Cariño, me voy a la Tercera Guerra Mundial
El sábado por la noche estaba a punto de empezar la Tercera Guerra Mundial, y yo en la Feria de Sevilla. Poco serio por mi parte. Si al final la respuesta de Irán al ataque previo de Israel desemboca en conflicto mundial, muchos lo recordaremos como la archicitada anotación de Kafka en sus diarios al empezar la primera gran guerra: “Alemania ha declarado la guerra a Rusia. Por la tarde, clase de natación”. Así yo: “Irán e Israel desencadenaron la Tercera Guerra Mundial. Por la noche, cena del pescaíto y feria”.
Perdón que me lo tome a guasa, pero es que al volver de la feria el sábado nos sobresaltamos al ver que “Tercera Guerra Mundial” era trending topic en Twitter. Luego comprobamos que casi todo eran memes y chistes, y nos acostamos más tranquilos: en su frivolidad, los tuiteros habían entendido perfectamente la amenaza tras el ataque de Irán. Tan frívolos ellos como los gobernantes, expertos y medios que cada poco tiempo nos anuncian la posibilidad de una Tercera Guerra Mundial.
Tú eres demasiado joven, pero yo sí me acuerdo de la cantidad de veces que en las últimas décadas nos hemos asomado a la Tercera Guerra Mundial. Ya he perdido la cuenta, así que lo que ya no me pierdo es la feria o la natación porque otra vez nos la anuncien. Hace pocas semanas, sin ir más lejos, escuchábamos a dirigentes europeos y a nuestra ministra de Defensa asustando al personal por la guerra de Ucrania, y de paso pidiendo más gasto militar, que una cosa suele ir acompañada de la otra. Desde que Rusia lanzó el ataque hace más de dos años, no ha habido mes que tal o cual incidente no suponga un riesgo de Tercera Guerra Mundial, y además en versión guerra nuclear.
Lo mismo nos dijeron en cada una de las guerras recientes en que se han visto implicados Estados Unidos y sus aliados, con o sin OTAN. La guerra de Irak de 2003, la del Golfo de 1991, las balcánicas, la de Kosovo… En cuanto empezaban los bombardeos, no faltaba quien avisaba del riesgo cierto de una Tercera. Y lo mismo cada vez que hay maniobras chinas frente a Taiwan, o Corea del Norte prueba un misil, ¡Tercera Guerra Mundial en puertas! Añádele la periódica mención a Nostradamus, la inevitable noticia sobre el reloj del fin del mundo, y una simpática pieza de telediario con consejos para sobrevivir a una guerra nuclear, y ya lo tenemos.
Podemos tomarnos a risa esa insistencia en proclamar a cada momento el inicio de la Tercera Guerra Mundial. Porque además las grandes guerras se entienden, se fechan y se nombran tiempo después de empezadas, a veces incluso cuando ya han concluido. Igual la Tercera Guerra Mundial empezó hace cinco años y todavía no lo sabemos. Es como esa anécdota apócrifa que se cuenta de una obra de teatro donde un personaje se iba al frente y se despedía diciendo: “Adiós, cariño, me voy a la Guerra de los Cien Años”. Así suenan algunos hoy: “Adiós, cariño, me voy a la Tercera Guerra Mundial”.
En realidad, poca broma con el asunto: ya vale de fascinación morbosa y de espectacularizar el apocalipsis, propio de quien solo sabe qué es una guerra por el cine. Ya vale de meternos miedo para que compremos cualquier mercancía, lo mismo un aumento de presupuesto militar que una ampliación de la OTAN, o para justificar otras guerras. Ya vale de avisar de la Tercera mientras convivimos con guerras “menores” que dejan muerte y destrucción -33.700 palestinos muertos en Gaza ya-, pero que parecen poca cosa ante el alivio de que no, esta vez tampoco ha empezado la Tercera Guerra Mundial, sigan a lo suyo, vuelvan a la feria o la natación, que ya les avisaremos la próxima vez que vaya a estallar.
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