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“Y ETA, ¿qué?”

Pedro Sánchez y los vicepresidentes Carmen Calvo y Pablo Iglesias durante un Pleno en el Congreso.

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Cientos de personas se han manifestado estos días de atrás en Linares, Valencia, Madrid o Barcelona. De ellas solo una minoría ha cometido actos vandálicos. Hay medios que mienten diciendo que Unidas Podemos ha convocado a esos manifestantes o que ha fomentado actos vandálicos. Otros exigen, con grandes dosis de cinismo, que Unidas Podemos “condene la violencia”, insinuando con esa exigencia que Unidas Podemos apoya la violencia y desviando el foco de las causas de las protestas.

La derecha empleó una táctica similar durante años cuando exigía al mundo de la cultura que condenara a ETA cada vez que éste protestaba contra la guerra de Irak. “Y ETA, ¿qué?”. Con ello pretendía estigmatizar a los del No a la guerra, dando a entender que apoyaban a ETA o eran entorno etarra. Desmentirlo podía interpretarse como la aceptación de la acusación, con lo que ésta persistía igualmente. De este modo se intentaba desviar la atención de algo tan grave como la participación de España en una invasión ilegal. Lo llamativo ahora es que entre quienes han contribuido a esta modalidad de tergiversación hay algunos cargos o entornos del PSOE.

Es importante analizar dónde se pone y dónde no el foco mediático, que arrastra al foco político, o el foco político, que arrastra a lo mediático. Se ha dispensado excesiva atención a una minoría violenta, frente a una mayoría pacífica que ha quedado engullida por la agenda mediática. Y ante ello, algunos partidos y medios piden cuentas a Pablo Iglesias.

Con la misma legitimidad podrían estar pidiendo a todos los partidos que no han denunciado la violencia policial que lo hagan. Podrían preguntarse por qué algunos no han condenado las tácticas de las fuerzas de seguridad que han provocado la pérdida de un ojo de una manifestante en Barcelona, o por qué otros no se han inmutado ante los disparos con munición real contra manifestantes en Linares, lo que provocó dos heridos.

Podrían haber generado un debate sobre agresiones sufridas por un hombre y su hija en Linares por parte de dos agentes –uno subinspector– fuera de servicio. Podemos enunciar esta frase porque la agresión fue grabada en vídeo. Si no, es probable que ahora alguien nos tachara también de etarras.

También podrían exigir a Vox que abandone sus discursos racistas, que deje de vincular a los musulmanes y a las personas migrantes con la delincuencia y que se disculpe por tener una diputada que cuelga en Twitter una imagen de un policía con la porra en alto y la frase A todo el que pida, dale. Podrían haber elevado a la categoría de escándalo la imagen empleada por el Partido Popular en Twitter que representa un mapa de España formado por antidisturbios agachados, con sus cabezas pegadas, en torno a algo o alguien que está debajo de ellos.

Podrían subrayar cómo los discursos de la extrema derecha contra determinadas minorías contribuyen a la criminalización de personas inocentes y al crecimiento del odio. Y no pasar de puntillas ante los últimos ataques racistas, como el registrado en la mezquita de San Javier, a la que prendieron fuego –y donde escribieron “muerte al islam”– o en el centro de menores migrantes de Torredembarra, donde un grupo de personas destrozó el lugar e hirió a dos de sus residentes, uno de ellos de gravedad.

Podrían debatir más sobre los últimos incendios registrados en asentamientos de infraviviendas en Andalucía, donde residen personas temporeras migrantes que se dedican a la recogida de la fresa. Son mano de obra esencial para el campo andaluz, pero se las condena al chabolismo, la explotación y la precariedad.

Podrían evitar afirmaciones como las que han hecho algunos medios estos días, diciendo que “da la sensación de que entre esos saqueadores [en Barcelona] había más de un menor no acompañado”. ¿Pensarán que todas las personas no blancas no son españolas? ¿Por qué no indican cuántos blancos había? ¿Y cuántos españoles? Y ya de paso, puestos a seleccionar, ¿cuántos catalanes? ¿Se les ha olvidado que señalar el color de la piel de una persona o el carácter migrante de la misma contribuye a estigmatizar a todo su colectivo?

Se pone el foco en los contenedores incendiados pero hay demasiado silencio cuando una asociación de la Guardia Civil rinde homenaje al general Galindo, condenado por el secuestro y asesinato de Lasa y Zabala. O cuando Vox le dedica palabras elogiosas.

Se pone el foco en quienes cuestionan la normalidad democrática pero no en el carácter anormal de un Estado que sigue negándose a investigar los crímenes de la dictadura y a amparar a las víctimas que buscan a sus desaparecidos. Que no vincula ser demócrata con ser antifascista. Que no recurre la sentencia que dicta una indemnización millonaria a la familia Franco por el pazo de Meirás. Que sigue sin derogar la Ley de Secretos Oficiales -aprobada durante el franquismo- que nos niega información fundamental, entre ella la relacionada con el intento de golpe de Estado del 23F, del que hoy se cumple cuarenta años. Seguimos sin conocer el papel exacto que tuvo la monarquía ese día. ¿Por qué no podemos acceder a los documentos?

El PSOE llevaba tiempo posponiendo decisiones, pero ahora, tras la aprobación de los Presupuestos, no caben más prórrogas. Y eso implica mostrarse. Un sector importante de ese partido no parece dispuesto a cumplir medidas a las que se había comprometido, como la mejora de las pensiones, la derogación de la reforma laboral o la regulación del precio del alquiler, en el país europeo con la tasa más alta de paro juvenil.

Se pasa de puntillas por las frustraciones y problemas de una generación de jóvenes que solo ha conocido crisis, condenada en muchos casos a un futuro tan incierto como precario. Eso también es violencia. De nuevo el PSOE se ve atrapado entre lo que quiere aparentar y lo que finalmente ejecuta. Cuando va a incumplir acuerdos de Gobierno, acusa a sus socios de deslealtad y sugiere que en Unidas Podemos no han sido claros condenando la violencia, confluyendo así con la derecha que insinúa que Unidas Podemos tiene querencia por la violencia. Iglesias es ETA. Todos los que no aplauden con vehemencia todas las actuaciones policiales pueden serlo.

Hay formaciones políticas -y medios de comunicación- compartiendo posiciones similares cuando optan por afirmar que nuestra democracia es plena, magnífica y normal. Cuando piden a la gente obediencia y sumisión sin querer escuchar los problemas socioeconómicos. Cuando justifican limitaciones a nuestra libertad de expresión y manifestación.

Cuando defienden mantener el precio del alquiler de la vivienda. Cuando callan ante el racismo ya normalizado. Cuando defienden políticas migratorias que vulneran los derechos humanos. Cuando cierran filas en torno a actuaciones policiales cuestionables. Cuando amparan medidas económicas dañinas para los sectores vulnerables, que son una mayoría. Cuando protegen al rey emérito.

Si no se confrontan los discursos de la derecha se allana el camino para que ésta crezca. Pero aquí no solo no hay conciencia del riesgo, sino demasiadas posturas coincidentes.

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