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#forfreedom #mahsaamini El nuevo challenge europeo

Ilustración de famosas que están mostrando solidaridad con Mahsa Amini.
13 de octubre de 2022 22:17 h

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Desde Francia, Juliette Binoche coge todo su cabello y acaba cortándose cuatro dedos de puntas. Marion Cotillard también se recorta un poco las puntas. En España, Penélope Cruz se corta el flequillo porque la protesta no está reñida con el estilo. Kira Miró se retoca sus puntitas rubias… Las famosas están mostrando solidaridad con #MahsaAmini sin perder glamour. Desde hace unos días, vídeos de solidaridad de celebrities se están viralizando en redes y yo veo anonadada cómo la cantante Angèle se corta literalmente las puntas de dos de sus cabellos rubios; no sé si sentir vergüenza ajena o indignación. Me parecieron unos vídeos de una superficialidad y una frivolidad tremendas; solo falta que aparezca Anna Wintour en el jardín de su casa cortándose un pelo.

El corte de pelo, un gran gesto de protesta de mujeres iraníes que encontró su gemelo celebrity occidental y cayó en saco roto.

Honestamente, no sabía cómo pronunciarme sobre el tema, me surgían muchas dudas sobre si el cringe que me daba el vídeo era personal o si tenía razón de ser. ¿Puede la solidaridad ejecutarse mal? ¿Es la intención de las famosas lo que cuenta? ¿Un vídeo donde una actriz se corta las puntas del pelo en prime time vale más que un vídeo de mujeres iraníes rotas de dolor exigiendo libertad? Y, ¿ha tenido impacto real esta solidaridad famosil occidental? Así que llamé a mi amiga Chaimaa Boukharsa, activista decolonial y filóloga de estudios árabes e islámicos, y os cuento nuestra conversación:

Chaimaa me decía por teléfono: “Es una muestra más del complejo de salvador blanco que existe en Occidente. Las mujeres iraníes se dejan el cuerpo y el alma y las famosas aquí lo han convertido en el challenge de moda. Hay mejores maneras que hacerte un vídeo a ti misma poniéndote de nuevo en el centro para mostrar solidaridad. Esto, además, borra la agenda propia de las mujeres iraníes y convierte a las mujeres blancas en líderes”. Vamos, que esto no es sobre la mujer occidental, y en Occidente pecamos mucho de querer ser siempre los protagonistas, ser el presidente de Estados Unidos en toda película americana: el que salva al mundo. Yo no niego que haya valor en la visibilidad en sus cuentas de millones de seguidores, pero se me ocurren mil maneras mejores de ser aliadas: ceder espacios a activistas, difundir acciones de recaudación de fondos para las víctimas de las protestas, no sé… algo más allá que alimentar el propio ego de la bondad que una tiene. Porque, si se está en lo segundo, es más un “qué buena soy” que un “for Freedom #MahsaAmini”. La activista decolonial, además, sostiene que una manera de ayudar es también pensar en el motivo mismo de la solidaridad, el por qué solamente se visibiliza y se solidariza con mujeres que encajan en la ideología y visión feminista occidental.

Chaimaa me decía indignada: “Esta actitud de solidaridad es profundamente hipócrita, ya que, delante de las cámaras, Francia y España apoyan a las mujeres musulmanas, pero, detrás de ellas, la islamofobia en Francia con quien más se ceba es precisamente, con las mujeres musulmanas”. Una amiga de origen marroquí, abogada del Constitucional, me contaba que dos de sus estudiantes en prácticas eran musulmanas y que solo habían encontrado prácticas en su bufete; el resto de bufetes las había rechazado por llevar hiyab (sobre el velo en Irán, os recomiendo este carrusel). Ella se sentía profundamente enfadada, porque ¿cómo va alguien a negar la educación a dos personas? En el feminismo hegemónico, esta actitud no tiene ningún sentido: no te doy ninguna oportunidad y, además, tienes que elegir libremente ser como nosotras. O las mujeres musulmanas se comportan como occidentales o entonces no las defendemos. Os dejo una pregunta: ¿cómo voy a elegir ser como tú, si de ti recibo desprecio? Y la siguiente pregunta: ¿es que las mujeres iraníes y musulmanas no pueden elegir su propio camino y nosotras respetarlo y apoyarlo, sin ponernos en el centro? Si la respuesta a esta segunda pregunta es “no”. Igual es que el feminismo hegemónico está siendo muy paternalista.

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