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Opinión - ¿Y ahora qué? Por Marco Schwartz

El laberinto vasco

Pello Otxandiano e Imanol Pradales

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Los “herederos de ETA”, que dice Feijóo, van lanzados en las expectativas de voto al Parlamento Vasco. Dadas las circunstancias conviene hacer una reflexión al respecto, porque podemos encontrarnos la noche electoral del domingo 21 de abril con unos datos que señalen una clara victoria en votos y escaños de la coalición EH Bildu.

Esta coalición está formada por Sortu, Eusko Alkartasuna, Alternatiba y Aralar, pero el elemento fundamental político es Sortu, el partido heredero de la antigua Herri Batasuna, es decir, el eje fundamental de la política de la izquierda abertzale desde hace décadas.

ETA intentó dejar la violencia en 1998. Se adelantaron negociaciones entre esa organización y el Gobierno de José Maria Aznar. No funcionó. Lo intentó en 2007, se entablaron negociaciones con el gobierno de Rodríguez Zapatero, y ahí si funcionó. En 2011 Zapatero se llevó la corona de la paz.

El 18 de diciembre de 1998, en medio de una tregua indefinida de ETA, Aznar reivindicaba el valor del escaño contraponiéndolo a las armas. “Al constituirse el Parlamento Vasco salido de las elecciones del 25 de octubre, dije que tomar posesión de un escaño siempre es preferible a empuñar las armas. Esta es la cuestión, escueta, clara y democrática que se dilucida en este nuevo escenario, en esta nueva oportunidad, y lo es sobre todo para los que han declarado su voluntad de actuar a través de cauces políticos, e incluso dicen estar dispuestos a asumir compromisos institucionales”. Aznar dixit.

Él mismo parece haber olvidado sus sensatas palabras de entonces. Los actuales dirigentes del Partido Popular, sabedores del valor en votos de mentar la bicha, se hartan de acusar: “Todo es ETA”. Y Bildu, ni te cuento. Para empezar, tiene a Sortu en su corpus original. Cierto que ahora, en las elecciones autonómicas vascas, no se presenta Arnaldo Otegi, carismática cara de Sortu, de Euskal Herritarrok, de Herri Batasuna, y hasta de ETA. Otegi, seguro que con harto pesar, dio un paso atrás políticamente necesario, y dejó el camino expedito a un doctor en telecomunicaciones libre del estigma de ETA, que aparece en los carteles electorales con una bondadosa expresión mirando a un cielo que cada vez parece estar más cerca. Se llama Pello Otxandiano y es aficionado a los  estudios de prospectiva política, pero también a algo más.

En abril de 2012 publicó su tesis doctoral titulada: 'Factor Graph Based Detection Schemes for Mobile Terrestrial DVB Systems with Long OFDM Blocks'. Seguramente al común de los mortales esto les sonará a chino. Es una tesis doctoral sobre DVB T2, es decir, el estándar de televisión terrestre que utilizamos habitualmente. Lo que nos dice que el chaval tiene preparación, la que les falta a otros políticos que no saben hacer la O con un canuto, pero que sí saben proclamar: “Todo es ETA”. Dicho eso, y dicho también que es el redactor principal del programa electoral de EHBildu y del documento Begirada (Mirada) que marca la línea política de esta organización, completamos un poco más su figura y percibimos, ahora, una cierta sonrisa solapada en esa cara angelical que mira al cielo. Os vais a enterar de lo que vale un peine, parece querer decir.

Y en estas, dados los fuertes vientos que empujan las velas de la nave de EH Bildu, el candidato exprés del PNV, Imanol Pradales, se ve impelido a manejarse en aguas no habituales. Críticas al sistema de salud vasco Osakidetza, manejado por su propio partido: “Tenemos que cuidar y curar Osakidetza, porque Osakidetza nos cuida y nos cura”. Críticas a la falta de seguridad: “Todas las herramientas necesarias para prevenir la inseguridad” o “La seguridad de la sociedad vasca es innegociable. No vamos a dudar. Con la seguridad no se juega”. No sé qué pensarán de sus palabras la actual consejera de Sanidad, Gotzone Sagardui, y el consejero de Interior, Josu Erkoreka, ambos del PNV como Pradales, salvo que no contará con ellos si logra ser lehendakari. Creo notar cierto rictus de malestar en los prejubilados consejeros del Gobierno Vasco, al oír las promesas electorales de este joven candidato, 49 años cumple el día de las elecciones, que se enfrenta en la pole position a un candidato más joven, Otxandiano, 40 años.

Y es que estas dos fuerzas políticas pueden captar cerca del 70% de la fuerza electoral vasca, lo que es un dato relevante. Y aunque la candidata de Sumar, Alba García, asegura que “mucha gente de izquierdas no votaría nunca a EH Bildu”, da la impresión de que es más un deseo que una creencia asentada.

Cierto que EH Bildu arrastra la rémora del pasado escalofriante de ETA, cierto que la izquierda abertzale no ha sido contundente en decir en público lo que algunos dicen en euskera y en privado. Lo de ETA es la historia de un fracaso, no consiguió ninguno de sus objetivos, dejó un reguero interminable de víctimas y, de pasada, con su brutal agenda diaria, hizo que nos olvidáramos de los cuarenta años de dictadura franquista que habrá que recordar en los nuevos tiempos. Porque de allí, precisamente, vino ETA.

Situar al agradable Otxandiano, y no al hosco Kubati, al frente del cartel electoral permite obtener un voto más amplio, no hay más que leer el programa de la coalición y su compilación de recetas de la izquierda más ortodoxa. EH Bildu ya cometió el error de presentar a ex miembros de ETA con delitos de sangre como candidatos en la últimas elecciones municipales. Candidatos legales, por cierto. En esa ocasión, y tras la enorme polémica generada, los propios candidatos renunciaron a hacerse con el acta en caso de ser elegidos. 

La caras amables de EH Bildu, resultan políticamente rentables. Óscar Matute, parlamentario de EH Bildu, pudo contestar a Espinosa de los Monteros, de Vox: “Yo me encontraba en una vigilia en Ermua la noche previa a que asesinaran a Miguel Ángel Blanco pidiendo su libertad. Yo no se donde estaba usted”. Y es que Matute era insumiso y pacifista y estaba alejado de ETA.

Esta política “amable” de EH Bildu le da resultados. Tanto que el PNV teme que finalmente el PSE termine coaligándose con EH Bildu, lo que el candidato socialista Eneko Andueza ya descartó: “Presidente, ¿se lo vuelves a decir tú o se lo digo yo? ¡Que no vamos a gobernar con EH Bildu!”, dijo Andueza ante Pedro Sánchez en el mitin de Vitoria. Pero Pradales sabe que Sánchez es un político que “mide muy bien los tiempos”, y que todo dependerá de los números de la noche del 21. Evidentemente.

Y aquí estriba una de las claves de estas elecciones autonómicas. EH Bildu es un protagonista esencial de la política vasca y, desde hace algún tiempo, de la española con su apoyo a Pedro Sánchez, quien, por cierto, obtuvo un claro respaldo en votos al PSE en Euskadi en las últimas elecciones generales. Es una nueva presencia cada vez más alejada del sanguinario historial de ETA, por mucho que les pese a Alberto Núñez Feijóo o a Isabel Díaz Ayuso, que pretenden engañar a los suyos, y a los no suyos, con el “todo es ETA”. 

Menos mal que el candidato popular en las vascas, Javier de Andrés, tiene un concepto diferente de su compañera de partido madrileña. “Calificar de la misma manera –decía  De Andrés– un fenómeno tan agresivo como fue ETA, y un momento como el que estamos viviendo ahora, en el que no se producen afortunadamente esas muertes, esas extorsiones, no sería equilibrado”.

No sería equilibrado, efectivamente. Echar más leña al fuego de la que ya echó en su momento ETA, no hace más que descomponer un sistema político democrático.

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