Abróchense los cinturones
Luego no digan que no fueron avisados. Esto empieza de verdad y vienen curvas y turbulencias nunca vistas. Agárrense lo más fuerte que puedan. No es un pacto de investidura sino de legislatura y eso aún molesta más. La derecha ya avisa que le tirará todo cuanto encuentre a mano. El rey, el poder judicial, las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y el ejército, Isabel Díaz Ayuso no se ha dejado a nadie en la lista de instituciones arrojables al tirano Sánchez; lo que haga falta. En la pandemia se pedía unas cañas, ahora reclama barra libre de Lawfare.
No lo tenían fácil Junts y Carles Puigdemont después de que Oriol Junqueras y ERC le hubieran birlado en línea de meta los temas estrella de la negociación. Selladas la amnistía, Rodalies y la deuda, quedaba poco apetitoso y llamativo que firmar. Pero ha administrado con habilidad lo más valioso que le dejaron: el tiempo. Importa qué se firma, pero también el orden en que se firma.
Puigdemont se ha asegurado dejar claro quién ha marcado los tiempos y que, sin su acuerdo, todo lo conseguido por Esquerra era y será papel mojado. Esta legislatura no va a ser como la anterior porque ahora también juega él; ese fue el mensaje clave de su comparecencia. Lograr una ampliación de los plazos y el alcance de la amnistía, la mención a la evidencia de la existencia de un lawfare contraindependentista y el reconocimiento de un verificador neutral que ayude a restablecer la confianza son los extras que embellecen el pacto.
Durante los días más tensos de los años del procés, fueron mayoría las voces que reclamaban que se hiciese política para resolver un problema político. Hoy esa mayoría puede constatar que regresamos a ese camino. Volvemos a donde nunca debimos irnos y adonde todos –incluso aquellos que se oponen– sabemos que debemos estar si queremos salir de este bucle. El acuerdo entre Junts y el PSOE certifica un compromiso entre partidos políticos que mantienen sus discrepancias y no renuncian a sus objetivos; pero se comprometen a negociar las soluciones: la buena vieja política de toda la vida.
Lo importante de los acuerdos, con ERC y especialmente con Junts, no reside tanto en su contenido como en su significado. Lo relevante es el compromiso de todas las partes de renunciar a imponer sus posiciones y dialogar y negociar los desacuerdos como método para encontrar las soluciones.
Escuchar a Feijóo meter en la misma frase de agravios imperdonables la igualdad, los impuestos, la dignidad, el estado de derecho y los trenes resulta hasta un poco cómico. La quita de la deuda era cuestión de tiempo porque es lo mejor para todo el sistema autonómico y lo saben todos los presidentes. El traspaso de la estructura ferroviaria de cercanías a los territorios que las usan y las padecen parece de primero de gestión descentralizada. La pregunta no es por qué se hacen ahora sino por qué no se han hecho antes.
Quienes reclaman un relato que defienda la amnistía ya lo tienen: sin amnistía la vuelta a la política resulta imposible. Sin dar las cuentas por saldadas y cerrar ese capítulo de manera definitiva, no puede haber soluciones que negociar; solo quedan cuentas que ajustar. Cambiar amnistía y compromiso político por gobierno y negociación política me parece un buen trato.
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