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El cuadro de mando ciudadano

Reyes Montiel

El próximo mes de mayo se celebran elecciones municipales y autonómicas en España. Estas elecciones tendrán lugar en un contexto de crisis sistémica que ha evidenciado la enorme brecha que existe entre “poder” y “representación”, dejando a los ciudadanos y ciudadanas a su suerte. Esta es la causa principal del surgimiento de multitud de candidaturas ciudadanas que pretenden contraponerse a los candidaturas de los partidos políticos tradicionales.

La principal demanda de estas iniciativas es evidente: más democracia y recuperar la política por y para la gente. Hay algunos que piensan que cuando la crisis económica pase, la crisis política remitirá. Pero el problema es que esta crisis, además de agrandar la brecha entre ricos y pobres, ha desnudado los mecanismos de funcionamiento del poder y, sobre todo, del lado de quién está, dejando en evidencia la baja calidad de nuestra democracia.

Ya ha habido experiencias ciudadanas. Algunas incluso ganaron sus elecciones. Es el caso de Vecinos por Torrelodones, cuyo origen está en la necesidad de “cambiar la forma en las que se hacían las cosas” u otras en la oposición como Electores en Alhaurín de la Torre o Alternativa por Santomera y muchos más. Las principales demandas tienen que ver con la transparencia y la participación ciudadana pero la principal cuestión es si estas candidaturas sólo están exigiendo una representación mejor o definen también un nuevo espacio para la gestión de los servicios públicos. En este marco de limitación de recursos, ¿representa esta innovación política un marco de oportunidad para la innovación pública?

Aunque es pronto para responder a esta pregunta, podemos identificar tendencias que nos pueden ayudar a salir de un espacio de resignación que nos obliga a elegir entre estado y mercado y que relega al ciudadano al mero papel de receptor pasivo de servicios.

1. Una vuelta a la eficacia, en términos de cubrir necesidades concretas. Generalmente, los procesos de innovación social surgen de la necesidad y no se dirigen a ella, con un planteamiento y una “operativa” ad hoc: Banco de Alimentos, las redes de intercambio, huertos urbanos.

2. Mayores oportunidades de participación a distintos niveles. La tecnología tiene un papel vital en este proceso ya que nos permite una mayor implicación y una definición alternativa de los problemas incorporando una suma de múltiples visiones, ideas y perspectivas.

3. La creación de espacios híbridos de gestión en los que se redefine el concepto de lo “público” acercándose más a lo “colectivo”, movilizando recursos públicos y también privados en otra “cooperación” entre iguales. No es sólo cuestión de participar, es cuestión de decidir y también, por qué no, de gestionar.

Una definición alternativa de los problemas implica una definición alternativa de las respuestas en un paradigma nuevo en el que el cambio cualitativo reside en el redefinición de papeles de los actores: el Estado, el mercado y los ciudadanos. Todavía es pronto para verlo, pero lo que es seguro es que, lleguen a gobernar o no, las candidaturas ciudadanas cambiarán el papel unidireccional de los gobiernos y las administraciones públicas.

No hay que liberar a lo público de su responsabilidad. Todavía hay que definir el “Cuadro de Mando Ciudadano” en términos de gestión. Tenemos aún que explorar qué significa “Gobernar Obedeciendo” en términos de políticas públicas y capitalizar las experiencias de innovación incorporándolas al quehacer público.

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