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“En Navarra hay menos pobres, pero sufren más”

El presidente de Cruz Roja Navarra, Joaquín Mencos.

Garikoitz Montañés

Pensar en la Cruz Roja es pensar en su labor humanitaria, en sus proyectos de cooperación internacional, pero tampoco hace falta viajar tan lejos para conocer sus programas. La entidad, que en Navarra cuenta con 21.000 socios y unos 3.500 voluntarios, lo que la convierte en una de las comunidades de referencia de la entidad, también gestiona desde Pamplona ayudas directas a la población local. Como el reparto de enseres básicos (leche en polvo, papillas, pañales…), la concesión de ayudas para la compra de alimentos y otros productos básicos; la distribución de material escolar de forma discreta, sin logos, y la realización de un proyecto para garantizar que los niños tengan al menos una comida saludable al día; y, por último, la puesta en marcha de un programa de empleo centrado sobre todo en jóvenes, mujeres y personas mayores.

La Presidencia de Cruz Roja en Navarra de Joaquín Mencos (Tafalla, 1973) ha coincidido, prácticamente, con la crisis y la extensión de este tipo de programas. Fue nombrado en 2007 y, en marzo de 2015, espera ceder el testigo. Este voluntario desde hace 25 años de la organización repasa la situación actual, tanto en Navarra como en labores de cooperación al desarrollo, y explica las dificultades de una época que, casualmente, ha coincidido con la concesión de numerosos premios a la entidad. Ironías de la necesidad.

Cruz Roja celebra este año su 150 aniversario. Además, lanzó el Chupinazo de San Fermín. Y, esta misma semana, por su labor internacional, ha recogido el premio Jaime Brunet en la UPNA por su promoción de los Derechos Humanos. No sé si decir que están de enhorabuena.su 150 aniversarioel premio Jaime Brunet en la UPNA

Es curioso porque, si hablara de nuestra labor, se trataría de uno de los peores momentos de la historia reciente de la Cruz Roja. No pensábamos en 2007 que estaríamos dando ayudas directas aquí en Navarra. Y hace dos años y dos meses que empezamos con ello y llevamos destinados ya 800.000 euros. Esto está siendo muy duro. Ahora, por ejemplo, volvemos a ver a personas inmigrantes a las que ayudamos hace años y que habían logrado normalizar su día a día con una casa y un trabajo. Eso duele. Y también hay personas autóctonas que pensaron que nunca necesitarían este tipo de ayuda y que ahora acuden a la Cruz Roja por, por ejemplo, no tener dinero para contar con el material escolar básico para sus hijos en Primaria. Empezamos con 400 kits y, al final, entregamos 3.200.

¿No ha notado una evolución en estas intervenciones? ¿Se mantiene el número de atendidos?

Hay una evolución. Sí se ven colectivos que empiezan a tener trabajo y salen, pero también hay otros con una situación muy dura: son los mayores de 45 años, que están muy alejados del mundo laboral, y los jóvenes, que tienen muy difícil conseguir el primer empleo. Y quizá los jóvenes tienen más fácil al final acceder al mercado laboral pero, en el caso de los mayores, podemos estar ante un problema porque, dentro de diez años, si no han logrado cotizar o vuelve a haber una crisis, no tendrán la red de tejido social que hoy sí ha amortiguado estos efectos. La situación es compleja, y hay puntos negros de riesgo. Como esas personas de, por ejemplo, 55 años y cuya situación se está cronificando.

¿Hay situaciones graves en Navarra de las que no somos conscientes?

Se suele decir que estamos mejor que en otras comunidades, pero la paradoja es que, si comparamos a nuestros usuarios con los de otras regiones, los de aquí están peor. ¿Por qué? Hay menos pobres, pero sufren más.

¿La colaboración institucional, sus aportaciones, están a la altura?

La financiación pública ha caído. Está claro que hay menos recursos, y eso ha tenido un impacto en todos los programas. Por sacar algo en positivo, yo sí diría que ha mejorado la coordinación entre los colectivos y la Administración, y, además, nosotros somos unos privilegiados porque la sociedad navarra ha apostado por nosotros. En el año 2007 teníamos 7.000 socios y, ahora, estamos en 21.000. Eso ha sido crucial, porque, por ejemplo, en esos 800.000 euros destinados a ayudas directas no hay ni un euro público.

La Coordinadora de ONGD ha denunciado esta misma semana cómo se ha reducido el presupuesto institucional a la cooperación al desarrollo. Un 80% menos en el Gobierno de Navarra…

Eso es sangrante. La reducción ha sido drástica, y no solo en Navarra.

¿Cruz Roja ha podido mantener su colaboración internacional?

No al nivel en el que se estaba haciendo. Se han cerrado delegaciones, y hemos tenido que reinventarnos. Ahora la cooperación tiene menos presencia, gracias por ejemplo a las facilidades de comunicación.

En su caso, este año sí ha viajado a Sierra Leona para coordinar al equipo de Cruz Roja en la creación de una clínica de aislamiento para afectados por ébola…sí ha viajado a Sierra Leona

Sí, pero eso era una ayuda humanitaria, que se ha reducido, pero no tanto. En este caso, no hubo financiación, pero Cruz Roja Española puso 750.000 euros de fondos propios para montar ese hospital.

¿Tenía experiencia en hacer frente al ébola?

Nunca. Pero en 2007 estuve en la epidemia de cólera de Zimbabwe y ahí nos tocó trabajar con algo más complicado, como las letrinas, los aseos, la basura y los cadáveres. Con esa experiencia, y el ébola se transmite igual que el cólera, ya sabes cómo actuar. Además, mi función era más logística, yo no soy médico, pero sí realicé en su día un curso de tres semanas sobre equipos de protección individual.

¿En España solo nos ha preocupado el ébola cuando ha habido un positivo dentro del país?

El ébola no se lo tomaba en serio ni la administración de Sierra Leona cuando nosotros llegamos. Claro, tenían que hacer frente al cólera, dengue, malaria, fiebre amarilla… y todas ellas a día de hoy matan más que el ébola. Sí es verdad que ha costado tres meses más de lo previsto poner en marcha medidas, pero hay que recordar que el ébola no es fácil de contagiar. Si no eres médico, claro. Pero es una enfermedad con un estigma: que da miedo.

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