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Los Gobiernos locales europeos, refugio en tiempo de incertidumbre y artífices en la reconstrucción

Banderas de la Unión Europea (UE) ondean frente a la sede de la Comisión Europea en Bruselas, Bélgica.

Abel Caballero Álvarez

Alcalde de Vigo y presidente de la FEMP —

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Realizar la conmemoración del Día de Europa en el marco de la grave crisis que el conjunto de la ciudadanía europea está sufriendo debe conducirnos a una reflexión profunda sobre el modelo de integración europea que necesitamos para abordar los desafíos de una sociedad global. Así mismo, este 9 de mayo también es el momento adecuado para recordar que la Unión Europea, comprometida con la Agenda 2030, debe ofrecer iniciativas audaces que no dejen a nadie ni a ningún territorio atrás.

En un espacio geográfico y político singularmente descentralizado como el europeo, la llegada del COVID-19 ha puesto en evidencia que los gobiernos nacionales no pueden hacer frente de manera unilateral a todos los retos de una emergencia de esta dimensión. De ahí que las respuestas deban ser coordinadas entre los diferentes niveles de gobierno, teniendo en cuenta las singularidades de los territorios, así como el impacto específico que esta crisis ha tenido sobre el tejido productivo y los servicios sociales básicos, especialmente en la población más vulnerable.

La incertidumbre de millones de europeos ha encontrado un refugio claro en los gobiernos locales de la UE. La línea de resistencia local, una vez más, ha mostrado su capacidad para dar respuesta inmediata al impacto de las consecuencias sociales, sanitarias y económicas que está sufriendo la ciudadanía.

Desde la FEMP somos plenamente conscientes de que la repercusión de esta crisis en la sociedad europea es severa, y por ello coincidimos en que deben concentrarse todos los esfuerzos en combatirla. Pero la salida de esta crisis debe servir, a su vez, para fortalecer el proyecto común de la Unión Europea. Ello supone demandar a las Instituciones Europeas y a los Estados Miembros que la reconstrucción política, económica, social y ética de nuestro continente en la era post COVID-19 se debe hacer sobre la base de más gobernanza, más diálogo con la ciudadanía, más solidaridad territorial y más transparencia.

El Comité Europeo de las Regiones tendrá que jugar un papel imprescindible para poner de manifiesto la necesidad de empoderar a los entes locales y regionales, de manera que podamos tener a nuestro alcance las herramientas y la capacidad de adaptación necesaria para los desafíos de los próximos meses y años.

Iniciativas como la Inversión en Respuesta al Coronavirus de la Comisión Europea –que facilita que los fondos estructurales no utilizados sirvan para ayudar a municipios y regiones a hacer frente a la crisis– o la propuesta #TeamEurope lanzada por la Comisión Europea, con más de 20 billones de euros para que la cooperación europea contribuya a luchar contra los efectos de la pandemia COVID-19 en los países socios, son clave para la mejora de las condiciones de vida tanto dentro como fuera de nuestras fronteras.

La Unión Europea no puede perder la oportunidad que esta crisis ofrece para sentar las bases del futuro que queremos.

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