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La Ertzaintza llega a su horizonte 2016 entre protestas, la satisfacción del Gobierno y el reto del yihadismo

Sindicalistas de la Ertzaintza, con caretas de Estefanía Beltrán de Heredia, en una protesta

Iker Rioja Andueza

El Departamento de Interior (ahora de Seguridad) acaparó muchos focos durante décadas. Demasiados. Eran los años de los atentados y de la ‘kale borroka’, que marcaron el nacimiento y el despliegue de la Ertzaintza como Policía “integral” del País Vasco en sustitución de la Guardia Civil y de la Policía Nacional. Con el fin de ETA en 2011, la primera mujer al frente de esta cartera, Estefanía Beltrán de Heredia, ha visto relegado su protagonismo hasta el punto de ser una de las menos perseguidas por la oposición en el Parlamento. En paralelo, afrontó el importante reto de modernizar una de las instituciones clave del autogobierno vasco para la nueva etapa, de buscar un cuerpo cercano y con reconocimiento social. Su ‘Horizonte 2016’ ya ha llegado y las elecciones son momento propicio para los balances. En el Gobierno se autoimponen una nota muy alta (7,29 en valoración de los servicios ofrecidos), entre los sindicatos policiales se habla abiertamente del peor equipo de siempre al frente de la Ertzaintza y, en medio, Euskadi debate también sobre la nueva amenaza global, el terrorismo yihadista.

Fue una mañana de diciembre de 2012, coincidiendo con la toma de posesión en el palacio de Ajuria Enea, cuando Beltrán de Heredia solemnizó su deseo de configurar una nueva Policía para un nuevo tiempo. Ella misma procedía de otros ámbitos políticos que no tenían nada que ver con los años más duros. Los objetivos quedaron plasmados en el plan ‘Horizonte 2016’, que incluía, por ejemplo, la reducción al mínimo de los servicios de escolta (ahora sólo hay 154 agentes dedicados a seguridad personal cuando en el punto álgido de ETA llegó a haber 3.000 escoltados) o la desaparición nominal de la unidad antiterrorista para reorientarse como servicio de Inteligencia abierto a nuevas amenazas como el cibercrimen o el yihadismo.

Los sindicatos representados en la Ertzaintza (Erne, ELA, Esan, Sipe, CCOO y Euspel) coinciden en criticar unas medidas no pactadas con los ertzainas y denuncian el “caos organizativo” en el que ha quedado sumida la Policía autonómica a muchos niveles. Sin embargo, Seguridad ha realizado una evaluación altamente positiva de la nueva Ertzaintza. En un documento entregado al Parlamento, se reflejaba que en 2015 la institución había alcanzado el notable a ojos de los vascos. Aquí las notas completas: 7,29 en servicios ofrecidos, 7,02 en satisfacción, 7,59 en disponibilidad, 7,4 en profesionalidad, 7,14 en cercanía, 7,25 en amabilidad, 7,76 en trato dispensado y 6,88 en sensación de seguridad ofrecida. Hace un año, hasta se emitió un comunicado señalando lo “espectacular” del descenso de la tasa de criminalidad.

Contrasta con un cuatrienio en el que han sido cuestionadas decisiones como la fusión de comisarías (en paralelo con la apuesta por la “cercanía”) o cambios de horarios y estructuras en servicios como Intervención, Brigada Móvil, traslado de presos o Rescate. No menos polémica ha sido la dirección de Gervasio Gabirondo (ningún sindicato ha dejado de pedir su dimisión a Beltrán de Heredia) o el nombramiento como jefe policial de Jorge Aldekoa, comisario en Bilbao cuando falleció en una carga con pelotas de goma Íñigo Cabacas. Roberto Seijo, secretario general del principal sindicato (Erne) pone como ejemplo del “caos” el “mal servicio que se le da al ciudadano cuando va a una comisaría a poner una denuncia”.

Frente sindical unánime

En un hecho insólito (tanto que no ha durado toda la legislatura), todos los sindicatos policiales se unieron contra Beltrán de Heredia e iniciaron una cadena de protestas. Los “escraches” llegaron al lehendakari, Iñigo Urkullu, quien estalló en una de las manifestaciones frente al Parlamento y se encaró con los representantes de los ertzainas. “¿Balance? Lo más negativo de la historia de la Ertzaintza. No ha habido más que imposiciones, problemas organizativos continuos y vulneraciones de los acuerdos laborales”, abunda Seijo.

Eneko Urkijo (Esan) lanza una reflexión similar: “Una legislatura muy negra. Los peores cuatro años de la historia de la Ertzaintza. El objetivo ‘Horizonte 2016’ ha sido un desastre organizativo”. “El nuevo que venga, sea del partido que sea, se va a tener que sentar a reconducir la situación. No podemos estar cuatro años más así. La protesta no ha dejado de existir. Primero estábamos todos y luego nosotros y Erne”, valora Tomás Rodríguez, de ELA.

“Lo mejor que ha podido pasar es que hayan pasado ya los cuatro años. La reorganización había que haberla encarado de otra manera. No nos tratan como una Policía de verdad, sino como alguaciles. Espero que, si repiten, vengan con otro talante”, remacha Aitor Rabanal, de Euspel.

El yihadismo y otros retos

En una mueca del destino, la Ertzaintza se ha encontrado que muchas de las medidas que pudo deshacer al fin con la bajada de persiana de ETA, como la relajación de las medidas de autoprotección en favor de las ‘korrikas’ o patrullas a pie (15% más, según los datos oficiales), han de ser reconsideradas ante la nueva amenaza global, el yihadismo. Euskadi, como el conjunto de España, lleva más de un año en alerta 4 de 5, lo que implica análisis semanales de riesgos, obligatoriedad de patrullar con chaleco antibalas o control de zonas consideradas estratégicas. De manera discreta, todas las fuerzas de seguridad e incluso servicios secretos extranjeros realizan seguimientos de determinados individuos y grupos en varios puntos de la geografía vasca. La condición de zona fronteriza con Francia obliga a redoblar los esfuerzos.

La Ertzaintza tiene ya la Instrucción 79, un catálogo de protocolos antiyihadistas que de alguna manera sustituye a la Instrucción 53 contra ETA. La Policía vasca participa regularmente en el CITCO, la mesa que sienta en Madrid a todas las fuerzas de seguridad de España, estatales y autonómicas. Con todo, los sindicatos reclaman más convicción a la hora de dotar de medios a la plantilla. Exigen armas largas –“los terroristas usan armas de guerra, no podemos usar una escopeta contra una persona con kalashnikov”- y surge de nuevo el debate sobre los vehículos blindados, no previstos en el plan de renovación de la flota.

“La alerta 4 es una milonga. Los ertzainas no estamos ni preparados ni formados para atender un ataque yihadista. Por suerte no ocurre nada pero la Ertzaintza, insisto, no está preparada”, advierte Urkijo.

El otro gran reto para la Ertzaintza es su propio futuro como organización. En una década, el 50% de la plantilla actual se habrá jubilado. Ya ni siquiera se alcanzan los 8.000 efectivos autorizados por el Ministerio del Interior. Hay un compromiso genérico de hacer una OPE anual, pero la capacidad de la academia de Arkaute (ahora de emergencias en general y no sólo para la Ertzaintza) no permitirá llegar a cubrir la cascada de jubilaciones que se avecinan, la de aquellas primeras hornadas con las que la institución echó a rodar a principios de la década de 1980. El cuerpo peina canas con una media de edad de 47 años y, además, el grueso de los funcionarios se acoge a los 60 a la posibilidad de retiro anticipado. “En resumen, hay menos personas en la calle que hace cuatro años”, concluye Seijo.

En el horizonte, también serán necesarias medidas concretas para potenciar la euskaldunización de la plantilla. La lengua vasca será “requisito” y no “mérito” en el futuro, pero la Policía sigue muy atrás que Educación o Sanidad en el uso del euskara porque por la imposibilidad de tener interinos y la amenaza de ETA no han sido posibles las liberaciones generalizadas. Igualmente, en una Administración feminizada, las mujeres representan apenas un 12% de la plantilla de la Ertzaintza, menos que en organizaciones similares o incluso que en las fuerzas armadas.

De la “Policía fiscal” de Podemos al repliegue de EH Bildu

El PNV desgrana con detalle en su programa electoral sus propuestas en materia de Seguridad, ahora con el horizonte de 2020. Plantea continuar con el “acercamiento” a la ciudadanía, incluyendo reformas en comisarías como la de Ondarroa para hacerlas más ‘amables’. También reclama participación en el CITCO y otros foros de cooperación policial en pie de igualdad con Policía Nacional y Guardia Civil –a los que pide que ajusten su despliegue en Euskadi a sus limitadas competencias- e insiste en “profundizar” en los planes contra el “radicalismo islamista”.

Elkarrekin Podemos también presenta una batería de medidas que van desde la creación de una “Policía fiscal” contra el fraude hasta el refuerzo de las unidades contra los delitos medioambientales o económicos. Piden, asimismo, que desaparezca la figura del director de la Ertzaintza para profesionalizar la cúpula policial. Asimismo, reclaman reforzar los cuerpos forales, Miñones de Álava, Forales de Bizkaia y Miqueletes de Gipuzkoa, para que tengan competencias en materias como transportes, fraude fiscal o menores.

El PSE-EE desea derogar ‘Horizonte 2016’ y enfocar un nuevo plan de modernización hacia la lucha contra la violencia de género, los delitos económicos o el yihadismo. El PP hace suyas muchas de las reivindicaciones laborales de los sindicatos de la Ertzaintza y reivindica prestigiar la institución. EH Bildu, finalmente, sí pide la retirada de las Fuerzas de Seguridad del Estado y que la Policía vasca deje de lado costumbres militares y cuente con controles frente a abusos.

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