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Pierde el PSOE y gana Sánchez

Odón Elorza

Tras una semana negra para los socialistas, con malos resultados electorales en Euskadi y Galicia, una sucesión de órdagos públicos entre las partes confrontadas y un Comité Federal a modo de eslabón final de un largo proceso de suicidio colectivo, quien pierde -hasta casi la respiración- es el Partido Socialista. Y quién gana, aunque le haya costado la dimisión y la pérdida temporal del control de la organización, es Pedro Sánchez.

El ya ex secretario general del PSOE ha sabido jugar muy a su favor, desde el 26J, con los tiempos de la acción política en esta lucha interna por el poder que arrancó hace más de un año. Esa realidad se ha visto acompañada, en los últimos meses, por las diferencias sobre la gobernabilidad -cuando menos tácticas- entre Sánchez y los dirigentes territoriales afines a Susana Díaz.

Con su dimisión, Pedro Sánchez se escapa de cuatro situaciones de riesgo para su prestigio y su liderazgo en el PSOE: 1a.La difícil negociación pendiente para conformar un gobierno alternativo, según su anunciada pero no concretada propuesta. 2a.El cumplimiento de una hipotética resolución de un Comité Federal que marcara una abstención parcial en una nueva investidura de Rajoy en octubre. 3a.Los posibles resultados desfavorables tras unas terceras elecciones a las que hubiera concurrido con la acusación de ser el responsable del bloqueo institucional por parte de todas las fueras políticas y de los medios de comunicación. 4a.El desgaste que suponía mantenerse en Ferraz ante la acusación reiterada de no haber asumido la responsabilidad -que a mí me parece a compartir- por los malos resultados electorales.

Sánchez podrá esgrimir el relato que hace ya su entorno: “Pedro es un dimisionario voluntario que se va como víctima objeto de una persecución y de una sucia maniobra por negarse a apoyar a Rajoy”. Muchos pensaran que sale casi intacto de Ferraz porque se ha ganado, en tres meses con el discurso radical del “No es No”, a buena parte de la militancia socialista. A esta le ha aplicado un bálsamo para sanar su orgullo herido por la feroz campaña de acoso de la derecha y los medios, así como por las acusaciones y amenaza de sorpasso de Podemos.

De manera que Sánchez se presentará para ganar las primarias, cuando toque, sin responsabilidad ni desgaste por ninguna de las cuatro situaciones de riesgo que he descrito. En cambio, los aparentes ganadores tras el bochornoso Comité Federal del sábado, incluidos cualificados ex dirigentes y ex presidentes de gobierno, tendrán que asumir las consecuencias de defender una posible abstención a Rajoy o de unos resultados realmente pésimos si acudimos tan débiles a unas terceras elecciones. Además, los dirigentes territoriales críticos arrastran el papel de malos y de no querer consultar a las bases.

De modo que el perdedor es un PSOE sin crédito hoy ante los electores y sin capacidad -durante un largo periodo de tiempo- para hacer frente a la derecha por su tremenda división. Por mucho que pretendan coserlo o reanimarlo, desde una gestora, después de haberlo destripado. El daño que entre todos los actores han provocado en el PSOE con actitudes de irresponsabilidad manifiesta, contrarias a la ética y a la fraternidad entre hombres y mujeres que dicen compartir los mismos ideales, me parece irreparable.

Hemos mostrado a la gente que las ambiciones y cuestiones orgánicas están por encima del interés general y de los problemas de la mayoría social. Que la prioridad estaba en celebrar unas primarias el 23 de octubre en mitad de un proceso destinado a intentar pactar un programa de gobierno. Que la democracia interna - tras los últimos acontecimientos y por los casos que se han producido durante los dos últimos años- es aún débil. Que la falta de reflexión y debate en el Comité Federal sobre la estrategia a seguir para hacer frente a Rajoy, con una alternativa de regeneración y cambio, y para garantizar la gobernabilidad del país, han impedido la cohesión de la organización. Sin diálogo entre las dirigentes, sin debate y, por tanto, sin estrategia compartida ni hay cohesión ni hay partido.

El día tres de septiembre, tras la fallida investidura de Rajoy, la Comisión Ejecutiva tenía que haber convocado un Comité Federal para analizar la nueva situación política y revisar la resolución desfasada del 28D. Se hubiera fijado la estrategia a seguir por el Secretario General de cara a retomar la iniciativa política, tras un debate a fondo imprescindible con todas las opciones sobre la mesa. La ruptura del PSOE no se hubiera producido. No fue así y se perdió, además, la gran oportunidad de desarrollar una campaña en Galicia y Euskadi reforzada con la explicación de una propuesta perfilada y viable para negociar los apoyos a un gobierno alternativo. Pero o no se vio o no se quiso.

Columna publicada en 'El socialista digital'

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