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Star Wars, el inesperado despertar de la igualdad

Rey (Daisy Ridley) en Star Wars

Sara Mateos

Colectivo Novecento —

(Ojo: contiene spoilers)

En el tráiler con el que se presentó el ansiado episodio VII, una voz profunda decía: “Ha habido un despertar”. De hecho, el título de esta entrega es El despertar de la fuerza. Y no puede ser más adecuado. No solo el personaje de Rey, la protagonista, que lo encarna en todos los sentidos. Ese despertar, trasciende la pantalla, a través de  la mirada de otros personajes, que es también la del público.

Y es que nada menos que Star Wars, el fenómeno cinematográfico de masas con mayor impacto en las últimas décadas, puede ser la campaña de más calado de cuantas pudieran ni tan siquiera imaginar todos los organismos e instituciones de igualdad juntos.

Si Leia ya dejaba cierta llama en muchas voluntades, por ser ella, una mujer, quien regía los destinos de la resistencia (y que ahora es nada menos que generala Leia), Rey es la cuadratura del círculo.

Pero dirijámonos a una galaxia lejana… Miles de ojos se encuentran fijos en un árido planeta, cuando aparece la minuciosa Rey. Si la presentación del personaje ya establece las bases de quién es (una chica independiente, con principios, que se gana la vida en un entorno hostil) las miradas de los personajes y de ella misma, funcionan a modo de catalizador.  

La mirada perpleja de Finn cuando ve a una chica en dificultades (por la noble causa de defender la justicia) zafarse de sus enemigos antes de que él consiguiera llegar. Esa mente programada de soldado férreo y sin matices, sufre un desbloqueo (a decir verdad el segundo de la película, aunque ese es otro tema). Algo, alguna rígida compuerta, acaba de abrirse. Escapan, y mientras huyen, y ante la insistencia de Finn por coger de la mano a Rey, ella insiste en que no necesita que le den la mano para correr. Sabe correr sola.

La mirada de Han Solo abre también una compuerta, con esa sonrisa entre el sarcasmo y la sorpresa, cuando ve a una chica que comparte los mandos del Halcón Milenario, y lo pilota y guerrea hábilmente, como si lo hubiera hecho toda la vida.

La mirada de ambos ante cómo se desenvuelve. Ante la fortaleza y la valentía. Esa independencia audaz, que nunca desmerece el viejo lema de que “con amigos siempre es mejor”, pero que no espera a que vengan a salvarla. Tan es así, que cuando acuden a rescatarla de las manos de Kylo Ren, que la retenía inmovilizada y bajo vigilancia,  se la encuentran huyendo, trepando por la estrella de muerte.

La mirada de Kylo Ren, que descubre la fuerza en ella. Su propia mirada, la de Rey, cuando descubre la fuerza en ella.

Las miradas se suceden, en los personajes, en el público. Y ven a una mujer inteligente, audaz, valiente, que pilota naves, que no espera a que le salven ¡que tiene la fuerza!

Una chica representada además en contra de los estándares femeninos, también en lo relativo a su aspecto: no está hipersexualizada, no va medio desnuda, ni con licras o tacones imposibles. Va vestida como iría cualquiera que viviera en ese planeta, de manera funcional, sin enfatizar el aspecto estético.  Las conversaciones sobre ella no giran en torno a si es o no guapa.

Las niñas, y también los niños, jugarán con Rey (no sin alguna solventada resistencia). Será un personaje más que evocar en peleas con espadas láser o en vertiginosos pilotajes de naves espaciales. Las niñas, y también los niños, jugarán con la muñeca de Rey. Rey no sólo puede ser un empoderador referente para las niñas, que puede darles alas y hacerlas sentir fuertes y capaces, lo es también para los varones, y para el público en general, por la normalidad con la que es transmitido y asumido que una chica puede salvar la galaxia. Y eso son miles, millones de microrevoluciones que pueden abrir muchas compuertas.

Si imagináramos algo capaz de transmitir el esencial valor de la igualdad entre mujeres hombres, de la certeza de la misma capacidad de hacer, de conseguir… nunca hubiéramos imaginado que sería un producto mass media, de la mano de nada menos que Star Wars. Y es que nunca hubiéramos imaginado que “el despertar de la fuerza” pudiera significar tanto.

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