España pro-ciencia
En los últimos meses, en Estados Unidos ha emergido un patrón claro entre las personas infectadas y más gravemente enfermas de coronavirus. Es mucho más probable que vivan en un condado que votó abrumadoramente por Donald Trump. Existen otras diferencias sociodemográficas –la edad más alta de la población o los recursos de sus comunidades–, pero esas disparidades no explican por sí solas lo que está pasando porque en 2020 no se apreciaba la brecha actual. Lo que ha cambiado en este tiempo es que los más fieles a Trump y algunos políticos republicanos han reforzado sus mensajes contra las vacunas, las mascarillas y otras precauciones de salud pública.
En octubre, la incidencia de muerte por Covid en los condados con mayor porcentaje de voto a Trump fue 25 por 100.000 habitantes frente a la mortalidad por Covid en los condados más pro-Biden, 7,8 por 100.000. Lo significativo, como destaca en esta pieza el New York Times, es que octubre fue el quinto mes consecutivo en que esta brecha creció.
También está sucediendo en algunas regiones de Europa. En Alemania, la ultraderecha ha tomado la bandera antivacunas y en Austria ya existe un nuevo partido regional con ese mensaje.
En España, no ha sucedido nada de esto. El 95% de los adultos está a favor de que sea obligatorio el uso de las mascarillas en espacios interiores y no hay diferencia por inclinación partidista: es el 96% entre los votantes de Podemos y el 95% entre los de Vox, según los datos publicados esta semana en el barómetro del CIS.
El 95% de la población adulta dice haberse vacunado (en realidad, según los datos de Sanidad, es algo menos). En este caso se aprecia un poco de diferencia a la baja entre los votantes de Vox, pero el porcentaje sigue siendo muy alto: un 89% de los votantes de Vox dice haberse vacunado frente al 98% de los del PSOE y el 96% de los del PP. La mayoría de la población también está a favor del pasaporte Covid, aunque la pregunta no especifica para qué y que de momento sólo se utiliza en algunas comunidades.
Las vacunas y las mascarillas son las dos medidas clave de salud pública que después de casi dos años de pandemia se han revelado como clave del control.
La eficacia de las vacunas es lo que está haciendo ahora que el número de personas en cuidados intensivos en España sea tan bajo. La mayoría de quienes llegan a las UCIs no estaban vacunados.
Entre las intervenciones no farmacológicas, la mascarilla es la más eficaz para reducir contagios, como indica el estudio global publicado este jueves, el más completo hasta ahora. Más allá de la obligatoriedad, en España se trata de una mezcla de costumbre y de conocimiento. No es casual que la representación del riesgo en espacios interiores más leída y premiada la hiciera un periódico español, El País.
La confianza en la ciencia y en los servicios médicos en España, pese a sus carencias y esperas, sigue siendo muy elevada, y también en gran medida apartidista. Los encuestados critican la gestión de la pandemia de los políticos, pero puntúan como buena o muy buena la atención médica recibida incluso en los peores momentos de la pandemia e incluso teniendo un contacto a menudo sólo telefónico.
Pese a las olas de desinformación y a los coqueteos de algunos medios serios con quienes tratan de difundir bulos, la realidad es que la mayoría de la población en España sigue siendo pro-ciencia. Y ese es el mejor punto de partida para protegernos de lo que venga este invierno.
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