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Resolver la Presidencia de UPN, una necesidad para un partido aún en “shock”

Salanueva, durante una intervención anterior en el Senado / Foto: Efe.

Garikoitz Montañés

La senadora Amelia Salanueva ya ha dado el paso y ha anunciado que optará a ocupar la Presidencia de UPN; Javier Esparza, mientras, el que ha sido cabeza de lista de la formación regionalista en las últimas elecciones forales, sigue deshojando la margarita, y ni confirma ni desmiente su candidatura. De confirmarse, y a falta de nuevas espadas, se abre un debate sobre cuál será la persona encargada de insuflar aire a una formación separada en bloques y que necesita una refundación tras perder el poder municipal en Navarra y las dos principales instituciones, Gobierno Foral y Ayuntamiento de Pamplona. Y a manos, respectivamente, de Geroa Bai y EH Bildu. Salanueva ya ha reconocido que ese panorama ha dejado al partido en estado de “shock”.

“No estamos para juegos florales”, afirma Salanueva. A la senadora se le ha incluido con frecuencia en el bloque del expresidente de Navarra Miguel Sanz, mientras que Esparza fue proclamado como el candidato apoyado por Barcina en el último proceso para elegir al cabeza de lista en los comicios forales, algo que Barcina, la última presidenta de la formación, siempre negó. Junto a ellos, también optaron al puesto Alberto Catalán, quien perdió las anteriores elecciones a la Presidencia de UPN (en 2013) al obtener el 49% de los votos, y Juan Ramón Rábade, entonces responsable del Hospital Reina Sofía de Tudela y ahora director del Área de Salud del Servicio Riojano de Salud (SERIS).

Este proceso ya fue polémico, porque al menos tres candidatos, y especialmente Salanueva, se mostraron a favor de una elección mediante Primarias, mientras que Barcina insistió en que se mantuviera el sistema habitual, con influencia de los órganos directivos del partido. Esparza ganó y, después, también las elecciones, pero UPN ha perdido el Gobierno Foral y el poder municipal a manos de las llamadas fuerzas del cambio y agobiada por su falta de posibles socios.

Barcina reconoció que los resultados no fueron los deseados cuando, el pasado 26 de julio, confirmó que se celebraría un congreso extraordinario para decidir la Presidencia de UPN y que ella, tras dos mandatos, no optaría a la reelección. Y esta decisión se tomaría en un congreso extraordinario que, según Barcina, se celebraría cuanto antes, aunque esa urgencia apuntaba por lo menos a después del verano.

Desde entonces, al menos públicamente, diversas voces han hablado desde UPN sobre la necesidad de regenerar el partido, de reunirlo, pero otra cuestión es cómo. Esparza, que nunca ha descartado su candidatura, ya afirmó poco después que no era el momento de hablar de personas sino de trabajar por el partido, pero Salanueva sí ha dado el paso. Y, curiosamente, el mismo día en que el exportavoz del Gobierno Foral, Juan Luis Sánchez de Muniáin, también intentaba apelar a esa necesidad de unidad.

“Unidad no es una lista única”

“La unidad no es que haya una lista única ni que todos pensemos lo mismo, sino que se trata de intentar integrar y representar a diferentes sensibilidades”, afirma Salanueva. Ahora, parece más asumida la posibilidad de que el próximo candidato o candidata de UPN a unas elecciones forales se decida por Primarias, por lo que Salanueva descarta que este proceso pendiente, el de la Presidencia de UPN, sea una reedición de la pasada elección del cabeza de lista.

Esparza, en declaraciones a Europa Press, ha reaccionado de nuevo a la decisión de Salanueva sin confirmar que dará el paso, pero también sin descartarlo. Y, eso sí, ambos coinciden en la necesidad de celebrar “sin prisa pero sin pausa” ese congreso para reimpulsar el partido. ¿Una muestra de que UPN tiene urgencias? “Las prisas son malas consejeras, pero retrasar ese congreso sería un error. Si no hay causa mayor, creo que se podría celebrar tras el verano y antes de las próximas elecciones generales”, apunta Salanueva. Y hasta ahí las coincidencias; ahora está por ver cómo UPN soluciona sus diferencias, un objetivo que no se solventó antes de las pasadas elecciones forales.

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