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Dos víctimas de una agresión sexual en Pamplona piden cárcel para un policía al creer que alertó a su cuñado de que le investigaban

Exterior del Palacio de Justicia de Pamplona

Rodrigo Saiz

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Esta semana se ha llevado a cabo en la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra el juicio a un policía nacional para el que la acusación particular, que ejercen dos mujeres que denunciaron una presunta agresión sexual con una sustancia química tipo burundanga ocurrida en un piso de Pamplona, pide 4,5 años de prisión y 8 de inhabilitación por un delito contra el deber de perseguir delitos y otro continuado de violación de secretos, al entender que preavisó a su cuñado de que estaba siendo investigado como autor de la violación. La Fiscalía reclama sin embargo la absolución, al igual que la defensa. En el juicio señaló que no está acreditado que haya habido conversación entre los dos ni “dónde, cuándo o cómo”, según recoge Diario de Navarra.

Los hechos se remontan a los puentes forales de diciembre de 2016, cuando una mañana dos mujeres se despertaron en un piso que no era el suyo en un barrio de Pamplona conmocionadas y con dolor en la zona vaginal. No recordaban nada de la noche anterior pasadas las 2:30 de la madrugada. Antes, habían conocido en un bar del Casco Viejo de Pamplona a dos varones que estaban en el inmueble donde se habían despertado y que eran “totalmente desconocidos” para ellas, según recoge el diario El Mundo. Pidieron un taxi y se marcharon del piso, pero no denunciaron la presunta agresión. Días después, ambas fueron a sus respectivos centros de salud por la persistencia de los dolores. Los sanitarios detectaron que las lesiones que sufrían podían estar vinculadas con agresiones sexuales graves y activaron el protocolo de alerta e informaron a los servicios policiales especializados. Así, el asunto recaló en la Unidad de Familia y Mujer de la Policía Nacional en Pamplona, donde trabajaba el policía cuñado del presunto agresor.

Los dos acusados de las violaciones fueron detenidos el 26 de diciembre. “Nos recibieron como si fuéramos del gas, como un témpano”, declaró la inspectora. Otro policía que participó en el operativo apuntó que “su reacción no fue normal, estoy convencido de nos estaban esperando”. Además de esta actitud, la inspectora señaló en el juicio en que uno de los detenidos se mostró muy colaborador en la detención, tanto que les ofreció su teléfono móvil para que pudieran comprobar que no tenía “fotos comprometedoras” de aquel día. La inspectora fue a la galería de imágenes y reparó en una foto que le chocó de una niña pequeña. Le preguntó quién era, y él respondió que su sobrina. Y esa fue la clave para la apertura de una segunda vía de investigación.

Meses antes a los hechos, en octubre, un policía acudió acompañado de su hija a una entrevista para poder acceder a la UFAM. La inspectora, quien le hizo la entrevista, se quedó con la cara de la niña, ya que la tuvieron que dejar en una mesa de al lado con unos folios y unos rotuladores para que no les molestase, según relató en el juicio. Era la misma niña que la que salía en el teléfono. Su padre era cuñado del detenido y así se descubrió la relación familiar entre ambos. Encajaba la posibilidad de que la tranquilidad con la que los acusados les habían recibido en su detención se debiera a un chivatazo desde ese policía hacia los implicados en la violación.

Consultas en el sistema seis días antes de la denuncia

Las sospechas no se quedaron ahí. En las pesquisas de la Policía se detectó que este agente había realizado multitud de consultas con los dos apellidos de su cuñado desde el día que se produjo la agresión en adelante, incluso antes de que se denunciara la violación y antes de que llegara a conocimiento de la UFAM. Algo por lo que la acusación considera que incurrió en los delitos contra el deber de perseguir delitos y otro de violación de secretos por avisar a su cuñado. La fiscal sin embargo apuntó en el juicio, según Diario de Noticias, que el delito de agresión sexual no se puede perseguir de oficio y se necesita una denuncia. La defensa del policía, por su parte, aseguró que las consultas en las bases de datos policiales que realizó el acusado con los apellidos de su cuñado se debían a que estaba buscando en realidad posibles antecedentes de una cuñada por una pelea, y que se lo había pedido para poder acceder a un puesto de trabajo. También señaló que en la familia hay varios miembros que tienen los mismos dos apellidos.

Borrado de archivos en el teléfono móvil

Otro indicio que para la acusación evidencia que los acusados recibieron un chivatazo del policía es que días antes de que se produjeran las intervenciones borraron multitud de archivos de sus teléfonos móviles. Posteriormente, la Guardia Civil, en una nueva extracción de datos del móvil pudo recuperar 10 audios y comprobar que entre el 7 de diciembre y el 27 de ese mismo mes el detenido, cuñado del Policía, eliminó 63 archivos de su teléfono. De ellos, 19 en las horas previas a su detención y que no pudieron ser recuperados. Un hecho que la fiscal no considera un indicio del chivatazo, ya que asegura que “si crees que te investigan borras pruebas, no hace falta tener un cuñado policía nacional”. La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Navarra deberá decidir ahora si creen que el policía avisó a su cuñado de que le investigaban por una violación, pieza del caso que todavía no se ha juzgado y que continúa en fase de instrucción.

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