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Carmena y Botella: dos modelos opuestos para Madrid

Carmena en una imagen de archivo

José Manuel Calvo

Concejal de Desarrollo Urbano de Madrid —

El pasado viernes conocimos la sentencia del Tribunal de Cuentas que condenaba a los responsables de la venta de 1.860 viviendas de la Empresa Municipal de la Vivienda y Suelo (EMVS) por debajo de su valor a uno de los llamados fondos buitre. Encabezando la lista de condenados, el ex-consejero delegado de la compañía, Fermín Oslé, y la ex-alcaldesa Ana Botella, además de los concejales que formaban su equipo, entre los que destaca Concepción Dancausa. La misma que como delegada del Gobierno intentó por todos los medios evitar que pudiéramos destinar el superávit del Ayuntamiento a atender las necesidades de la ciudadanía madrileña. A todos ellos, el tribunal les obliga a devolver los casi 23 millones de euros en los que estima el perjuicio ocasionado a las arcas públicas, a los que hay que añadir otros 3 que le corresponde abonar exclusivamente a Oslé.

La noticia empezó a correr como la pólvora. Ana Botella monopolizó las cabeceras de los informativos y fue tendencia en todas las redes sociales. Que una alcaldesa tenga que retornar más de 20 millones a las arcas públicas no es algo que suceda todos los días. Probablemente el titular tuvo tanto impacto porque era la constatación ante la opinión pública de algo que sospechábamos desde que salimos a las plazas el 15 de mayo de 2011: que los responsables políticos se olvidaban con frecuencia del interés de las mayorías a la hora de tomar determinadas decisiones. Aquel run run fue el catalizador de un movimiento de indignación que desembocó en una ola de cambio que permitió echar al Partido Popular de la mayoría de sus principales feudos municipales. Una ola que puso a Manuela Carmena al frente del Ayuntamiento de Madrid para devolver la dignidad y la decencia a esta institución.

La sentencia del Tribunal de Cuentas aparece como el epitafio de los gobiernos del PP en la ciudad de Madrid. Un periodo caracterizado por la devaluación de lo público, tanto si hablamos de bienes patrimoniales como de servicios necesarios para el bienestar de la ciudadanía. Ahí se enmarcan los contratos integrales de limpieza o conservación de las vías públicas, de los que Botella presumía porque «ahorraban dinero al consistorio». Que el estado de limpieza y conservación de las calles no fuera el adecuado o que la administración tuviera un escaso margen de maniobra ante un mal funcionamiento de esos contratos eran cuestiones que importaban poco o nada a nuestros antecesores en el cargo. De la misma forma que tampoco pareció preocuparles el futuro de todas aquellas familias que quedaron en manos de los fondos a los que habían traspasado las viviendas.

La llegada de Manuela a la alcaldía ha permitido corregir esa dinámica y volver a situar el interés general en el centro de las políticas públicas. En estos años, hemos recuperado instrumentos y servicios estratégicos como bicimad o la empresa funeraria, que Álvarez del Manzano regaló por la ridícula cantidad de cien pesetas. También hemos renovado la envejecida flota de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) y recuperado la función social de la EMVS para dedicarla a la promoción y gestión de un parque público de viviendas en régimen de alquiler social; una función que, por sorprendente que pueda parecer, el PP había eliminado de sus estatutos. Además, modificamos el reglamento de adjudicación para que 2.500 viviendas municipales que estaban vacías cuando llegamos al gobierno, quizá a la espera de un comprador, pudieran ser utilizadas por las familias que más las necesitan. Y, por supuesto, pusimos freno no solo a la venta de viviendas sino de todo el suelo público residencial.

Esto ha ocurrido porque ahora Madrid tiene un gobierno municipal al servicio de las grandes mayorías, de sus vecinas y vecinos. Habremos cometido errores y con toda probabilidad los seguiremos cometiendo pero nadie nos podrá acusar de actuar en contra de los intereses de nuestro Ayuntamiento y sus legítimos propietarios, que son todas las personas que viven en nuestra ciudad. Eso es lo que está en juego en las próximas elecciones municipales. Consolidar este proyecto de regeneración y progreso o que vuelvan los que vendieron las casas de las familias más humildes a los fondos buitre y los partidos que les apoyan. Los que condenan la venta con la boca pequeña pero que hubieran hecho alcaldesa a Esperanza Aguirre de haber obtenido un concejal más. O aquellos que se envuelven en la bandera pero no han abierto la boca ante el daño causado por el PP a los compatriotas que han perdido la vivienda que en su día les adjudicó la EMVS. Si dan los números, no tendrán ningún reparo en volver a entregarles el Gobierno. Por eso en mayo hay que elegir entre dos modelos opuestos: el de Carmena o el Botella y sus herederos. De ello dependerá el futuro de Madrid.

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