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Hacerse un Feijóo

Los presidentes del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, y Vox, Santiago Abascal

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Lo primero y más urgente pasa por equilibrar el fiel de la balanza de los pactos post 28M, para que no sigan inclinando el campo hacia el lado del PP de una forma tan descarada. Que no le cuelen el timo de estampita y pretendan hacerle pasar estampitas de la Virgen por auténtico sentido de Estado. El PP no entrega a los socialistas las alcaldías de Vitoria para parar a Bildu y Barcelona para impedir que gobierne el independentismo. Las cede porque no le queda otro remedio. No hacerlo habría sido pegarse un tiro en el pie. 

Al PP no le quedaba otro remedio que dejar hacer, una vez que el PNV y el PSOE había pactado gobernar juntos y una vez que los Comunes y Ada Colau había renunciado a entrar en el gobierno local y votar a Collboni ¿Qué otra opción tenía el PP el sábado en la constitución de los ayuntamientos? Ninguna. Votarse a sí mismos y facilitar gobiernos de los mismos radicales y extremistas que le reprochan a Sánchez como compañía habría sido imposible de explicar, sobre todo cuando se trata de las listas más votadas y existe acuerdo entre los demás para presentar una alternativa. No quedaba nadie a quien echarle la culpa. Si alguien ha de recibir algún mérito por su sentido de Estado serán el PNV y los Comunes, no un PP que se resistió hasta que no le quedó otro remedio.

Hay más trucos en este contador de pactos amañado que la derecha ha manipulado toda la legislatura. Al parecer, la heroica decisión del PP de dejar gobernar a los socialistas en algunos ayuntamientos porque no le quedaba más remedio, compensa su decisión de pactar con la ultraderecha su entrada en las instituciones con paseíllo, dos orejas, rabo y vuelta al ruedo. No parece una equivalencia debidamente proporcionada. Puestos a buscar equivalencias más ajustadas, en todo caso, se igualaría a la decisión de los socialistas de permitir que sea UPN quien gobierne en Pamplona, con la diferencia de que los populares no se jugaban nada, ni en Vitoria, ni en Barcelona, solo controlar daños; mientras que los socialistas arriesgan el gobierno de la Comunidad Foral.

A pesar de tanto esfuerzo dedicado a impedir que así fuese, en la izquierda se va haciendo la paz y van funcionando los acuerdos. El ruido se ha pasado ahora a la derecha y no cesa. Escuchar a los populares jurar que ni un paso atrás en la lucha contra la violencia de género, como si no supieran que están pactando con un partido que ha hecho bandera precisamente de dar esos pasos atrás, resulta tan chocante como haber escuchado a Pedro Sánchez confesar que no podría dormir si pactase con Unidas Podemos. 

Hasta ayer, decir que no querías pactar con alguien y hacerlo a los dos días era “hacerse un Pedro Sánchez”. Desde hoy, proclamar que no quieres pactar con populistas y ultras y hacerlo al día siguiente y en dos horas es “hacerse un Feijóo”. El gran argumento de la campaña popular el 28M, y que claramente piensa reutilizar para el 23J, ha quedado desactivado. 

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