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Opinión - ¡Con los jueces hemos topado! Por Esther Palomera

Esta semana

Agentes de la policía nacional en el lugar donde de una mujer de 39 años y nacionalidad colombiana de 39 años, que ha muerto en Murcia apuñalada por su pareja

Barbijaputa

Esta semana, un hombre “con numerosos antecedentes policiales, incluido un homicidio”, golpeó con fuerza en la cara a su pareja por no haberle despertado a tiempo para ir al trabajo.

Esta semana, también, ha sido condenado otro hombre por maltratar, controlar y pegar a su pareja, menor de edad, estando embarazada.

Esta misma semana, además, en Murcia, una mujer era asesinada por su marido 24 horas después de informarse sobre cómo divorciarse de él.

También esta semana un hombre ha sido condenado a 9 meses de cárcel por propinarle una patada en la cara a su expareja.

Ayer mismo, otro hombres era condenado a 15 años por intentar asesinar y abandonar malherida a su expareja.

También ayer era detenido otro hombre por golpear a su pareja, quien ya presentaba, por supuesto, heridas de agresiones anteriores.

Y también ayer se detuvo a un hombre por matar a cuchilladas a su esposa, que deja tres hijas huérfanas.

Hace tres días, otra mujer era asesinada por su marido delante de sus tres hijos. Fue apuñalada más de 20 veces. No murió de forma instantánea, agonizó.

Hace también tres días, un joven de 18 años era detenido por agredir a su novia en plena calle.

El mismo 9 de abril era detenido un hombre por agredir a su mujer en un autobús en Madrid.

Y otro más, también en Madrid, por agredir a su pareja en plan calle.

También este lunes fue detenido un hombre por agredir sexualmente a una mujer en Madrid.

Hoy, en Sevilla, han arrestado a un hombre agredir a su pareja, embarazada de cuatro meses, que ya presentaba heridas de anteriores palizas.

Ayer, un hombre fue detenido por agredir a su expareja en Las Palmas. Ella huyó gracias a dos personas que presenciaron los hechos.

Hace dos días, era detenido en Zumaia un hombre por agredir sexualmente a una mujer y pegar a su pareja.

Hoy, en Sevilla, ha sido condenado a dos años de prisión (no irá a la cárcel) un hombre que abusó de su sobrina de 13 años.

Por otro lado, también hoy, ha sido absuelto de abuso sexual otro hombre (con el voto en contra del presidente del tribunal)

Podría seguir, pero no hay suficiente espacio.

Hablamos de miles y miles de supervivientes cuya vida da un giro, en ocasiones, irreparable. El único punto en común que tenían todas ellas es que eran mujeres.

Leemos titulares como éstos y no pasa nada cuando sabemos el Gobierno ha rebajado de 200 millones de euros a 80 el presupuesto para luchar contra el violencia de género, quizás porque este tema sólo importa a 3 de 100 españoles. ¿Por qué? Por la misma razón que tienen lugar esos titulares: sólo somos mujeres. Y las mujeres, según el imaginario colectivo, estamos acostumbradas al dolor, a la humillación, a las agresiones. No es como si les pasara a ellos. No es tan grave. La misma interpretación que hacemos como sociedad de las imágenes que nos llegan de la valla de Melilla: no son blancos, están acostumbrados a huir, a ser perseguidos y tiroteados, no es como si agredieran o mataran a “uno de los nuestros”.

Por eso es tan fácil enfrentarse diariamente a noticias que se tardan 10 segundos en leer y 2 en olvidar. Porque las mujeres importamos menos, porque estamos acostumbradas. Muchos pensarán que tras estos titulares se esconden dos tipos de mujeres: las que mueren, y las que no, siendo éstas últimas unas suertudas porque se libraron, creyendo quizás que al día siguiente van con una sonrisa al trabajo: su vida sigue.

Se ignora (porque se quiere, porque los medios no indagan y nosotros no reclamamos la información) que las supervivientes que sufren violencia de género o agresiones sexuales, se transforman en otras personas a cuenta de esas experiencias. Mujeres que tras lo ocurrido, se enfrentan a juicios interminables, a preguntas humillantes de abogados, mujeres que sufren violencia institucional tras haber sufrido la física y la psicológica, mujeres que al día siguiente ya empiezan a desarrollar síntomas que las llevan a sufrir depresión, crisis diarias de ansiedad y de pánico, trastorno de estrés postraumático (revivir como si estuviese pasando ahora el instante de la agresión o agresiones, pesadillas diarias, apatía, incapacidad para realizar tareas cotidianas, etc). Hablamos de miles y miles de mujeres (en España) que tardan años en reponerse y también de mujeres que no lo consiguen nunca.

Mujeres a las que se le para la vida porque son mujeres. Mujeres rotas que luchan contra sus agresores y más tarde contra el sistema, y las fuerzas restantes -si las hay- las invierten en intentar ser como eran un minuto antes de que todo ocurriese. Todos esos titulares de, por ejemplo, esta semana, repercutirán en esas mujeres en años de terapia psicológica, también medicación, bajas laborales, años de absentismo en las aulas.

Pero sigue sin importar, simplemente, porque esto les pasa a las mujeres.

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