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Avenida de la Capital de España, Madrid

El alcalde de Madrid, Jose Luis Marrtinez-Almeida, y la entonces candidata del PPCV y hoy alcaldesa de Valencia, Maria José Catalá, durante la mascletá de 2023 en Valencia .EFE/ Kai Forsterling

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Parece un chiste, pero en Madrid hay una avenida que se llama “avenida de la Capital de España, Madrid”. No bastaba con llamarla “avenida de Madrid”, que además ya existe una “calle de Madrid” en el centro histórico; ni tampoco rotularla como “avenida de la Capital de España”. Era necesario subrayar la obviedad, por si alguien anda pez en geografía y todavía no se ha enterado de que, atención, tomen nota, Madrid es la capital de España.

Todo el que pasa por la avenida (está en el Campo de las Naciones) le hace una foto a la placa y bromea en redes sociales sobre la dirección que debes escribir en el sobre para enviar una carta a quien viva allí: “avenida de la Capital de España, Madrid, Madrid (Madrid)”. Si además la carta va dirigida a la Institución Ferial de Madrid, cuyo nombre oficial es “Ifema Madrid” (pese a que Madrid está ya contenido en las siglas) y que tiene una de sus puertas en la misma vía, el chiste ya es total: “Ifema Madrid, Avenida de la capital de España, Madrid, Madrid (Madrid)”.

Así es todo en la capital de España, Madrid. Todo más, todo grande, todo reafirmante y triplicado, todo Madrid, Madrid, Madrid y todo España, España, España. Hay un nacionalismo madrileño que en realidad es nacionalismo español reconcentrado, cuya bandera siempre es el exceso y el “yo más”. La última es la polémica mascletà, que se va a celebrar este fin de semana junto al Manzanares, con rechazo de ecologistas y oposición, y fruto de una promesa caprichosa del alcalde Almeida. Ninguna sorpresa que la mascletà de la capital de España, Madrid, vaya a ser la más grande jamás vista, con más kilos de pólvora que la de Valencia.

Es una metáfora facilona, lo sé, pero la mascletà madrileña es la metáfora exacta de la deriva de la capital de España, Madrid: un gran evento, que nadie ha pedido ni beneficia a los vecinos, que no se sabe cuánto cuesta ni quién lo paga (los madrileños, obvio), que hace mucho ruido, que es puro humo, que no deja nada detrás (algo de tierra quemada si acaso), que genera polémica, que no tiene la mínima sensibilidad medioambiental, y que supongo servirá para que alguien haga negocio.

Ya lo avisa el alcalde de la capital de España, Madrid: estaría encantado de celebrar otras tradiciones como los ‘castellers’, en cuyo caso damos por descontado que serán más altos que los de Cataluña, de la misma forma que la capital de España, Madrid, tiene más luces navideñas que Vigo, y la bandera más grande en Colón, y más-más-más de cualquier cosa que se nos pueda ocurrir: Fórmula 1, fútbol americano, los Óscar del deporte, y algún día esos Juegos Olímpicos por los que algunos llevan décadas suspirando. Una traca tras otra, un gran evento tras otro, con mucho ruido y humo, beneficios dudosos para la ciudadanía, negocio de unos pocos, y siempre dudas de cuánto cuesta y quién lo paga.

En ese más-más-más en que vive instalada, también es la ciudad que tiene más grandes museos, más sedes oficiales, más instituciones y organismos oficiales y más administración del Estado, que lo de la descentralización federalizante que de vez en cuando sale en algún programa electoral luego se queda en poca cosa; para qué tanto lío de andar trasladando sedes a la provincias, con lo fácil que es llegar a la capital de España, Madrid, que para eso es el centro-central-centrísimo de toda la red ferroviaria de Alta Velocidad (prueba a viajar de un punto a otro de España sin pasar por la capital de España, Madrid, y sin tardar doce horas), y ahora además le van a ampliar el aeropuerto.

Normal que con tanta concentración reconcentrada institucional y política, al final se concentre y reconcentre también el poder económico, las empresas, las multinacionales y las grandes fortunas, mejor estar en la capital de España, Madrid, que para eso allí se mueve todo. Y de tanto reconcentrar, la fuerza centrípeta madrileña funciona como un agujero negro que absorbe población, territorio, inversiones, empresas, talento, en una espiral imparable: cuanto más absorbe, más absorberá, porque dinero llama a dinero, y dónde vas a trabajar de lo tuyo si no es en la capital más capital.

Ya sé que hay noticias más importantes, que lo de la mascletà es una tontada y que parezco un resentido de provincias madrileñófobo (tras vivir veinticinco años allí). Pero es que es una tontada tras otra, y siempre en Madrid. Perdón: en la capital de España, Madrid.

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