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“El primer deber de un alcalde es saber decir que no”

Carlos Totorika durante una asamblea del PSE. Foto: socialistasvascos.com

Eduardo Azumendi

En 1991 se presentó a las elecciones municipales en Ermua (Bizkaia), una localidad de 16.000 habitantes fronteriza con Gipuzkoa. Consiguió la mayoría absoluta para el PSE y desde entonces no ha dejado el despacho de la Alcaldía. Es el socialista Carlos Totorika (Ermua, 1956), uno de los alcaldes más longevos de Euskadi. A pesar del tiempo transcurrido, a Totorika le impulsa a seguir que los objetivos que plantea como responsable político se puedan cumplir. La clave de su longevidad reside en “pensar siempre a largo plazo, trascender las siglas del partido cuando es necesario y tener criterio propio”.

Desde el 91, ha cumplido 24 años de alcalde, va camino de los 28. ¿Cómo consigue ilusionarse para volver a repetir?

Me ilusiona la transformación social. Es un lujo poder vivirlo desde dentro. La política ha cumplido un papel decisivo en esa transformación social y creo que lo sigue cumpliendo. Me ilusiona saber que los objetivos que me planteo como persona y responsable político se pueden cumplir. Yo soy trabajador de banca y, por lo tanto, me permite vivir la política sin la angustia de saber que no tengo nada. Vivo con esa sensación de seguridad de saber que siempre estará la banca para volver a trabajar como el común de los mortales.

Tal y como están las cosas, saber que no depende de la política para su futuro es algo bien visto por la ciudadanía.

Si la percepción que se vive hoy es de que todos los políticos somos mediocres y que estamos chupando del bote pues sí. Pero eso es falso. Tengo un oficio y el sueldo de alcalde ya lo tenía antes. A nivel de mi carrera profesional, trabajar como alcalde me ha producido perjuicios en mi trayectoria. Yo subí internamente cinco niveles por oposición dentro de la caja. En mi caso, se ha producido una pérdida de oportunidades profesionales, pero ha merecido la pena.

Para usted, ¿su máxima aspiración política es la de ser alcalde, como se siente más reconocido al visibilizar casi de inmediato el efecto de sus decisiones sobre sus vecinos?

Es cierto que se ven los efectos de las decisiones, pero es a costa, muchas veces, de sacrificar tu vida personal. El resultado del trabajo es muy visible. Si queremos hacer política de igualdad, pues hemos puesto en marcha el I plan de igualdad de Euskadi, una casa de la Mujer....Depende del impulso feminista que haya en el pueblo, pero la institución puede empujar. Por eso sigo creyendo en la política porque se puede actuar en empleo, inmigración, igualdad…..Mejorar la eficacia de lo público es un reto imprescindible, no puede ser que en ocasiones el sector público sea sinónimo de ineficacia o de despilfarro. Lo público debe ponerse en valor para articular la solidaridad, pero también ha conseguido resultados maravillosos, como el desarrollo tecnológico.

En sus 24 años de alcalde ha disfrutado de mayorías absolutas y también ha tenido que gobernar en minoría. La situación actual, con seis concejales de 17, le obliga a ser muy versátil.

Hay que trabajar con los materiales que hay, desde realidades distintas. Es posible, si se hace con seriedad y dedicación. En todos los sitios, la política bien hecha aporta mucho a la sociedad. Tener que negociar acuerdos constantemente pone en valor la política en sí misma. A lo mejor hay que ir más lento, pero eso sirve para profundizar aún más si cabe en la democracia y la pluralidad. Estoy encantado con la participación y la transparencia, me encuentro muy cómodo en este terreno. Por ejemplo, cuando me presente como alcalde ya dije que la participación es una asignatura inacabada en la que hay que trabajar todos los días. Hay que innovar para que los ciudadanos participen, como presentar hasta el último contrato público, aunque sea de 500 euros. Tenemos un protocolo por el que cada vez que se firma un contrato, al día siguiente aparece colgado en la web municipal.

Ahora también es portavoz del PSE en las Juntas Generales de Bizkaia, ¿terminará la legislatura como alcalde?

He renunciado a ser diputado. El PSE me lo propuso y he renunciado. Mi voluntad es seguir prestando mis servicios como alcalde a los vecinos de Ermua. Hoy soy alcalde y me reafirmo en ello. ¿Cómo acabaré la legislatura? Pues no lo sé. Tengo 59 años, ¿seguiré trabajando a los 63? La ley dice que puedo seguir hasta los 67, pero al estar en excedencia en la banca puedo jubilarme a los 63. No sé si el último año de legislatura estaré yo o daré paso al siguiente. Mi papel en Ermua sigue teniendo sentido, porque hay proyectos muy importantes y difíciles en marcha, como el asentamiento de la fibra. Nada surge por causalidad, hay que tener ambición, apostar y poner recursos económicos.

Pero, ¿cómo se sustituye a un alcalde que puede llegar hasta los 28 años de mandato?

Todo tiene pros y contras. Estoy trabajando el tema y creo que en el equipo de trabajo hay personas cualificadas. Seremos capaces de resolverlo y es otra de las razones para que no me vaya de Ermua.

Desde su experiencia, ¿qué consejo daría a los alcaldes que acaban de estrenarse?

Que tengan ambición. Es penoso entrar en política y pensar solo en el corto plazo, en las elecciones siguientes, en lo que ha dicho la prensa el día anterior. Una ciudad exige estabilidad institucional y que se genere riqueza y empleo, que haya ilusión por cambiarla. Todo requiere tiempo y hay que trabajar el largo plazo. No vale la foto bonita de hoy me piden un parque y hago un parque, mañana una piscina…El primer deber y trabajo de un alcalde es saber decir que no, tener criterio propio y trabajar en el largo plazo. Si se juega a corto plazo solo puede acabar en la miseria del ladrillo y cosas por el estilo. Hay que construir el futuro asumiendo riesgos y poniendo dinero en cosas que realmente son importantes para los ciudadanos y que no lo van a reconocer. Las cosas más importantes no se pueden hacer por el voto. Hay que trascender a las siglas del partido, al eslogan y hacer un proyecto de todos y de largo plazo. Lo fundamental es estar a la altura de los retos, gestionar con participación y mejorar de forma brutal la eficacia de la administración.

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