Capitalismo de cuñados
Aún nos estábamos recuperando de la noticia de que MAFO había sido indemnizado como si fuera víctima de la política de fichajes del presidente del Real Madrid y no de un despido, cuando el Banco de España vuelve a la carga.
Conviene abaratar el despido porque la forma de acabar con la precarización es hacernos precarios a todos. Debemos continuar bajando salarios porque nada hay más competitivo que trabajar sin cobrar. Hay que adaptar el salario de los trabajadores a la situación de la empresa cuando va mal, cuando va bien lo que diga el convenio. Sin novedad en el frente.
No son muy originales, es verdad, pero hay que reconocerles que se muestran extraordinariamente constantes, que es tanto como decir que piensan más bien poco pero a cambio son muy pesados. Nunca dejan que la realidad les estropee un buen dogma.
Si en el Banco de España se aplicasen sus propias recomendaciones ahora mismo estaría vacío, todos estarían en sus casas. Es fácil recomendar que se abarate el despido de los demás cuando uno está blindado como directivo o como funcionario. Si hablamos de ajustar salarios a la situación de la empresa, y vistos los desmanes que han sucedido y suceden en la banca española a lo largo de la última década, está claro que en el Bando de España nadie se ha ganado su sueldo.
No han tenido tanto impacto otras dos afirmaciones que hace el Banco de España en su informe y resultan bastante más ciertas y menos discutibles. La primera acredita que la creación sostenida de empleo de calidad constituye una cuestión de formación y no de incentivos fiscales de efecto casi siempre liviano y temporal. La segunda demuestra que el empresariado español sufre un severo problema de formación, capacidad y preparación.
En el reino del capitalismo granuja no podía ser de otra manera. En el informe World Management Survey (OCDE 2015) sobre capacidad empresarial, los empresarios españoles se sitúan a la cola de Europa, solo por encima de Grecia. Nuestros grandes y multimillonariamente pagados gestores no son lo suficientemente profesionales, no saben dirigir las operaciones de sus empresas, ignoran cómo evaluar sus riesgos y oportunidades y desconocen cómo incentivar o introducir nuevos objetivos o procesos. Son tan amiguetes como incompetentes. En España no llegamos ni al capitalismo de amiguetes; nos quedamos un escalón por debajo: en el capitalismo de cuñados.
Otro informe de la CNMV acreditaba de manera inapelable cómo la crisis económica se había visto agravada en España por la incompetencia, la falta de preparación, la inoperancia e incluso la mala fe de buena parte de los gestores y directivos (Lavín 2014. Boletín trimestral de la CNMV 3 2014). También fue la típica noticia que vivió por encima de sus posibilidades.