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Detenciones con fines propagandísticos

El momento de la detención de uno de los tres investigados en Valencia.

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La injusticia en cualquier lugar es una amenaza para la justicia en todas partes

Martin Luther King. Jr

No me interesa una higa el fútbol, es más, lo odio. No me gusta nada. No conozco las reglas ni quién juega en los equipos. Huyo de cualquier noticia relacionada con él. Salto las páginas deportivas de todos los diarios. Pero hay veces que las cosas importantes lo rozan y entonces hay que hablar de ellas, que no del fútbol. 

Lo que voy a razonar ahora mismo no va a gustar a muchos de mis colegas de profesión, pero es un escándalo mayúsculo y una vulneración de derechos flagrante cometida por efectivos de la Policía Nacional sin que, al parecer, a nadie le importe una higa. A mí es lo que más me ha llamado la atención de este asunto: la detención inmotivada y agresiva, con publicidad dada por la propia institución, de unos individuos por un presunto delito por el que de ser condenados no ingresarían en prisión, con el único objetivo oportunista de obtener un aplauso popular. Eso sin querer mal pensar que alguien de Interior diera instrucciones al respecto por aquello del relato. 

El martes la Policía Nacional procedió a detener a cuatro individuos, esposándolos, y conduciéndolos a Comisaría para filiarlos y luego dejarlos en libertad. Varias horas de privación de libertad. Todo ello grabado por el propio cuerpo y difundido. Al parecer creen que hace cuatro meses, estas personas colgaron una muñeca hinchable llevando una camiseta con el nombre de un jugador del que estos días se habla mucho. Lo dejaron todo perdido de huellas y ADN, estaban filmados por unas cámaras, el posicionamiento de sus móviles los delataba y el rastro de la muñeca hinchable también. Con todo esto la denominada Operación Sandra había estado durmiendo en los cajones policiales aunque, ¡oh, casualidad!, pretenden que nos traguemos que justito un par de días antes del incidente de Mestalla los identificaron y que por eso procedieron a detenerlos con luz y cámaras dos días después, en plena polémica. ¡A otro perro con ese hueso! 

A pesar de los problemas de literalidad del artículo 492 de la Ley de Enjuiciamiento Criminal, de los que abusan las policías una y otra vez, la opinión mayoritaria de los jueces es que: “para proclamar la legalidad de una detención no basta con indagar la objetiva existencia de un hecho delictivo. Tampoco es suficiente con advertir un indiciario juicio de atribución. Se precisa más. Y es que toda medida cautelar privativa de libertad, ya sea adoptada en el marco del procedimiento judicial, ya por iniciativa de los agentes de policía durante la tramitación de sus diligencias, impone de forma ineludible la ponderación del riesgo de fuga. Si prescindimos de su exigencia o relativizamos su significación, corremos el riesgo de avalar injerencias injustificadas de los poderes públicos en la libertad de cualquier ciudadano”, en palabras de Manuel Marchena, presidente de la Sala Segunda, en voto particular. ¿Se iban a fugar los detenidos de su casa si se les llamaba a comparecer en comisaría o en el juzgado? No parece, ni así lo debía estimar la propia Policía que tenía el asunto languideciendo en los cajones. Insisto, no pretendan que nos traguemos que estas detenciones son productos de la casualidad y no de la causalidad.

No queda claro si el asunto estaba judicializado como recogen los medios -¿por qué entonces no los cita el juzgado? ¿por qué no los llevan a presencia judicial al detenerlos?- o si las diligencias estaban guardadas. Y el colmo sería pensar que las detenciones las ha ordenado un juez, porque la anomalía alcanzaría a la forma de proceder del juzgado y de los agentes.  

Ahora voy con la detención con vídeo y su difusión en redes por la propia cuenta oficial de la Policía Nacional, que vulnera de forma flagrante la Directiva Europea sobre Presunción de Inocencia 2016/43: “los estados miembros garantizarán que los sospechosos y acusados no sean presentados como culpables, ante los órganos jurisdiccionales o ante el público, mediante el uso de medios de coerción física”. Esto es preservar la presunción de inocencia, no espolvorear los “presuntos”. La directiva es sistemáticamente violada por los gabinetes de comunicación y las cuentas públicas de las policías españolas al difundir de forma habitual y rutinaria imágenes de detenciones con individuos placados sobre el suelo, engrilletados, retenidos contra paredes o trasladados por policías. Las autoridades simplemente no pueden hacer tal cosa y, sin embargo, es común. Les decía que a muchos colegas no les iba a gustar -porque necesitan tener imágenes- pero en un Estado de Derecho los derechos fundamentales de los ciudadanos son mucho más importantes que ilustrar una noticia para que quede más vistosa. Las detenciones manda la ley “se realizarán en la forma menos lesiva” para las personas, como también recoge el código ético de CNP.

Tampoco es misión de las policías convertirse en influencers o conseguir aplausos en las redes sociales; su único papel publicitario pasa por dar un servicio ciudadano y no exhibir sus logros de forma manifiestamente ilegítima. Con esto hay que acabar y no entiendo cómo un ministerio dirigido por un magistrado consiente esta vulneración de derechos fundamentales reiterada. ¡Ah, vale, que es un magistrado que los ha vulnerado él mismo en ejercicio en varias ocasiones según el tribunal de Estrasburgo! En su descargo hay que decir que ninguno de sus antecesores se cuidó de cumplir la norma europea.

No sé si se ha pretendido un golpe de efecto para acallar las voces llegadas del extranjero o las alzadas en el interior. No sé si somos una sociedad racista, aunque yo que no sigo el fútbol nunca me he topado con reacciones así, pero lo que sí les aseguro es que nuestras policías tienen muy poca educación en derechos fundamentales o, al menos, se los saltan a la torera cuando les sale de la placa. Permítanme que sólo mencione de pasada el desmedido derribo y sujeción de un ciudadano por aparcar sobre una acera en Mataró. Este problema es más amplio y más persistente y menos perseguido que el poco o mucho racismo que tengan algunos individuos, incluso puede estar relacionado porque las formas de detención e identificación policial también pueden tener color. 

A mí lo del fútbol no me dice nada, lo de los derechos fundamentales, sí. 

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