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Urkijo: “Este Gobierno le debe un gesto a las víctimas”

Natalia González de Uriarte

Vitoria-Gasteiz —

El exasesor en materia de víctimas Txema Urkijo ha emplazado al Gobierno de Inigo Urkullu a intensificar su labor con las víctimas del terrorismo a las que, a su juicio, se ha desatendido en cierta manera. Asegura que después de un año y unos meses de andadura “les deben un gesto relevante y notorio porque los gestos en política tienen su significado”. Urkijo ha reconocido carencias en el trabajo ejercido hacia este colectivo provocadas por el mal funcionamiento de la Secretaría de Paz y Convivencia desde sus inicios. “Nunca ha funcionado bien” ha asegurado en la rueda de prensa ofrecida para explicar las causas de su destitución.

El exasesor ha coincidido plenamente con los motivos del cese argumentados por el lehendakari Inigo Urkullu- las diferencias en las metodologías de trabajo- pero acto seguido ha manifestado que las discrepancias mantenidas en su larga trayectoria profesional con diferentes equipos, incluso políticas, nunca le han impedido realizar su trabajo. “Prácticamente desde el principio tanto Jonan Fernández como yo constatamos una total y absoluta incompatibilidad en el trabajo. No compartíamos nada de lo que significaba equipo. Era imposible trabajar en esas circunstancias”. Desde ese momento se abrió un cisma entre ellos por la pérdida de confianza mutua. “Entré desde entonces en un proceso progresivo de ostracismo, poco a poco fui apartado del equipo hasta tal punto que no recibía información y no participaba en la mayoría de los procesos de reflexión y análisis. La situación era insostenible”.

Urkijo ha explicado que al perder importancia su figura el Departamento se escoró quedando así roto el equilibrio buscado con el tándem de Jonan Fernández y él mismo. La principal consecuencia de esa ruptura de la armonía y falta de entendimiento fue el déficit de atención hacia las víctimas del terrorismo en favor de otras otras posiciones como las reivindicaciones respecto a la política penitenciaria aplicadas a los presos de ETA. “Jonan Fernández imponía sus decisiones y su criterio es el que imperaba”, ha relatado Urkijo, que confesaba que no ha dimitido antes del cese porque esperaba la respuesta del Lehenedakari. “Era él quien tenía que resolver el problema que tenía en el equipo. Optó por mi cese y yo lo respeto”.

En relación a las declaraciones realizadas por su compañera Maixabel Lasa, Urkijo reconoce que al Departamento se le plantea tras su marcha un problema de interlocución con las asociaciones de damnificados pero confía en que sepan reconducirlo. En este sentido ha deseado “lo mejor” al Ejecutivo a la hora de gestionar la política de paz y convivencia, dado que de su éxito en esta materia dependerá en gran medida el futuro de la sociedad vasca.

Determinado barniz a la Secretaría

A preguntas de los periodistas sobre la supuesta utilización de su figura y la de Maixabel Lasa para imprimir un determinado barniz a la Secretaría de Paz y Convivencia, Urkijo declaraba que nunca le ha importado ser el tonto si consigue ser útil, “pero en este caso no me he sentido útil. Yo era consciente del papel que representaba en ese equipo y el punto de equilibrio que aportaba y no me parecía mal. Era conveniente para este Gobierno y para las políticas concretas a desarrollar. No estaba mal concebido ni el equipo ni las pretensiones y el planteamiento con el que se aborda la política de paz y convivencia tampoco era erróneo. Pero yo no he podido desarrollar la parte que me correspondía”.

Tal y como se ha repetido estos últimos días, el exasesor ha asegurado que la polémica por su decisión de no entregar una carta del preso de ETA Kepa Pikabea a Miguel Ángel Madariaga, una víctima de la banda, no ha influido en su destitución. Urkijo ha explicado que aquella decisión se debió al deseo expreso del preso de llevar el asunto con absoluta discreción. “No quería que su carta trascendiese a la opinión pública. Yo en aquel momento tenía la convicción de que en caso de entregarla a su destinatario, la misiva acabaría publicándose en los medios de comunicación en 24 horas”.

El exasesor del Gobierno autonómico ha reconocido que, al obrar de esa forma, pudo haber incurrido en un error, pero no comparte las opiniones que recriminan su actuación y le acusan de ejercer la “censura o de ocultar algo”. Ha subrayado que tiene “la conciencia tranquila” a este respecto. No obstante ha aprovechado la ocasión para criticar el modo en que el Gobierno ha tratado estos hechos porque, a su juicio, han contribuido a alimentar las sospechas sobre la influencia de este asunto en su salida del Ejecutivo.

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