Feliz país hipotecado
Que al cumplirse el primer aniversario del rescate bancario, el FROB lance una campaña de cuñas radiofónicas y páginas de periódico anunciando que ha llegado “el momento de que entre todos volvamos a hacer realidad nuestros proyectos”, parece una forma fina de pitorreo. Como además el FROB es la institución receptora del dinero del rescate, solo faltaría que la campaña se hubiese pagado con ese mismo dinero, para reírnos más.
La campaña juega con la metáfora del grifo que al abrirse hace fluir el crédito, lo que al pitorreo suma algo de sadismo: enseñar el agua a quienes se mueren de sed por la sequía de crédito, que el rescate no ha aliviado un año después.
El único crédito que ha fluido, y no con goteo de grifo sino más bien con descarga de embalse con las compuertas abiertas, es el que se han llevado los bancos. Así lo llamó Luis de Guindos en aquel sábado para la infamia: no era un rescate, sino un crédito, “un préstamo en condiciones muy favorables”. Y al día siguiente, un ratito antes de irse al fútbol, un risueño Rajoy dijo que solo era “una línea de crédito”.
Para ser más exactos, yo no lo llamaría crédito ni préstamo: mejor digamos hipoteca. Lo que España hizo el 9 de junio del año pasado fue pedir una hipoteca, pero una hipoteca a la española, como las que los bancos concedían a las familias españolas: con cláusulas abusivas, con letra pequeña, que nos encadena por muchos años, y que nos costará un desahucio total como país en caso de no atender nuestras obligaciones.
La hipoteca no la necesitábamos nosotros, sino nuestro pariente rico: la banca, que necesita mucho más que un grifo, porque su sed es inagotable: desde el comienzo de la crisis, sumando el rescate europeo, los recursos destinados a reestructurar el sector, las inyecciones de capital a los nacionalizados, y el desembolso en el “banco malo”, resulta que la banca se ha bebido ya 120.000 millones de euros, un 12% del PIB español; a los que sumar los más de 300.000 millones que la banca española ha tomado del BCE a interés reducido (copio los datos de un libro muy recomendable para entender dónde estamos: Lo llamaban democracia, del Colectivo Novecento).
Pero todavía no es suficiente, porque los bancos no han terminado de limpiar sus bodegas, y porque la recesión sigue pudriendo sus activos, de modo que en cualquier momento habrá que ampliar la “línea de crédito”, tomar más dinero del rescate. Es decir, ampliar la hipoteca. Y si así tampoco es suficiente, acabaremos vendiendo los muebles y el ajuar de la abuela.
Un año después del rescate que no era rescate, nada ha mejorado: el grifo sigue cerrado, las dudas sobre la banca se mantienen, tenemos más deuda, más recesión y más paro, la prima solo se ha relajado un poco, el banco malo se va ganando el nombre de banco peor, los hombres de negro que nunca iban a venir nos visitan cada tres meses, y las condiciones del rescate que no era rescate y que no iba a tener condiciones nos han traído más recortes sociales y una próxima rebaja de pensiones.
Feliz aniversario, feliz hipoteca.