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Ahora nos necesitamos más que nunca

José Luis Gallego

La llegada de Donald Trump a la Casablanca ha caído como un mazazo sobre el ánimo de las organizaciones, las instituciones y las personas que desde diferentes ámbitos de la sociedad trabajamos a diario en favor del medio ambiente y contra el cambio climático. Y es sin lugar a dudas una pésima noticia. Pero no más de lo que ha resultado ser para todos los que trabajan en defensa de la igualdad de género, la solidaridad entre los pueblos o el respeto a los derechos humanos, entre otros muchos ámbitos.

Hace tiempo que se demostró que el medio ambiente es demasiado importante como para dejarlo (solo) en manos de los políticos. Por eso debemos relativizar tanto sus compromisos como sus amenazas. Es cierto que su contribución puede ser importante, pero la nuestra lo es todavía más. Ni Obama dio el acelerón que todos esperábamos a la lucha contra el cambio climático, ni Trump va a darle un frenazo en seco.

Lo importante es que todos nosotros, los ciudadanos comprometidos con el medio ambiente, esa inmensa infantería social que está haciendo un uso más eficiente de la energía, ahorrando agua, reduciendo y reciclando los residuos o practicando un consumo mucho más responsable con el medio ambiente, no caigamos en el desánimo y sigamos perseverando en ello.    

Ahora nos necesitamos más que nunca. Si asumimos que defender el medio ambiente es actuar en defensa propia y si cada vez somos más los que lo incorporamos como hábito, no debemos temer a la demagogia de los políticos, ya provenga hoy de la Casablanca o mañana del Elíseo (“Todavía no está pasando lo peor cuando pensamos que esto es lo peor” como dice el Rey Lear).

Si algo se está demostrando en esta palpitante época es que ningún político puede ir en contra de la voluntad popular. Por eso es importante dejarles muy claro que no vamos a tolerar ni un paso atrás en la lucha contra el cambio climático ni en la mejora de las condiciones de vida en el planeta, porque como ya les avisó nuestro apenas desaparecido y ya añorado Leonard Cohen: “Cualquier sistema que montéis sin nosotros será derribado”.

Dejemos de mirar con inquietud hacia Washington y miremos con esperanza hacia Marraquech, donde está teniendo lugar una nueva cumbre climática para pasar a la acción. Si París fue la cumbre de los arquitectos que diseñaron el gran acuerdo contra el cambio climático (los políticos), Marrakech es la de los albañiles que lo están construyendo (la sociedad). Y recurriendo de nuevo al poeta/cantante, como lo estamos montando nosotros, nadie va a ser capaz de derribarlo.

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