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Cinco casos de top manta que no nos indignan tanto

Jaume Portell

La muerte de un senegalés huyendo de la policía en Salou abre muchos debates que podríamos resumir en dos posturas: la derecha pedirá orden; la izquierda institucional, una investigación del caso. El senegalés será el pretexto para ambas campañas, deshumanizado. Y las protestas de sus compatriotas ante la policía, un mero asunto de orden público. No falta nunca, por supuesto, el comentario legalista enfrentando al último y al penúltimo, el comentario del sentido común. ¿Podemos tolerar el top manta? Se preguntarán. El centro del drama es la venta ambulante de gafas de sol sin pagar impuestos. La llegada de multinacionales que arruinarán al pequeño comerciante con horarios imposibles y precios más bajos es un símbolo de riqueza y prosperidad; pero cuidado con los senegaleses que harán temblar el comercio local con sus mantas, sus películas falsas y sus bolsos Gucci.

Discutiendo sobre legalidad y legitimidad, perdemos de vista estos casos que se viven en silencio, raramente comentados en la opinión publicada. ¿Qué hay que hacer con el top manta de los blancos? Ahí van cinco casos que podrían ser prácticamente extrapolables a la totalidad del continente africano:

  1. Senegal y sus peces: la pesca en este país africano tiene una gran importancia: en 2005 representaba un 2% del PIB, daba trabajo a 60.000 personas y beneficiaba indirectamente a 600.000 vinculadas con el sector. A finales del año pasado, la Unión Europea firmó con Senegal un acuerdo de pesca: 38 buques europeos (25 españoles) podrán trabajar en la zona durante cinco años a cambio de unos 14 millones de euros. Tal y como explicaba Rosa Martínez en la Marea, algunos de estos buques han sido multados por pescar ilegalmente en la zona. Pese a haber sido condenados por esas actividades, esto no ha impedido que sigan recibiendo subvenciones millonarias de las instituciones europeas. La pesca ilegal de barcos europeos en Senegal tiene muchos años de historia: algunos de los pescadores, al tener que ir cada vez más lejos para encontrar pescado, se fueron acercando con el paso de los años a Canarias. Ante esta situación, aprovecharon su embarcación para pasar a compatriotas a España para ganar dinero. Cuando se habla de “mafias” se les incluye sin hablar nunca de quien les arruinó.
  2. Níger y su energía: la antigua metrópolis tiene en Níger su mayor fuente de luz. El 87% de la energía francesa proviene de sus centrales nucleares, y el 40% del uranio que importan procede de este país africano. El segundo productor de uranio se encuentra en los últimos puestos de todos los índices de desarrollo. El monopolio de la explotación siempre estuvo en manos de Areva, una sociedad estatal francesa. En 2010 el presidente del país, Mamadou Tandja, entabló conversaciones con sociedades chinas que podrían permitir un reparto más justo para el Estado nigerino. Al poco tiempo, un coronel encabezó con éxito un golpe de estado. Una de sus primeras acciones fue romper las negociaciones con China. Mahmadou Issoufou, que trabajaba para Areva, ganó las elecciones del año siguiente, y ahí sigue.  
  3. Costa de Marfil y su cacao: como en tantas otras colonias africanas, la independencia no cambió muchas cosas. Los franceses tuvieron en Felix Hophouet Boigny un aliado orgulloso de sus amistades en París. Uno de sus grandes enemigos, Laurent Gbagbo, llegó al poder en 2000, años después de la muerte del dictador marfileño. Entre otras medidas, Gbagbo pretendía abrir lazos comerciales con China y salir del Franco CFA, la moneda de las excolonias africanas cuyo banco central se encuentra en París. Tras unas elecciones controvertidas en las que ambos candidatos afirmaron ser los vencedores, Gbagbo fue llevado a la Corte Penal Internacional acusado de violaciones de los derechos humanos por la violencia postelectoral en Costa de Marfil. Su rival Alassane Ouattara, amigo de Nicolas Sarkozy y exempleado del FMI, no tuvo que responder a ningún cargo y es el actual presidente del país. Costa de Marfil, primer productor mundial de cacao, cuenta con campos de trabajo infantil. Y Nestlé y otras multinacionales se aprovechan de una extorsión que, al parecer, no quebranta ningún derecho.
  4. República del Congo y su petróleo: en esta antigua colonia francesa se produjo una asociación un tanto extraña: el marxismo al servicio de Elf. Denis Sassou-Nguesso presidió la República Popular del Congo entre 1979 y 1992 en una dictadura de partido único. El estado comunista era ideal para la compañía francesa Elf, que tenía la concesión de las explotaciones petroleras a cambio de dejar una comisión a los gobernantes locales. Acabada la guerra fría, y en pleno periodo de democratización, Sassou-Nguesso perdió las elecciones. Este no dudó en emprender una guerra civil (1997-1999) contra el vencedor Pascal Lissouba: en su lista de apoyos encontramos desde los franceses hasta milicias hutu ruandesas. Tras ganar la guerra, Sassou-Nguesso es el indiscutible presidente del Congo y uno de los más ricos del continente africano.
  5. La República Democrática del Congo, subsuelo rico, país pobre: la esperanza de vida en Congo no llega a los 50 años, y la mitad de sus mujeres no saben leer. Una realidad insoportable si se tiene en cuenta que este país tiene miles de millones de euros enterrados bajo tierra. Pero esta situación no es nueva: la goma extraída del Congo colonial fue crucial para el desarrollo de la industria automovilística en Europa. La esclavitud, avalada por Leopoldo II de Bélgica, propietario del país, provocó diez millones de muertos. Hace pocos días se hablaba de las bombas nucleares que los americanos lanzaron en Hiroshima y Nagasaki. El uranio procedía de Katanga (RD Congo), una curiosidad más bien olvidada. Su último gran atributo natural, el coltan, es clave para la industria electrónica occidental. El apoyo de los EE.UU. y la Unión Europea a Ruanda y Uganda en el saqueo del Congo ha permitido que desde 1996, y tras dos guerras, seis millones de congoleños hayan muerto sin grandes campañas ni 'hashtags'.  

Hagamos preguntas originales sobre el top manta, ampliemos los marcos del debate. ¿De verdad creemos que un senegalés se jugaría la vida para vender cedés en Salou si pudiera vivir dignamente en su país? ¿Qué rol juega la pesca en asegurar o en dinamitar esa posibilidad? ¿Qué papel juegan las potencias europeas en las guerras africanas? ¿Sería posible nuestra sociedad de consumo si las materias primas africanas fueran más caras? Dijo Joseph Stiglitz que, visto el proteccionismo del sector primario europeo, era mejor ser una vaca europea que un agricultor en un país pobre. La vaca, receptora de dos dólares al día –en comparación al dólar con el que subsisten millones de africanos- es la metáfora de un mundo absurdo. Un mundo donde el top manta de los blancos se llama comercio internacional.

Jaume Portell es periodista.

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