El año de nuestras vidas
Hace unas semanas, me decía Tania Sánchez: “Este va a ser el otoño de nuestras vidas”. Estaba ella a punto de presentarse como candidata a la presidencia de Madrid, que este domingo ha ganado en las primarias de Izquierda Unida. Y yo le respondí: “No va a ser el otoño, va a ser el año de nuestras vidas”. Tenemos ante nosotros el curso político más apasionante, incierto y convulso que ha vivido nuestra democracia desde la Transición. Estamos ante una segunda Transición, una primera ruptura o vaya usted a saber qué. Pero lo que está claro es que tenemos la posibilidad única de refundar el país sobre bases más sólidas, solidarias, transparentes y modernas. Si no es ahora, quizá ya no sea hasta la próxima crisis. Habremos perdido una oportunidad inmejorable.
Y todos los partidos lo saben. Y todos se han colocado ya en la posición de salida. El paso al frente que dio Podemos ha obligado al resto a recolocarse, a bailar claqué a la mayoría para no caerse y a dar un paso atrás a los más viejos para dejar que les adelanten las nuevas generaciones. El antiguo rey dejó el trono al nuevo, Rubalcaba dejó su sitio a Sánchez, Cayo Lara ha dejado vía libre para que Alberto Garzón se presente, Ada Colau se decidió a encabezar una candidatura en Barcelona y la victoria de Tania Sánchez en la izquierda madrileña es un remate simbólico a este cambio generalizado de piezas en el tablero que Podemos puso patas arriba. Dicen que el partido de Pablo Iglesias puede acabar con la izquierda pero por ahora la está obligando a resucitar de su letargo. No estaban muertos, que estaban tomando cañas.
La que más ha tardado en despertar ha sido Izquierda Unida, que parece que lo ha hecho a regañadientes y de mal humor. Con desgana se hizo a un lado Cayo Lara y en Madrid los que mandan han sacado la artillería pesada para evitar el relevo de Tania Sánchez. La vieja guardia de la federación madrileña quería evitar a toda costa que la saquen de un feudo en el que se sienten protegidos frente a las acusaciones de corrupción. El resultado de la guerra ha vuelto a ser penoso para la imagen de Izquierda Unida. Ha quedado claro que tienen mucho que esconder, han dado un espectáculo lamentable de desunión y han dejado a la candidata salpicada por la sombra de la duda. Ahora ella tiene el doble trabajo de recuperar su prestigio y el de su partido. El problema de la izquierda es que los enemigos los tiene en casa y mueren matando.
Pasó el otoño de nuestras vidas y en efecto sirvió para que todos los ejércitos se renovasen, menos el PP y la UPyD, que de momento ha rechazado el elixir de juventud que le ofrece Albert Rivera. Ahora se acerca el invierno, winter is coming. Ha llegado el momento de tomar posiciones para el Juego de Tronos de primavera. Podemos ha decidido frenar su marcha porque iban tan deprisa que podían estrellarse. De momento, ya les han conseguido hacer daño con el asunto de la beca de Errejón, que aunque sea un caso menor, les ha dado donde ellos atacaban: en la corrupción. Que se preparen, que ahora empiezan las escaramuzas, emboscadas y la guerra de guerrillas de verdad contra ellos. Pedro Sánchez se deja la coleta mientras les ataca duramente. Por eso creo que la llave de gobierno para la izquierda y para Podemos depende de un joven padawan llamado Alberto Garzón que tiene que luchar contra el lado oscuro de su propio partido, contra los miedos que le hacen ser demasiado precavido y contra la tentación de dejarse “podemizar”. Que la fuerza le acompañe, que lo va a necesitar.
Este es el año de nuestras vidas. Se ha abierto una ventana de oportunidad por la que hay que entrar, o la ciudadanía que tanto ha peleado y los que se están quedando atrás se quedarán fuera. La nueva política tiene una gran responsabilidad de responder a las expectativas. La nuestra es darles la oportunidad, al menos, de fracasar. Pero que no puedan decirnos que no lo intentamos.
Javier Gallego es director de Carne Cruda. Puedes escuchar el programa todos los martes y jueves a las 12:00 en www.carnecruda.eswww.carnecruda.es