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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Ya he escrito mi artículo por si cae Esperanza Aguirre

Aguirre desea el fin del caso Púnica pero rehúsa contestar a la carta de Granados

Isaac Rosa

A mí me gusta ser previsor, así que suelo escribir artículos por adelantado, para que luego no me pille el toro. Sobre todo de aquellos temas que tienen muchas papeletas de acabar siendo noticia, si no mañana la semana que viene o dentro de un mes. Así cuando salte el aviso de “¡última hora!”, yo solo tengo que poner la fecha, corregir algún dato, y enviar.

Por eso ya tengo escrito mi artículo del día que Esperanza Aguirre sea llamada por la justicia. Por si acaba pasando. Incluso he escrito cuatro versiones diferentes de cómo ocurriría: a) un juez abre una nueva investigación e incluye a la expresidenta; b) Aguirre entra de testigo en un juzgado y sale como imputada; c) la Guardia Civil registra su casa una mañana; d) la icónica foto del policía agachándole la cabeza para entrar en el coche. Sea como sea, si acaba pasando a mí no me pilla desprevenido.

Seguro que no soy el único previsor. Ya saben que todos los periódicos guardan en un cajón las necrológicas de personajes públicos que ya rondan los noventa años, y las van actualizando hasta el día que toque publicarla (si no, de qué iban a tener al día siguiente de la muerte ocho páginas listas). Pues igual con Aguirre: si yo dirigiera un periódico, tendría hasta la portada preparada, a falta de ponerle fecha y detallar si ha sido por Gürtel, Púnica, financiación ilegal o un caso nuevo.

A ver, que yo no le deseo nada malo a esta señora, pero decidme, con franqueza: ¿os jugaríais una cena a que no acaba cayendo? “Ni un café”, oigo por ahí. Lleva una década esquivando el barrizal mientras los suyos se hunden, pero el círculo se va estrechando cada vez más. Y a medida que avanzan los procesos judiciales, el “tic-tac, tic-tac” se acelera. El preso Granados ha dado un primer aviso. Lo esperable es que otros imputados negocien con la fiscalía: hablar a cambio de una rebaja de pena. Y a base de tirar de la manta, quién sabe si cualquier día no se le queda un pie fuera a la expresidenta.

Si acaba pasando, si llega el día en que los periódicos sacan del cajón el artículo sobre el final de la escapada de Aguirre, todos coincidiremos en decir que se veía venir, que a nadie sorprende, y que lo raro es que no hubiera pasado antes. Recordemos: todos sus gobiernos están bajo sospecha, desde que llegó con el “Tamayazo” hasta su nunca explicada dimisión. Seis-consejeros-seis de sus gobiernos están investigados por algún caso (Gürtel, Púnica, espías, el ático…). Además, su exgerente en el partido, su jefa de comunicación, su exdirector de seguridad, una veintena de exalcaldes y no sé cuántos exdiputados autonómicos, al tiempo que el PP madrileño está investigado por hasta siete vías de financiación ilegal. Pero ella no sabía nada. Es más: ella es una víctima de la corrupción.

Y todavía no han rascado mucho en otros rincones donde se manejaban grandes presupuestos: el Canal de Isabel II, la Ciudad de la Justicia, las ampliaciones del Metro o la construcción de hospitales. Yo que ustedes tendría preparados los tuits, memes y chistes. Y Fontdevila, que vaya actualizando su mítica viñeta. Por si acaso. No digan que no avisé.

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