red estamos de acuerdo. Es decir, el ser ciudadano de un Estado te abre un abanico de derechos y de posibilidades. Sin embargo, hay una parte en la que no estamos de acuerdo en ese informe, aunque puede que sea un problema de redacción, donde dice que “tiene un mayor nivel de bienestar quien materializa la nacionalidad que quien no adopta esta decisión”. Nos parece preocupante que haya una falta de análisis sobre este punto. Pedimos que se sea riguroso en esta cuestión. La obtención de la nacionalidad no es una cuestión de falta de voluntad. Todo el mundo quiere tener acceso a unos derechos. Hay que hacer una lectura de las barreras impuestas por nuestra propia legislación.

En este caso es especialmente clamorosa la Ley de Extranjería que tenemos a nivel estatal. Existen un montón de impedimentos y de barreras a la adquisición de la nacionalidad. Sí que es verdad que en Navarra tenemos una renta garantizada que contempla la posibilidad de que las personas en esta situación puedan acceder a una prestación económica, pero siempre está mediando que cumplan unos requisitos de residencia en Navarra. Por ejemplo, uno de ellos es la obtención de un padrón. Para una persona en esta situación es casi una quimera. Aunque sea una prestación garantizada para todas las personas que la necesitan, tenemos que atender a que hay unos requisitos que frenan en determinados casos.

El informe no refleja de todo el impacto de la pandemia. ¿Qué consecuencias ha tenido para la población más vulnerable?

Los datos de Estadística de Renta de la población navarra no lo recogen. Pero en la Encuesta de Calidad de Vida y sobre todo en el índice AROPE sí que se ve de alguna manera. La tasa AROPE es del 12% en 2020 cuando en 2008 era del 8,6. Es verdad que a partir de 2015 la tendencia es a la baja. Pero para nosotros es una bajada demasiado lenta. Han pasado más de 10 años y no hemos retornado al número de personas que teníamos previo a esa crisis.

En cuanto a los datos de 2020, en plena crisis de la COVID-19, lo que nos encontramos es que la pobreza material severa aumenta a un 6,2%, cuando en 2019 era de un 3%. De esta pobreza de material severa, hay unos ítems que más nos preocupan. Se hace una encuesta donde se pregunta a las personas si puede permitirse o no una comida de carne, pollo o pescado cada dos días. En este punto hemos pasado de que el 2,4% de la población en 2019 que no podía permitírselo a un 4,4% en 2020. Casi se duplica. Y otro ítem que nos parece muy relevante es el tema de vivienda. En 2019, un 6,9% de las personas encuestadas tenía retrasos en el pago de gastos de vivienda y facturas aplazadas. En 2020 llega a un 11,4 por ciento de la población. Ahí estamos viendo los efectos de esta crisis provocada por la pandemia sobre todas en aquellas personas que empezaban ya desde un punto de partida mucho más precario.

Como Red, lo que podemos afirmar es que, aunque en comparación con otras comunidades sí que estamos ofreciendo unos valores más pequeños en cuanto a pobreza y exclusión social en Navarra, no podemos caer en la autocomplacencia. Sobre todo porque, según la Encuesta de Calidad de Vida, si nos comparamos con una comunidad autónoma similar, vemos una cronificación o un estancamiento del volumen de pobreza en Navarra. En 2008 teníamos 16,3% en riesgo de pobreza, pasando en 2019 a un 17,6%. Mientras que el País Vasco logró volver al mismo nivel registrado en 2008, regresando a un 19,3% en 2019. Si miramos sobre todo la pobreza severa, es todavía más preocupante, porque si bien en Navarra empezamos con un 5,2% en 2008 y País Vasco en un 8,2%, en 2019 nos encontramos con una situación de pobreza severa similar. Es decir, en Navarra tenemos un 8,6% mientras que en el País Vasco un 8,5%. Por ello, creemos que hay que evaluar cómo están evolucionando esos datos internamente, para ver a qué compromisos queremos llegar. Efectivamente, partimos de una posición mejor en cuanto a pobreza y exclusión social, pero la evolución está estancada. La pobreza se está cronificando en determinados datos y no estamos siendo capaces como comunidad de dar una respuesta a estas personas.

No se puede caer en la autocomplacencia de una comparación estatal, sino que debemos revisar internamente cómo estamos evolucionando

En otras palabras, quien está en riesgo de pobreza no está siendo capaz de salir de esa situación y, en ocasiones, cae en situación de pobreza severa.

Sí. De hecho, hasta 138.693 personas vivían en Navarra con menos de 960 euros en 2019. Y de ellas, 73.926 vivieron en pobreza severa con menos de 640 euros al mes. Son datos realmente preocupantes. Por eso decimos que no se puede caer en la autocomplacencia de una comparación estatal, sino en revisar internamente cómo estamos evolucionando, y qué políticas o ahondamiento de derechos que ya tenemos configurados deberíamos activar para darle la vuelta a esta situación.

¿Cómo perciben que ha impacto la pandemia en las personas más vulnerables y cuál es la previsión a futuro?

La pandemia impactó de lleno sobre todo en aquellas personas que tenían unos empleos más precarios o incluso que estaban en empleos no regulares. Pero sobre todo impactó en aquellas personas que tenían unos empleos temporales, porque fueron despedidos. Lo que evidenció toda esta crisis fue la débil estructura sobre la que estábamos desarrollando la inclusión de unos grupos poblacionales. Impactó de lleno en personas que tenían una situación de vivienda muy precaria, en algunos casos con hacinamiento, donde familias enteras viven en habitaciones compartidas con muchas más personas. También en hogares monoparentales. Impactó muchísimo en personas migrantes en situación jurídico-administrativa irregular. Hubo una situación de mucho miedo, también a que les parase la policía o a acceder al sistema de salud. Muchas personas acabaron demandando rentas garantizadas cuando antes no las habían demandado.

También a las personas que no han entrado al sistema y que no tienen tarjeta de identificación sanitaria o no tienen el padrón. Es decir, la administración desconoce de su existencia pese a que están residiendo en Navarra. Normalmente son personas que están en una alta exclusión, que es ya una situación muchísimo más compleja. En este sentido, hemos demandado al Observatorio que se haga un informe para saber esta situación. Qué personas son, cuáles son sus características, sus necesidades y si se están cubriendo o no. Sí que es verdad que en cuanto a renta garantizada se ha visto su efecto, sobre todo en la pobreza severa. Pero consideramos que parejo a estas políticas pasivas, debe haber políticas activas que vayan incorporando a todas estas personas.

¿Quiénes han sido los más afectados por la pandemia?

Quizás este último grupo de personas invisibilizadas, que no tienen acceso a lo que es el sistema de salud, empleo o vivienda. Un porcentaje grande son personas migrantes. Pero también hay otras situaciones por los requisitos puestos en las normas. Por ejemplo, una renta garantizada una persona no puede solicitarla a no ser que lleve residiendo como norma general dos años en nuestra comunidad. Además, de 18 a 24 años no está contemplado este derecho. Las personas jóvenes también son uno de los rostros que han sufrido más.

¿Por qué la zona de la Ribera es la que más desigualdad presenta?

Tenemos unas características que son diferentes. La comarca y ciudad de Pamplona tienen un desarrollo industrial y de servicios mayor. En la Ribera la economía normalmente está basada en el sector primario, en el agro y en la ganadería. Esto lo que nos hace pensar es que, aunque son unos núcleos muy importantes de atracción de personas, este empleo tiene unas características especiales, con una mayor temporalidad y unos salarios mucho más ajustados. Este tipo de empleos exigen menos cualificaciones, con lo cual el grupo se vuelve más homogéneo y tiene una incapacidad mayor de buscar otros empleos más continuos.

Como sociedad podemos hacer muchas cosas, abrir nuestra mirada, integrar a estas personas en nuestros barrios y en nuestros pueblos

¿Qué piden a las administraciones en un día como hoy?

Exigimos un compromiso para hacer realidad aquello que está ya regulado. Debe haber un ahondamiento en el desarrollo del derecho a la inclusión que está recogido en la Ley 15 / 2016. De hecho, como Red Navarra de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social, estamos tratando de analizar cómo ha sido la implantación del modelo de acompañamiento social, tanto en los servicios sociales públicos como en el tercer sector, y también a través de las personas que reciben estos servicios. Lo que hemos reclamado siempre es la implicación y la responsabilidad de todos los actores. Cuando hablamos de la administración, planteamos la necesidad de un trabajo coordinado de todos los departamentos. Es decir, que las personas cuando están en estas situaciones no caigan siempre en el Departamento de Derechos Sociales, sino que Vivienda actúe desde su responsabilidad y lo mismo con Educación o Salud. Y que además este trabajo tenga la característica de un trabajo coordinado, que no funcionen como departamentos estancos.

Solo si logramos una intervención multidisciplinar vamos a poder lograr una verdadera inclusión social de las personas. Esa es la clave. La involucración y el compromiso de todas las personas que están tanto en la administración como de la propia sociedad. Porque hablamos muchas veces de estereotipos y de aporofobia. Esto afecta en el día a día de las personas, llegando a incluso a insultos. También nosotros como sociedad podemos hacer muchas cosas, abrir nuestra mirada, integrar a estas personas en nuestros barrios, en nuestros pueblos. Y eso también es algo en la que en lo que todos podemos y debemos colaborar.

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