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“Hay más gente joven desempleada en España que con trabajo”

Mickey Gjerris habla sobre el excedente alimentario generado en Europa durante un congreso en Bilbao.

Laura Murillo Rubio

Bilbao —

No son pocos los “retos abiertos” a los que se enfrenta la Unión Europea tras los estragos producidos por la crisis económica, que todavía continúa cebándose con países como España, que en 2015 correrá el riesgo de superar el umbral del 30% de paro, lo que supondría algo más de 6,8 millones de desempleados. La falta de trabajo y escasez de salarios ha derivado en la reducción de derechos humanos “básicos” como son el acceso a la alimentación y a la vivienda. El último informe de Cáritas situaba a España como segundo país de la UE con más pobreza infantil, solo por detrás de Rumanía. Unos datos que chocan con el excedente alimentario anual generado en Europa que sitúa el despilfarro en 89 millones de toneladas, “lo que evidencia los graves problemas de acceso a los alimentos que existen en la actualidad en toda la UE”, señalaba esta semana Michelle Murphy, coautora del último informe de la ONG ‘La crisis Europea y su coste humano’ en Bilbao, dentro del marco del congreso multidisciplinar ‘Solidaridad Urbana. Derecho al alimento y a una vivienda digna’.

La profesora de la Universidad de Dublín centraba su exposición en el impacto de los efectos de la crisis en siete países europeos: Chipre, Grecia, Irlanda, Italia, Portugal, Rumanía y España, pero ponía el foco en la situación española debido a los elevados índices de paro actual. Según los estudios de Murphy, “la negligencia y la deuda presupuestaria extrema” de las administraciones públicas han agravado “las evidencias que se han peleado contra los pronósticos de muchos gobiernos que auguraban una salida rápida de la crisis”. En este sentido, la deuda española que en 2005 se situaba en un 43.2% ha ascendido hasta el 84.2% en 2012, frente a la media del conjunto de la UE que en 2005 alcanzaba el 62.8% pero que en 2012 subía al 85.3%.

Así, “las reducciones en el acceso a servicios esenciales, las profundas tasas de paro y el desempleo estructural” han repercutido en “los altos niveles de exclusión social y pobreza infantil que presenta el país”, declaraba Murphy, que con las cifras en la mano, situaba a España como “uno de los cuatro países de la OCDE donde el desempleo estructural ha crecido notablemente entre 2008 y 2012”. En relación a ello, la profesora irlandesa argumentaba que “hoy en España hay más gente joven desempleada que con trabajo”. Asimismo, Murphy recriminaba los recortes y políticas de austeridad que han llevado a “serios decrecimientos en la sanidad y la educación” puesto que repercuten de forma “claramente negativa en el Estado de bienestar” y que, “de continuar así, no suponen ningún progreso hacia los objetivos relativos a reducir la pobreza enmarcados dentro del programa Europa 2020”, aseguraba la profesora.

Entre sus recomendaciones en busca del progreso, la coautora del último informe Cáritas centraba su atención en los “derechos socio-económicos” de la población para los que reclamaba “unos ingresos suficientes como para vivir con dignidad”. De esta forma defendía también “el respeto cultural, el acceso a una educación relevante y a una seguridad social esencial, así como una participación real de la ciudadanía en la sociedad”. Por su parte, a nivel europeo, Murphy remarcaba la necesidad de “proporcionar liderazgo, transparencia y seguimiento social”. En lo que respecta a los países de la UE, a nivel nacional, la profesora demandaba “priorizar la inversión, impermeabilización de la pobreza, invertir en servicios sociales de calidad, reforzar los sistemas de bienestar, garantizar unos ingresos mínimos a toda la población y gobiernos inclusivos que cuenten con la ciudadanía y no la dejen de lado”. En este sentido, Murphy aseguraba que “siempre hay alternativas y lo importante es plantearlas porque así cuando los Gobiernos digan que no se puede hacer otra cosa, los ciudadanos les mostrarán que sí existen alternativas y soluciones”. “Si proponemos alternativas una y otra vez, al final no les quedará más remedio que aceptar”, defendía la profesora.

Más que un excedente alimentario

Por otro lado, su compañero Mickey Gjerris, del Instituto de Alimentos y Recursos Económicos de la Universidad de Copenhage, realizaba durante su intervención un “análisis ético” del desperdicio de alimentos. El profesor aseguraba que el despilfarro de alimentos “no es un despilfarro más y hay que tomar conciencia de ello, porque frente al gran desperdicio alimentario hay 875 millones de personas que padecen hambre en el mundo”. Es más, “cada 12 segundos una persona muere de hambre”, señalaba.

De esta forma, Gjerris recordaba que la “la producción de alimentos es una parte clave en los efectos del cambio climático”. Uno de los principales problemas que giran en torno a esta cuestión es el malgasto de los productos que se derivan de animales. “El excedente en la producción animal es tan responsable del cambio climático como todo el sector de transporte”, afirmaba el profesor para quien el desperdicio alimentario es fruto de un uso “irracional e injusto” de los “escasos recursos que hoy nos quedan”.

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