8M: tejer la memoria para construir el futuro
Un año más, celebramos y construimos este 8 de marzo en torno al que se vertebra la lucha feminista el resto de los días del año. Este último año el feminismo ha vuelto a demostrar su fuerza imparable y el apoyo social que tiene en nuestro país, y en todo el mundo.
Desde el punto de vista de la lucha por unas vidas libres de violencias, empezamos 2023 con la novedad de la entrada en vigor de la Ley Orgánica de Garantía Integral de la Libertad Sexual. Controvertida, la ley hizo que el debate social girara en torno a la duración de las penas, un marco punitivista que no nos dejó ver lo importante: una ley que cambió el paradigma judicial en torno al consentimiento y que ha permitido un abordaje desde una asistencia y un acompañamiento integral a las víctimas de este tipo de violencia.
En el ecuador del verano ocurrió el caso Rubiales. Mientras celebrábamos que nuestras futbolistas habían ganado por primera vez el Mundial Femenino, tuvimos que decir #SeAcabó ante unos hechos inasumibles ya para la gran mayoría de la sociedad española.
Y empezamos el 2024 con el impecable trabajo periodístico en torno a las denuncias de diferentes casos de violencia sexual cometida por el director de cine Carlos Vermut, donde la investigación rigurosa ha ido de la mano de un cuidado por las víctimas y una extraordinaria interpelación de los límites de la denunciabilidad en determinados sectores como el cultural.
Todos estos hechos, además de seguir constatando que la violencia sexual es una realidad cotidiana y actual, han puesto sobre la mesa un debate social en el que se han vuelto a mover los límites de lo que nos permitimos como sociedad, en donde la fuerza colectiva del feminismo ha podido desplazar en su batalla cultural lo intolerable hasta aquellos lugares insoportables para nosotras.
Por eso, todos estos sucesos ya no son aceptables, ya no pasan desapercibidos, ya no aguantan en la invisibilidad. En un año en el que la violencia sexual ha crecido casi un 12%, aumentando el número de agresores jóvenes y de agresiones grupales, hemos visto también una gran contestación social y un rechazo público mayoritario a este tipo de violencias.
La cristalización de todo este proceso se hace viral con el lema #SeAcabó. Del #Metoo o el #HermanaYoSiTeCreo hay un salto cualitativo en donde nos plantamos como sociedad, algo que nos tiene que enorgullecer muchísimo como país. Y me gusta pensar en la letra de la gran María Jiménez, fallecida en septiembre de 2023, cuando sus letras vivían más que nunca. “Se acabó y ahora ya mi mundo es otro”.
El 2023 también nos trajo la aprobación de la ley Trans y de garantías de los derechos LGTBI, motivo de celebración para el colectivo y para toda la sociedad española, poniéndonos a la vanguardia entre los países europeos. Una ley que funciona como vacuna y antídoto contra actitudes e intenciones involucionistas y reaccionarias, apostando por una sociedad donde quepamos todas en igualdad de condiciones.
En el reverso de estos avances está en la región madrileña: mientras se aprobaba la Ley Trans en el Estado, Ayuso preparaba a su gobierno para derogar las leyes trans y Lgtbi de la Comunidad de Madrid. Lo hizo mediante un procedimiento de urgencia plagado de improvisaciones, al filo de la Nochebuena de 2023.
Desde nuestra oposición frontal a este grave retroceso, estamos haciendo lo que está en nuestras manos para devolver estos derechos a la población madrileña. Hemos pedido amparo al Defensor del Pueblo para presentar un recurso de inconstitucionalidad. Y seguimos, semana a semana, sentándonos frente a Ayuso para plantar cara a sus políticas.
En este escenario de conquistas y amenazas, es importante seguir fortaleciendo y compartiendo la memoria feminista. Saber de dónde venimos, relatarnos, dar cuenta de nuestro recorrido para seguir tomando impulso. Han pasado tan solo seis o siete años desde el lema feminista contra la manada, “hermana yo sí te creo” y del me too al “se acabó” de 2023. Pero parece que ha pasado un siglo. Y, como vivimos en tiempos de aceleración, la memoria nos permite parar y mirarnos unas a otras, reconocernos y trazar ese camino compartido, celebrando las victorias y aprendiendo herramientas para poder seguir y continuar la lucha.
Si hoy el feminismo se muestra de nuevo imparable y sin techos ni límites es porque sigue siendo fuerte, un proyecto de mayorías, fundamental para construir futuros. Por eso no debemos olvidarnos de construir un relato compartido, popular e interseccional de memorias feministas. Todo cuenta, todo suma.
Ancestras, descendientes y nosotras en medio. Unas se van y dejan la grandeza en las que se quedan, que recogen el legado, lo cuidan y lo amplían. Este 8M seguiremos luchando juntas, con fuerza y energías renovadas, seguiremos avanzando y seguiremos entonando los versos de Maria Jiménez “porque yo me lo propuse se acabó/ de luchar contra la muerte, empecé/ A recuperarme un poco y olvidé/ Todo lo que te quería y ahora ya,/ Y ahora ya, mi mundo es otro”.
Pero no solamente el reconocimiento pasa por aprender de nuestras otras del pasado, sino también por reconocer a nuestras otras en el presente en otros lugares del mundo. Por eso, también entonaremos juntas el poema de Rafeef Ziadah para seguir denunciando la masacre al pueblo palestino, que ya se ha cobrado la vida de más de 30.000 personas, de las que la gran mayoría son mujeres y niños. Como cada 8M, y como cada día, nosotras seguiremos levantándonos cada mañana para defender la vida, señor.
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