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Y después de Feijóo ¿a quién ascenderá el PP a su presidencia?

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo.
16 de septiembre de 2022 22:49 h

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Ser presidente del Partido Popular es un puesto privilegiado que conlleva relacionarse con los grandes poderes y tener opciones de gobierno y, por tanto, de poder, pero los últimos se les han deshecho como un terrón de azúcar en una taza de café caliente. Presidentes, portavoces, cúpulas completas han salido maltrechos de la operación. Probablemente se debe a que hace falta un carácter especial para apechugar con lo que el PP significa y con lo que carga en sus mochilas, con el pringue de los hilos que ligan sus lazos. De ahí que se parezcan tanto todos ellos.  Se diría que mentir sin miramientos puntúa.

El gallego Alberto Núñez Feijóo lleva apenas seis meses en el cargo y ya se desinfla. No ante los suyos, que lo eligieron por aplastante mayoría de las dos mil y pico personas que votan. Pero sí es verdad que la derecha española lo acogió con alivio después de Casado. Parecía más preparado, más serio. En poco tiempo descubrimos, si recuerdan, que sonroja como Báñez al decir que su asesor ha sido siempre el Apóstol Santiago, lee sus declaraciones como Ayuso, intenta hacer el papel de falso despistado de Rajoy y suelta las mismas “ocurrencias” y sarta de embustes que Casado

Pobre Pablo Casado. Su historia, llena de patinazos verbales, de viajes a la UE a tratar de arruinar los logros del Gobierno español, se dignificó al final al denunciar aquello de Ayuso y su hermano en lo más duro de la pandemia. Y el partido y sus portavocías mediáticas lo echaron a patadas, como recordarán. Sin que haya vuelto a decirse una palabra sobre el tema. El aparato se había mantenido inasequible al desaliento, dándole mayorías demoscópicas, animándole tanto que la criatura se lo creyó e increpó a Sánchez enarbolando un sorpaso que solo le daban las encuestas. De esos periódicos que tienen nombres tan contradictorios, casi antitéticos, como El Independiente, El Mundo o La Razón; ABC es más ajustado porque puede ser el de muchas cosas. Pero cuando decidieron liquidar a Casado, lo hicieron sin piedad.

Feijóo no usa barba, Casado se la dejó previsoramente en su última etapa, y es que es útil para ponerla a remojar. Casado sabía que él no era de los que mandan de verdad en el PP, sino una pieza. No muy repulida. Feijóo parece lo mismo, a pesar de sus excelentes relaciones - gastronómicas al menos- con gente verdaderamente poderosa. Y Rajoy que tuvo que salir también –más protegido en sus costuras- tras haber cumplido mejor que nadie los objetivos de la empresa, del PP. Ayuso lleva el mismo camino. Pero cuando se queme, también la desecharán. Ella no es cabeza, se mueve por hilos. Con gran eficacia, eso sí. Pero ¿hasta dónde llegará su impunidad? Porque la circundan asuntos tan turbios como la masacre de las residencias, si me perdonan la necesaria insistencia. Y no es el único.

Aparentemente, en el PP disponen de un escudo judicial que protege a algunos. A Esperanza Aguirre, es evidente. A un tal M. Rajoy, que al parecer también responde al apelativo de “el barbas”, igual. No digamos a José María Aznar, caminando de rositas por la vida con la cara tan agria encima.  No da la sensación de que Ayuso  entre en ese lote de altura, habrá que verlo porque en los medios de servicios mutuos, la adoran.

 Feijóo, sabedor de cómo patinó en el debate con Pedro Sánchez en el Senado, a pesar de los encendidos elogios de sus escribas mediáticos, dice ahora que no lo preparó, que tenía una fiesta el día anterior y prefería estar “con la gente”, con unos poquitos de Salamanca en lugar de con todos los españoles representados en la Cámaras legislativa. Tuvo uno de sus ya frecuentes deslices ideológicos: prefirió estar con la gente que con los “actores”. ¿Considera que los parlamentarios electos son actores? ¿Él lo es también?

Una persona normal cualquiera se preguntará si es este señor que dice estas cosas y otras aún más raras el que desea para gestionar su país, tanto como lo quieren las encuestas de sus periódicos. El jardín en el que se ha metido con la UE en su intensa dedicación de gobernar para los ricos es ya antológico y le está costando caro: dirigentes del PP admiten que la Comisión Europea les ha dejado “con el pie cambiado”. El grupo PPE apoya los impuestos a los beneficios extraordinarios a las energéticas y a los bancos y el PP español, no. Hasta que, puestos en evidencia ceden, aunque no con los bancos (que por cierto no han devuelto el millonario rescate que les regaló Rajoy). Antológica la explicación de la portavoz Cuca Gamarra –que también mantiene Feijóo- en la teoría de la tasa y el impuesto.

El nuevo mantra del PP es que el Gobierno recauda para gastar en lo que quiera. Además de falacias y malas intenciones ¿tampoco saben las funciones de un gobierno? Igual es que ellos se dedican a otra cosa cuando están en el poder.

Como Ayuso. Lo último de la presidenta de Madrid, entre privatizaciones, expolios, exenciones tributarias para los ricos y demás programa, ha sido en esta ocasión otra teoría: la del calor, la sequía y los acueductos que hicieron los romanos.

Dicen cosas que parecen dirigidas a insultar a sus votantes. A todos los ciudadanos, pero sobre todo a quienes les han elegido. Es clamorosa la burricie intelectual y cultural de estos servidores de sí mismos y sus clanes. Apabullante. ¿En serio son lo que necesita un país, una comunidad, un ayuntamiento, para funcionar y en un momento tan crítico como éste?  

Los ciudadanos padecen lo que han subido los precios, pero no todos saben por qué. El PP pesca en el mar revuelto con la caña de la demagogia y cebos varios de mentiras. Los medios que dicen ser objetivos pondrán dos versiones políticas, sin aportar los datos reales, para que el usuario se sirva de la que más le guste. Es la especialidad de TVE. Los hay todavía más impúdicos y se explayan en su misión de la mañana a la noche.

Una y otra vez, los mismos muros enfrente. Que se engrosan con problemas, los nuevos y los no resueltos. De momento la lid política para gobernar está entre PSOE y sus aliados progresistas, y el PP y los suyos de la extrema derecha oficial. Se diría que el Partido Popular tiene ya a sus líderes como consumibles. Cada vez epatando más con su cinismo y su escasa preparación. Seguro que disponen de candidatos con más enjundia, pero es que igual el puesto de capitán de esa nave ya no es tan apetecible. Y sin embargo, para unos cuantos millones de electores, sí, compran el paquete completo. Es que ya no es solo la ideología con ser mucho, es el nivel exigible en las cabezas que dirigen.

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