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EN PRIMERA PERSONA

Nuestra hija ha llevado chupete más tiempo del habitual, y a ti, persona desconocida, ¿qué más te da?

Retrato de una niña y su padre
28 de julio de 2021 22:10 h

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Si los españoles habláramos sólo y exclusivamente de lo que sabemos, se produciría un gran silencio que nos permitiría pensar

Manuel Azaña

Esta conocida frase me sirve para hablar de los consejos que recibimos de forma frecuente los padres y madres de niños pequeños. Parece que todo el mundo sabe de crianza y tiene a mano la solución para tu problema. Da igual lo que sea: dormir mal, rabietas, chupete… Casi siempre hay alguien que rápidamente te da su opinión. Una opinión no solicitada, por supuesto. 

Hace unos días, publiqué en Twitter que, cuando tienes un hijo/a, todo el mundo se cree con derecho a opinar sobre el modo en que debes educarle (aunque no tengan hijos ni sepan nada de crianza). Sin pararse un minuto a pensar en el contexto. Muchas personas respondieron al tuit y confirmaron mi hipótesis: la gente habla y opina sin que nadie se lo pida. Al parecer, aquí también existe un sesgo de género, ya que las madres escuchan más que los padres consejos no solicitados. ¿Será porque en la calle se ven más madres con peques que padres? ¿Será porque todavía se presupone que una mujer “necesita” más ayuda que un hombre?

En mi caso, resulta que tengo una discapacidad, así que me toca escuchar más consejos que otros padres. 

Recuerdo especialmente una tarde en la que paseaba con mi hija por Zaragoza y una señora trató de quitarle el chupete. “Ese chupete, que ya eres mayor…”. Sin llegar a tocar, pero comentarios similares los he oído a patadas. Cierto, nuestra hija ha llevado chupete más tiempo del habitual, y a ti, persona desconocida, ¿qué más te da?

Otros comentarios habituales son: “Esto es una fase”, “Tenéis que ponerle límites”, “Dos bofetadas y ya verás”, “Falta rutina”, “Está ”enmadrada“, ”Hace lo que quiere con vosotros“. Son frases muy típicas que muchos padres y madres habrán escuchado. Tan típicas que se vuelven tópicas y pierden su valor. ¿Qué significa ”poner límites“? Para unos será que no encienda un mechero y para otros que no meriende en el sofá. ¿Y rutina? ¿Acaso es posible la rutina perfecta cuando los padres del peque trabajan hasta tarde y la conciliación son los abuelos? Cada familia es un mundo, es imposible dar recetas universales. En nuestro caso, con la discapacidad, es un mundo bastante peculiar. 

En las respuestas al tuit que citaba, la mayoría de las personas decía que optaba por ignorar los consejos. Dicen que es agotador y que no merece la pena debatir. Coincido. Tú, como padre/madre llevas días dando vueltas a un problema con tu peque y alguien en la calle, tras ver una rabieta, te da la solución al instante, sin dedicar más de un segundo al tema. ¿Qué se puede responder? A veces dan ganas de decir: “Vale, quédatela esta noche, aplica tu receta y me cuentas”.

Lo cierto es que los consejos sobre crianza han existido desde hace más de 200 años. Cada cierto tiempo cambian las modas y lo que en una generación era obligado se considera tortura en la siguiente.

Ahora tenemos cientos de libros escritos por expertos, pseudoexpertos y famosetes en los que podemos encontrar de todo. Lo curioso del asunto es que no sólo las personas ofrecen consejos desde su particular cosmovisión de la crianza, sino que quien los recibe puede recibirlos muy mal si opina diferente. El estilo de crianza es la nueva clase social. Ahora que todos tenemos iPhones, comprar alimentos orgánicos y no utilizar tablets sirve para distinguirnos como “buenos”. Así que cuando recibimos un consejo lo primero que nos viene a la cabeza es “vaya educación estará dando esta persona a sus hijos, pobrecitos”. 

Sí, yo también lo he pensado a veces. 

Volviendo a los consejos indeseados, parece que somos incapaces de ver una situación o escuchar a alguien y no dar nuestra opinión. ¿Tan difícil es limitarnos a escuchar y decir, como mucho, “ánimo, seguro que haces lo que puedes”?  

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