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¿Decidirá la economía la suerte de las elecciones?

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este jueves en La Moncloa.

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En esta misma semana dos datos importantes han venido a infundir optimismo sobre la marcha de la economía: el jueves se ha conocido que durante el mes de abril se han creado 238.000 empleos y que ya hay más de 20,6 millones de cotizantes a la Seguridad Social. Dos días antes se venía a saber que el PIB había crecido un 0,5% en el primer trimestre (en 2022 lo había hecho un 5,5%). No es seguro que los próximos meses vayan a ser tan buenos, pero los expertos creen que la tendencia es positiva. ¿Podría la buena marcha de la economía decidir la suerte de las elecciones que vienen?

Los antecedentes sobre situaciones similares, en España y en el extranjero, no permiten ser tajantes al respecto, aunque son más las veces que los buenos datos económicos favorecen la suerte electoral de los gobiernos. Lo importante son las sensaciones que esas informaciones generan en una mayoría, a veces muy exigua, del electorado. Y que necesariamente se mezclan con el impacto de otros procesos y que pueden generar resultados muy distintos en cada individuo.

Es, por tanto, muy difícil hacer pronósticos. Sin embargo, sí se pueden exponer los elementos que en estos últimos tiempos podrían estar marcando la opinión del electorado sobre la marcha de la economía y sobre su influencia en la situación personal de los individuos. Estos son algunos de ellos:

1. Los pronósticos catastrofistas que la oposición de derechas venía haciendo desde después del verano hasta hace pocos meses se han revelado totalmente infundados a ojos de todo el mundo y la credibilidad de los dirigentes del PP, particularmente la de Alberto Núñez Feijóo, se ha visto seriamente dañada por ello. Está claro que eso no va a llevar a cambiar de voto al electorado más fiel del PP, pero puede suscitar alguna duda entre aquellas personas cuyo voto potencial a ese partido no es una opción tan firme.

2. Los buenos datos económicos deberían estar mejorando la imagen del Gobierno y de su líder y, sobre todo, su credibilidad. Cuando menos entre los votantes potenciales de izquierdas, lo cual no sería poco a la vista de la desmovilización y de las muchas dudas que han abundado en este sector en los últimos tiempos. Pero no se puede descartar que el renacer de un cierto optimismo económico también puede influir en la actitud de colectivos aún alejados de la opción gubernamental.

3. La evolución del empleo puede estar arrumbando el profundo pesimismo que hasta hace muy poco dominaba entre los aspirantes a lograr un puesto de trabajo. Porque los datos de abril evidencian que no sólo se ha creado empleo en la hostelería y la restauración, como siempre ocurre en Semana Santa, sino en todos los demás. La impresión de que ahora sí que empieza a haber trabajo empieza a ser perceptible.

4. La euforia consumista del pasado puente y de la Semana Santa que todas las cadenas de televisión nos han mostrado hasta el hartazgo en estos últimos días expresa inevitablemente una actitud positiva hacia lo que está pasando, que en cierta medida también beneficia al Gobierno. Algunos sondeos sugieren que más del 50% de los españoles han salido de viaje en esas fechas. Sin embargo, ese gasto masivo en hoteles, restaurantes y billetes se compadece con una mayor contención en otros capítulos. Porque los datos de la evolución del PIB del primer trimestre del año indican que el consumo global de las familias se está reduciendo.

6. La razón de esa morigeración del gasto es el aumento de los precios, particularmente importante en los productos alimenticios, pero que se produce en todos los sectores en mayor o menor medida, y claramente en la compra de viviendas. Y este elemento sí que tiene una clara incidencia en las actitudes políticas. La subida de los precios es uno de los peores enemigos de los gobiernos y nada indica que en los próximos trimestres ese fenómeno vaya a registrar modificaciones sustanciales, aunque cabría esperar que las dimensiones de la inflación vayan a ir reduciéndose. En todo caso, el hecho de que el índice de precios español figure entre los más bajos de Europa es un dato que, por mucho que lo pregonen los corifeos del Gobierno, no tiene mayor incidencia en la actitud negativa de la opinión pública.

7. No es fácil intuir cómo puede influir la terrible sequía que padece buena parte de España en la actitud del electorado. Obviamente ese factor determina en estos momentos la actitud general de las poblaciones rurales y, sobre todo, de los agricultores y ganaderos, que siguen teniendo un peso significativo en el monto global y pueden decidir la suerte de muchos ayuntamientos, regiones y también escaños en Las Cortes. En todo caso, no favorece al Gobierno y da margen de actuación a la oposición. Y los meteorólogos no creen que la situación vaya a cambiar significativamente hasta la vuelta del verano.

A esa lista de posibles influencias de factores económicos en las perspectivas políticas se podría añadir la suerte de ese 20 o 25% de la población, algunos opinan que hasta el 30, que sigue pasándolo muy mal. La impresión de muchos expertos es que esa influencia es muy reducida porque tradicionalmente la mayoría de ese colectivo no vota y porque buena parte del resto de la opinión, aun compadeciéndose de ese sufrimiento, no tiende a cambiar su voto por ese motivo.

En definitiva, que la economía sí puede ser un factor importante en el resultado electoral. Tanto en el de los comicios municipales y autonómicos, como, y sobre todo, en el de las generales. Pero seguramente no va a ser el decisivo. Ahí la imagen de solvencia de los líderes se va a llevar la palma. Y Sánchez va bastante mejor que Núñez Feijóo en este capítulo.

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