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Las restricciones por la COVID impiden a muchas embarazadas pasar acompañadas a las pruebas: “Me comunicaron el aborto sin mi marido en la consulta”

La COVID-19 ha llevado a algunos hospitales a impedir el acompañamiento de las parejas en las consultas de las embarazadas.

Miguel Muñoz

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Tener hijos e hijas es una de las decisiones más importantes en la vida de muchas personas. En plena pandemia, como en otros momentos, hay diferentes caminos para llegar a ella. Pero una de las preocupaciones de quienes pasan estos meses por esa experiencia es la restricción para que las mujeres embarazadas puedan pasar acompañadas a las consultas y ecografías rutinarias.

“No es nada fácil ir sola, cuando salí y me metí en el coche empecé a llorar. Me dio como una nostalgia de haberlo vivido sola. Lo cuento y se me saltan las lágrimas. Da mucha rabia e impotencia aunque no queda otra que aceptarlo”, comenta Ángela, residente en Madrid. Junto a su pareja Iván tiene ya otra hija de 4 años. Para su primera ecografía estaban en Bélgica, donde vive su madre, y allí, en la sanidad privada, pudo pasar acompañada.

“Está siendo muy duro que mi pareja no esté pudiendo venir conmigo a nada. A mí lo del aborto me lo tuvieron que decir sin mi marido dentro de la consulta. En el momento en que me dicen que no hay latido, pues imagínate. Y cuando salí y se lo tuve que decir, fue muy duro”, afirma por su parte Isabel, de 41 años y con una hija de año y medio. Reconoce que por su historial de embarazos de riesgo, ahora, de nuevo embarazada, va con miedo. Y, aunque cree firmemente en la sanidad pública, ahora está llevando el embarazo por la sanidad privada en Madrid, donde su marido sí puede acceder.

“No creo que acabe por dar a luz en la privada, pero a veces me lo planteo. Para mí es la parte más dura del embarazo. Mi pareja lo lleva muy mal, él es miedoso y encima no poder entrar le genera angustia cada vez que tenemos una prueba porque hemos tenido malas noticias en otras ocasiones”.

Al igual que Isabel, Vicky, de 35 años, que se quedó embarazada con los hospitales colapsados en Madrid, también optó por acudir a la sanidad privada. En cambio, ella sigue teniendo que pasar sola a las consultas. No son los únicos casos de personas que en la capital deciden pasarse a la privada. Una matrona que trabaja en un centro de salud madrileño y que prefiere no citar su nombre señala que conoce varios casos cercanos. “Es indignante que pase eso”, afirma.

La Ley General de Sanidad señala que cualquier paciente tiene derecho a estar acompañado durante el acto médico. Pero está supeditado a que el facultativo pueda preservar la seguridad de ambos. La posición de la Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia (SEGO) es permitir en la medida que se pueda el acompañamiento en todo el proceso del embarazo. “Lo que pasa es que chocamos con la situación real práctica de la mayoría de los hospitales”, afirma Juan Luis Delgado, ginecólogo y uno de los portavoces de la SEGO. En este sentido pone de relieve que los hospitales se han diseñado desde hace mucho tiempo como “hospitales estancos”, con ventilaciones mecánicas y poco acceso al exterior. “Hay pocos hospitales que tengan consultas amplias o aireadas donde se guarden las medidas de seguridad necesarias en la actualidad”, afirma.

Delgado reconoce lo “complicado” de una situación en la que hay que buscar “equilibrio” y se muestra empático con las preocupaciones de las parejas embarazadas. “El embarazo es una vivencia donde se aúna lo físico con lo social y emocional”, destaca al respecto. En su caso, trabaja en la maternidad del Hospital Virgen de la Arrixaca, en Murcia, de gestión pública. Durante la primera oleada se prohibió el acompañamiento. Cuando mejoró la situación, se volvió a invitar a las parejas aunque el resto de hospitales de la región no lo hicieron.

Por su parte, Álvaro Madrona lleva con resignación no poder pasar a las ecografías de su pareja Lara González. Ambos residen en Madrid y tienen 32 y 30 años respectivamente. “He asumido que no puedo pasar y entiendo los motivos. El coronavirus nos está deshumanizando, ¿cuántas veces nos va a ocurrir esto en la vida? Te quita la posibilidad de ver a tu hija moverse, escuchar el corazón, etc”. “Las embarazadas estamos solas. En la primera ecografía, si llegas y por lo que sea no tiene latido, estás sola”, señala Lara.

Aunque han estado muchos meses en un pueblo pequeño de Cuenca, Miguel Lillo y María, de 34 y 25 años, tienen todas las consultas también en Madrid. “A la primera ecografía yo no pude entrar. A la matrona ni la conocemos, va todo por teléfono. Al final es un problema, te hace ilusión ir a ver las ecografías, la primera vez que lo puedes ver y sobre todo poniéndote en el lado negativo, si sale mal, no puedes estar. Pero son medidas que hay que entender en esta situación”, destaca Miguel.

El problema no se da solo en la capital. Tamar tiene 40 años y un hijo de 2 años y dos meses. Vive en Suanzes, un pueblo de Cantabria, y tampoco puede ir acompañada a las citas médicas. “Lo tengo asumido. No lo llevamos mal del todo”, afirma. En su caso, juega su favor la “tranquilidad” del pueblo, donde ha habido muy pocos contagios y hay mucho espacio al aire libre sin encontrarse con nadie.

Los protocolos dependen de cada hospital e incluso de las decisiones de los propios profesionales. “Como tenemos poca información respecto al impacto de la COVID-19 en la embarazada, hay pautas poco claras basadas en la evidencia”, indica la ginecóloga Laia Sánchez, que trabaja en el Consorci Sanitari de Terrassa (Barcelona). Actualmente, las parejas sí pueden pasar allí a las ecografías, al contrario que en muchos hospitales de la provincia. En Urgencias sí tiene que entrar sola la mujer, pero sí ven que hay riesgos en el embarazo se le hace pasar a la pareja. “La mujer tiene derecho a estar acompañada en todo el proceso”, afirma.

En este sentido, más suerte han tenido hasta el momento Marta Palmero y Jose Domínguez, de 34 y 39 años. En sus dos primeras ecografías, en un hospital de El Puerto de Santa María (Cádiz), pudieron ir juntos. Piensan que al ser un hospital pequeño han tenido más suerte.

Todos miran inevitablemente hacia el día del parto. “A mí sí me preocupa no poder estar en el parto, en las consultas podría soportar pero en el parto sería muy difícil”, dice Jose. “Espero con todas mis fuerzas que el día del parto sí pueda estar. Porque entonces ya ahí no sé lo que hago”, apunta Ángela.

Minimizar el impacto

En todo caso, según señala Delgado, el objetivo debe ser minimizar el impacto en las mujeres embarazadas. “En mi hospital, cuando detectamos que el bebé tiene algún problema, llamamos a la pareja. Los accesos están limitados para procesos fisiológicos, lo que es un embarazo normal y corriente. La gran mayoría de las embarazadas lo entienden”, comenta. En este sentido destaca que intentan suplir esa soledad, de alguna manera, dándole más fotos de la ecografía o en algunos sitios incluso se puede grabar en vídeo.

Muy críticas se muestran algunas profesionales. Es el caso de la matrona antes mencionada. “No se entiende por qué se está haciendo esto así. No hay tanto riesgo si se mantienen medidas de seguridad”, afirma. Para esta matrona, el acompañamiento es muy importante haya o no malas noticias. Y dice conocer casos problemáticos. “El otro día me contaba una mamá que le dieron una noticia que no era malísima pero que se salía de la normalidad. Cuando vio a su pareja se desplomó. Esto, si hubiese estado su pareja dentro de la consulta no hubiese pasado”.

En su centro de salud se intenta que no pasen muchas personas. Pero en su caso, si viene una pareja y tiene que valorar físicamente a la mujer o hacer una toma de lactancia y ha venido el padre, reconoce que sale a buscarle. “Me niego a que pase esta injusticia”, concluye.

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